Me llega hoy la triste noticia del fallecimiento del Cronista Oficial de Calatayud, mi amigo Pepe Verón.
Fue un hombre querido y respetado al que le llegaron los reconocimientos en vida y pudo disfrutar del cariño y el afecto de sus paisanos y de todos los aragoneses.
Prolífico escritor, poeta y fotógrafo ha recibido innumerables premios nacionales e internacionales pero hoy, sobre todo, me quedo con su recuerdo de los congresos de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales compartidos y de sus charlas cada vez que nos veíamos por Calatayud. La última hace quince días a las puertas del Mesón de La Dolores, donde ciertamente le vi muy desmejorado haciéndome temer lo peor.
Pepe Verón ha sido el perfecto amante de su ciudad, Calatayud, serio, discreto y entregado a la causa. Vivía por cantar a la ciudad de la mejor manera que sabía y doy fe que el resultado no ha podido ser mejor. Sus versos, sus fotografías bilbilitanas están ahí para la posteridad.
Querido amigo te echaremos mucho de menos. Los actos culturales del Ayuntamiento, del Centro de Estudios, ya no serán lo mismo sin tu presencia pero nos consuela que tu obra está viva entre nosotros y con ella el recuerdo imperecedero de tu persona.
Descansa en Paz amigo Pepe y mi más sentido pésame a sus familiares, amigos e instituciones de Calatayud.
La Raya, esa línea imperceptible que históricamente ha separado pueblos y dividido reinos.
Hay un extenso territorio que va desde Yanguas a Medinaceli, en la provincia de Soria y sus correspondientes poblaciones fronterizas de la provincia de Zaragoza, que si bien hoy mantienen en general cordiales relaciones de vecindad, históricamente las crónicas nos hablan de continuos enfrentamientos. Y no podía ser de otra manera. En medio, una Raya casi imperceptible, una línea territorial que marcaba el comienzo y el final o viceversa, de dos reinos, Castilla y Aragón, en continua pugna por sus conquistas.
Mucho se ha hablado en el pasado de esta Raya fronteriza que cambió la fisonomía de muchos pueblos dotándoles de inexpugnables defensas.
Castillo de Embid
Malanquilla es un pueblo de La Raya y como tal, tuvo y aún tiene varias torres vigías para no dejarse sorprender por el avance de las tropas castellanas que desde Ciria y Borobia pretendían hacer su incursión en suelo aragonés. Vecina de Torrelapaja, constituía el último bastión aragonés por el Valle del Aranda, una ruta cruenta y por donde pasaron reyes y reinas animados por las conquistas. Fueron 360 años de intrigas, idas y venidas y luchas encarnizadas los que tuvieron que pasar desde que el Batallador reconquistara el territorio hasta la unificación nacional de los Reyes Católicos.
Castillo de Berdejo
La Guerra de los dos Pedros (1356-1369), entre Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón, fue el máximo exponente de las fortificaciones a ambos lados de la Raya para frenar las continuas ofensivas de los dos ejércitos a través de los valles de los ríos Manubles, Queiles, Henar, Nágima, Aranda y Jalón, para extenderse después por Daroca y Albarracín hasta el Señorío de Molina.
Y aunque este periodo fuera el más representativo de la historia de enfrentamiento castellano-aragonés, no fue el único. Las luchas se suceden desde la época musulmana, pasando por las guerras del Cid y llegando incluso hasta las guerras napoleónicas. Naturalmente, esta historia común marcó a las gentes de estos territorios e influyó en su historia, en sus monumentos y fortalezas y hasta en el idioma. Los pueblos de la Raya comparten pasado, presente y futuro. Mucho se ha escrito sobre este particular; María Blasco ha dedicado varios espacios radiofónicos en la Cadena Ser de Calatayud a evocar estas gestas militares y a desentrañar su repercusión en los municipios fronterizos. Se ha investigado concienzudamente, cabe citar en este sentido, el trabajo de Miguel Angel Solâ sobre Los Vera, una familia infanzona pionera en la repoblación de la Raya soriana, cuyo nombre aparece ya en 1263 ligado al topónimo de La Calderuela, término de Malanquilla.
Castillo de Bijuesca
Los pueblos de frontera guardan una historia propia, incluso en su lenguaje, que les hace especiales y diferentes. Muchas veces han sufrido los avatares de la historia de manera directa, siendo, por ejemplo, moneda de cambio entre reinos. Un ejemplo destacado lo encontramos en la firma del Tratado de Berdejo, el 5 de octubrede 1186, entre los reyes de Castilla y Aragón contra el de Navarra, por el que, entre otras cuestiones, se ordena que Berdejo pase a pertenecer a Castilla a cambio de la población castellana de Ariza.
En la provincia de Soria, principalmente, aún hoy se alzan desafiantes no pocos castillos, recuerdo de éstas épocas de enfrentamientos y vigilancia permanente. Son mudos testigos que nos recuerdan la importancia de estas guerras en la configuración actual de Castilla y Aragón.