Están a punto de concluir los trabajos para dotar a Malanquilla de su sendero del agua, la nieve y el viento y con ellos una legislatura marcada por los logros, fruto de la dedicación y el empeño de una corporación ejemplar.
Este cronista, que lo es de Malanquilla no de la corporación municipal de turno y que ha ejercicio su cometido bajo el mandato de diferentes signos políticos desde 1982, no tiene reparos en dedicar un merecido elogio al actual ayuntamiento, como lo ha hecho en otras ocasiones con otras corporaciones.
Los cuatro años de mandato que se acercan a su final han dado para mucho en Malanquilla. Un equipo de gobierno capaz y una oposición constructiva son y han sido la base de este nuevo resurgir que todos, al margen de ideologías, debemos aplaudir.
Claro que se quedan asuntos en la cartera, es que Malanquilla no cuenta con 30 ediles y 90 asesores; es la mínima expresión de un ayuntamiento donde tan pronto toca arreglar una tubería, presidir un acto o adecentar una calle y aún así, se ha cumplido con creces con lo que de ellos se esperaba. Justo es el reconocimiento, la gratitud y la admiración.
Una visión amplia y descentralizada de la gestión ha permitido, reordenando las bases de una participación ciudadana activa, que quienes tuvieran algo que aportar lo hicieran, lo cual lejos de personalismos obstruccionistas, ha posibilitado la colaboración de muchos y la consecución de iniciativas impensables de otra manera.
Todo es mejorable, por supuesto, pero ya nos conformaríamos si las siguientes corporaciones estuvieran al mismo nivel. Proyectos ilusionantes hay, cabe exigir a quienes deban abanderarlos, responsabilidad, dedicación y trabajo.
Malanquilla representa la ilusión y la firmeza en la salvaguarda de su molino cervantino. (Fotografía Ayuntamiento de Malanquilla)
En la conmemoración, un año más, de la muerte de don Miguel de Cervantes, genio de las letras españolas, es inevitable recordar ese pasaje del Quijote donde el Caballero de la Triste Figura se enfrenta, ante los aspavientos de su cuerdo escudero, a un molino de viento que, en su mente calenturienta y deseosa de aventuras para ofrecer a su amada Dulcinea, se transforma en gigante con quien pretende librar una cruel y desigual batalla.
Este relato, el más conocido de la universal novela, aun sin el escritor saberlo ni pretenderlo encierra en sí mismo toda una filosofía de vida y eleva a los molinos a la inmortalidad.
El Congreso internacional de molinología celebrado en Estoril (Portugal) en 1965, acordó celebrar cada 23 de abril el día mundial de los molinos de viento. Qué otro día mejor para honrar a estos gigantes del paisaje que el aniversario del fallecimiento de quien hizo de ellos mucho más que unos artilugios de la ciencia superados tecnológicamente.
De no haber sido por el genio creador de Cervantes, hoy los molinos, como los batanes y palomares, serían únicamente construcciones -dignas de conservación, sí- pero sin ese halo de grandeza que la mano de Cervantes les otorgó al incluirles en la novela más universal, infundiéndoles espíritu y vida.
Un molino de viento no es sólo un edificio, generalmente en ruinas o en estado de semi abandono. Representa la lucha, los ideales de un hombre o un pueblo; la necesidad de vencer al contrincante como trofeo que se exhibe ante la amada. El molino simboliza nuestra dudas y miedos, cuántas veces no hicimos algo por temor a ser vencidos por ese gigante que imaginamos y que al final era solo molino y al contrario, más de un trompazo nos hemos llevados por librar batalla contra los gigantes de nuestra mente saliendo aporreados por las aspas del molino.
Los molinos de viento y don Miguel de Cervantes a través de ese nexo común que es El Quijote, marcan una unión indisoluble para la historia. Honremos a Cervantes, honremos a los molinos de viento sintiéndonos orgullosos de habitar el país que le vio nacer y donde todavía se alzan victoriosos bellos ejemplares que adornan el horizonte y nos recuerdan la mítica simbología que ellos, desde su silencio, proclaman. Tengamos la sensibilidad para escucharles y apoyarles.
La Virgen Dolorosa sale de la iglesia de Malanquilla. Viernes Santo de 1978.
En Navidad el Niño Jesús nace en Malanquilla y cada Semana Santa muere en la Cruz. Es el ciclo natural de la vida. Lo mismo que los campos se tiñen de tonos ocres y marrones hasta que con la primavera reverdecen y se pueblan de amapolas precursoras de un calor necesario para llegar a la cosecha. Y es que Malanquilla es el mundo en pequeñito; cada etapa, cada momento, tiene su reflejo y se vive con el mismo espíritu que en cualquier otro lugar, aunque eso sí, sin aglomeraciones ni artificios. Malanquilla es la esencia donde perdura lo verdaderamente auténtico frente al sensacionalismo, la algarabía y, en no pocas ocasiones, la sinrazón.
La imagen llegando a la ermita del Santo Cristo del Humilladero. 1978
Hay algo más bello y natural que el Viacrucis del Viernes Santo, acompañando a la Virgen de la Soledad por el monte “Tejado”?. Se busca muchas veces la mejor imagen de un cristo entre las callejas estrechas de nuestras ciudades, idealizamos la Semana Santa trayéndola a nuestros días, olvidando que cuando se produjeron los hechos que celebramos, Judea se parecía más a Malanquilla que a la Sevilla de hoy, por mencionar sólo una de las grandes ciudades penitentes. Por eso la bajada con la Virgen en andas entre las rocas, los caminos de tierra, entre los árboles y rodeados de un grupo de fieles representa a la perfección el viacrucis y el calvario de Jesús poco antes de expirar en la cruz.
Podía ir más engalanada y con más ricos ropajes la imagen y sus andas, podíamos incluir delante docenas de penitentes, catafalcos, velones y damas ataviadas con mantillas, probablemente ganaría en vistosidad, pero no sería Malanquilla la auténtica. Otra forma de disfrutar estos días donde lo esencial se preserva y permanece inalterable.
La Virgen Dolorosa hace una parada en su Viacrucis en el monte Tejado. 1978
Conscientes de sus limitaciones pero con la moral muy alta, Malanquilla es centro de atención informática para los medios de comunicación. Su constante actividad se ve reflejada, día sí día no, en las televisiones y radios aragonesas y nacionales.
Recientemente el Gastro Bar Malanquilla Inédita, fue galardonado con un Solete de la Guía Repsol y junto con el Hostal La Venta, conforman la variada oferta gastronómica de Malanquilla.
Los cielos limpios y de baja exposición lumínica, son otro de los atractivos para los amantes de la fotografía y la observación del cielo, sus estrellas y constelaciones.
La actividad no decae y así, para el puente de la Virgen del Pilar se han organizado diferentes actos que van desde la ofrenda de flores a la Virgen, en la iglesia, a una cata de vinos o una visita teatralizada al molino de viento de la mano de Malanquilla Rechita.
Hace unos días se ha balizado el punto que marca el centro geográfico del término municipal, iniciativa que aporta valor a la localidad y contribuye a su conocimiento.
Y además son numerosos los proyectos que se siguen almacenando en cartera y que poco a poco irán viendo la luz.
Malanquilla se reinventa y como en los años 70/80 del siglo pasado vuelve a asombrar a propios y ajenos.
El 23 de diciembre próximo se cumplirán 40 años de la constitución en Malanquilla de la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”. Su sóla mención nos lleva inevitablemente a los más intensos y fecundos años en los que la Cultura con mayúsculas brilló con luz propia en Malanquilla. Su recuerdo nos devuelve a un tiempo irrepetible porque se confabularon diferentes circunstancias que hoy es imposible que se vuelvan a alinear. Habrá otras pero nunca aquéllas y, por lo tanto, los resultados, también serán diferentes, que no peores, pero no iguales.
Artículo de prensa Archivo ASM
Para rememorar este aniversario es preciso tomar conciencia de la España de 1981 y de un Malanquilla en auge y con la moral alta, después de ganar -cuatro años antes- el Trofeo de Oro de Misión Rescate. Aquel trofeo se ganó, pero no fue la meta, sino el punto de partida. Por eso, en el periodo de tiempo que media, no estuvimos con los brazos cruzados, que va… Investigamos, afianzamos nuestros conocimientos e intereses respecto de otros monumentos de algunas localidades de la antigua Comunidad de Calatayud, crecimos y seguimos empeñados en devolver a Malanquilla su protagonismo histórico. La consecuencia fue esta asociación, como cauce desde donde canalizar nuestras ideas e inquietudes, en un momento en el que en Aragón no habían empezado a florecer este tipo de agrupaciones locales.
Pero es que además, habíamos logrado forjar una estrecha relación de amistad con los tres pilares fundamentales de la cultura bilbilitana como fueron el presidente del Centro de Estudios, Alfredo Muñoz, el cronista oficial, Pedro Montón y el propio alcalde de Calatayud, José Galindo, sin olvidar las buenas relaciones que seguíamos manteniendo con los principales medios de comunicación de Zaragoza, forjadas en la atapa de Misión Rescate, cuya aportación fue decisiva entonces, como lo es hoy, para llegar a la opinión pública.
Carlos Ibáñez Guillen I Trofeo Miguel Martínez del Villar. Archivo ASM
A la vista del panorama resultaba evidente que su constitución se hacía necesaria. Las investigaciones y estudios que veníamos desarrollando debían tener una casa común y un altavoz para su divulgación que como particulares no era posible.
Y nos lanzamos a la arena dispuestos a librar una nueva batalla y para ello elegimos el nombre del que fuera Regente del Supremo Consejo de Aragón en 1617, Miguel Martínez del Villar, natural de Munébrega (Zaragoza), como forma de reivindicar su legado.
Segunda parte de la apología del Tratado del Patronato de Calatayud de 1604
Tras los trámites oficiales para su formalización e inscripción en el Registro de Asociaciones, dimos a conocer la nueva asociación, a través de un artículo en Heraldo de Aragón, el 28 de febrero de 1982.
Entre las consecuciones más destacadas, por citar algunas de ellas, podemos mencionar la creación de la biblioteca de Malanquilla a partir de un lote de libros enviado por el Ministerio de Cultura, la entrega del Trofeo Miguel Martínez del Villar a Carlos Ibáñez, la celebración de las Jornadas Culturales, en tres ediciones consecutivas, así como la edición de los Boletines Informativos y la publicación, por parte de Jesús Marín Rubio, de su “Crónica Sentimental de Malanquilla”, sin contar los innumerables trabajos elaborados para desentrañar el pasado histórico y artístico de la nevera, molino, fuente romana, iglesia parroquial, etc.
Tendremos ocasión de detenernos en alguna de estas cuestiones más adelante, que si por separado resultaron de indudable interés para Malanquilla, juntas, propiciaron un nuevo resurgir de la localidad dando continuidad al despertar de 1977.
Por ahora sí me gustaría indicar también que no sólo Malanquilla se benefició de esa asociación, ya que extendimos nuestra acción a diferentes localidades. Acercamos la cultura a Pomer y Brea de Aragón, por ejemplo, mediante exposiciones de artesanía y difundimos y estudiamos monumentos olvidados como la Casa Hospital de Peregrinos de Torrelapaja o la iglesias románicas de Berdejo y del hoy despoblado Vadillo, sin olvidar la labor de incorporación de antiguos molinos de viento como los de Torralba de Ribota, Sestrica, Luna, Tabuenca, Used, Ojos Negros, Sarrión y Jabaloyas, a una incipiente ruta molinera aragonesa, aún hoy pendiente. A todas estas localidades nos desplazábamos frecuentemente, con los medios de entonces, tratando de involucrar a sus autoridades para recobrar su perdido esplendor monumental.
Molino de viento de Tabuenca en 1981. Archivo ASM
Por todo ello y algunas otras cosas, la asociación se convirtió pronto en un referente a nivel provincial. Fuimos pioneros y marcamos un camino que no tardaron en continuar otras entidades en sus respectivas poblaciones. Pusimos, en definitiva, a Malanquilla en el mapa y lo más importante, se creó conciencia colectiva sobre la necesidad de salvaguardar el patrimonio. Algunos frutos de aquélla cosecha se están recogiendo hoy.
40 años después sólo puedo añadir que de no haber existido la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”, habría que haberla inventado.
Malanquilla, pionera en tantas cosas, puede sentirse legítimamente orgullosa de haber creado la denominación, hoy ya comúnmente aceptada, de «La Mancha Aragonesa».
Cuando nadie conocía la existencia de molinos de viento en Aragón, más allá del existente en Bujaraloz, dibujado por Pier María Baldí en 1668, en Malanquilla nos empeñamos en identificar primero y restaurar después, su molino de viento.
Molino de viento de Aguilón
Después vinieron no pocos estudios que nos fueron poniendo en la pista de la existencia de otros ejemplares en suelo aragonés, repartidos por todo el territorio de la Comunidad.
Fue una tarea ardua porque tuvimos que desmontar creencias extendidas que identificaban estos restos con antiguos torreones de fortalezas extinguidas. Hasta el mismo Guitar Aparicio, de reconocido prestigio, confundió el de Malanquilla con un torreón del castillo.
Poco a poco fuimos demostrando que sí eran molinos. Viajamos a los pueblos donde los habíamos identificado y hablamos con sus alcaldes tratando de sembrar en ellos esa semilla molinera que les hiciera florecer un día devolviéndoles el esplendor perdido.
Y así se fue construyendo La Mancha Aragonesa que hoy empieza a ser una realidad. Tabuenca restauró el suyo Ojos Negros, en Teruel, pronto se sumó a la iniciativa y asistimos a su inauguración. Recientemente anuncia obras de reconstrucción el de Sestrica https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/sestrica-restaurara-2021-molino-viento_1444607.html y a buen seguro que otros seguirán ese camino que empezamos en Malanquilla.
Molino de viento de Luna
Para quienes piensen que no tiene sentido invertir en estos viejos y demochados artilugios, baste el ejemplo de Malanquilla que no sólo ha reconstruido el suyo sino que lo mima y lo cuida sabedor del potencial que atesora.
Los molinos de viento en La Mancha y fuera de ella son exponentes de un tipo de arquitectura industrial que entronca con las más auténticas raíces del pueblo. No en vano constituían buena parte de su sustento.
Además, son elementos que han pasado a la inmortalidad gracias al genio de Cervantes y por si fuera poco, en el orden paisajístico, brillan con luz propia. Pocas cosas nos identifican más como nación que los bellos molinos de viento coronando un cerro o un conjunto de ellos sobre una crestería como la de Consuegra.
Molino de viento de Sestrica
Afortunadamente en Zaragoza se valora cuanto significan y la próxima realidad de la Mancha Aragonesa puede convertirse en un revulsivo turístico de primer orden a medio plazo.
Molino de viento de Used
Por aquéllos años 80 en que comenzábamos nuestra particular batalla en Malanquilla nuestro lema era: Por la sagrada utilidad de la belleza salvemos nuestros molinos de viento. Pues eso, años después reivindicamos la idealización de los molinos como elementos espirituales, del paisaje, de la belleza y de la épica industrial.
Nos cabe el honor de ser los aragoneses, posiblemente, los primeros en nuestro país en construir molinos de viento, merced al privilegio otorgado en 1200 por el rey Pedro II a Pedro de Vilanova, a quien concede su construcción en exclusiva con la obligación de entregar al soberano la décima parte de los ingresos.
Razones no nos faltan. Ahora hay que ponerse manos a la obra para lograr que todos los que se alzan en suelo aragones vuelvan a recobrar la vida que tuvieron.