Están a punto de concluir los trabajos para dotar a Malanquilla de su sendero del agua, la nieve y el viento y con ellos una legislatura marcada por los logros, fruto de la dedicación y el empeño de una corporación ejemplar.
Este cronista, que lo es de Malanquilla no de la corporación municipal de turno y que ha ejercicio su cometido bajo el mandato de diferentes signos políticos desde 1982, no tiene reparos en dedicar un merecido elogio al actual ayuntamiento, como lo ha hecho en otras ocasiones con otras corporaciones.
Los cuatro años de mandato que se acercan a su final han dado para mucho en Malanquilla. Un equipo de gobierno capaz y una oposición constructiva son y han sido la base de este nuevo resurgir que todos, al margen de ideologías, debemos aplaudir.
Claro que se quedan asuntos en la cartera, es que Malanquilla no cuenta con 30 ediles y 90 asesores; es la mínima expresión de un ayuntamiento donde tan pronto toca arreglar una tubería, presidir un acto o adecentar una calle y aún así, se ha cumplido con creces con lo que de ellos se esperaba. Justo es el reconocimiento, la gratitud y la admiración.
Una visión amplia y descentralizada de la gestión ha permitido, reordenando las bases de una participación ciudadana activa, que quienes tuvieran algo que aportar lo hicieran, lo cual lejos de personalismos obstruccionistas, ha posibilitado la colaboración de muchos y la consecución de iniciativas impensables de otra manera.
Todo es mejorable, por supuesto, pero ya nos conformaríamos si las siguientes corporaciones estuvieran al mismo nivel. Proyectos ilusionantes hay, cabe exigir a quienes deban abanderarlos, responsabilidad, dedicación y trabajo.
El congreso nacional de Cronistas Oficiales que desde hoy se celebra en Cuenca, acoge también el II Encuentro de Cronistas mexicanos, con cuya asociación mantiene estrechos lazos de hermandad y colaboración la Real Asociación de España.
Malanquilla pionero en tantas cosas, también lo fue en relacionarse con México, meses después del restablecimiento de relaciones diplomáticas, en 1977. El Presidente del Gobierno, Adolfo Suárez acababa de visitar oficialmente México, visita que devolvía el presidente López Portillo, en octubre de aquel 1977.
Sabedores del interés de algunos países iberoamericanos por “adoptar” un molino de viento como símbolo de unión a la madre patria bajo el nexo común de Cervantes y un don Quijote universal, trasladamos la propuesta de “adoptar “ el de Malanquilla, a la embajada mexicana en Madrid, donde remitimos un completo dossier a la atención nada menos que del presidente Lopez Portillo.
Días después el presidente de México visitaba España y a su encuentro fuimos para entregarle en mano la misma memoria que habíamos dejado en la embajada. Y se la dimos y personalmente tuve ocasión de exponerle brevemente el proyecto.
Luego, pasaron los meses y no sucedió nada pero bueno es dejar constancia de lo que pudo ser y no fue. Una historia intrépida y de aventura que dice por sí misma hasta donde estábamos dispuestos a llegar en Malanquilla por salvar nuestro molino.
Sirva esta inédita anécdota para saludar con todo afecto a los cronistas desplazados desde México para estrechar lazos de amistad con los cronistas españoles.
El Quijote rodeado de banderas iberoamericanas antes de acometer su batalla contra los molinos de viento, vigilado por los medallones de Cervantes y Colón
Para acercarnos a aquéllos años 80 del siglo pasado en que la Asociación cultural de Malanquilla desarrollaba sus actividades, es preciso hacer abstracción del mundo de hoy. De lo contrario, no es posible imaginar ni comprender lo que en los primeros años de la década sucedía en Malanquilla, en la provincia de Zaragoza y en Aragón en general. Han cambiado tanto los tiempos que visto con los ojos de hoy, diríase que hablamos de la prehistoria.
En 1980 ideamos, impulsamos y creamos la Asociación Martínez del Villar. Eran tiempos en los que no existían colectivos similares en los pueblos, a excepción de otras dos asociaciones pujantes con las que rivalizábamos continuamente. Malanquilla, pionero en tantas cosas, contribuyó de manera decisiva a la constitución en otras poblaciones de diferentes colectivos.
Su legado, a día de hoy, nadie lo ha superado ni siquiera por aproximación. Ha habido en estos 40 años algunas iniciativas pero todas han sucumbido sin pena ni gloria.
Y cual es el legado que trato de reivindicar? Pues el conjunto de una obra irrepetible sólo posible en aquél momento y con aquél reducido grupo de personas entusiastas. Se realizaron estudios históricos aportando datos inéditos para la historia local que hoy se repiten hasta la saciedad sin que nadie se acuerde de donde proceden. Se publicó el único libro sobre Malanquilla, de la mano de Jesús Marín. Se celebraron Jornadas culturales en verano, se llevaron a Malanquilla exposiciones itinerantes de la Diputación de Zaragoza, propiciamos otras propias como la de cerámica de Muel, recorrimos la comarca de Calatayud llevando esas exposiciones a diferentes municipios como Torrelapaja, Pomer… Investigamos y pusimos en valor monumentos olvidados de la comarca como la Casa de San Millán de Torrelapaja o la iglesia románica del despoblado de Vadillo, en las inmediaciones de Villarroya de la Sierra. Obviamente todo estaba ahí, no descubrimos nada; también lo estaba el molino pero hasta que aquél grupo de Misión Rescate, en 1977, no se fijó en él, nadie había reparado en su existencia.
A través de constantes publicaciones y referencias en los medios informativos, Malanquilla tomó carta de naturaleza y se posicionó como un pueblo amante de la cultura.
Malanquilla con su asociación empezó a estar presente en foros de estudio y debate, en congresos y jornadas regionales y nacionales. El patrimonio cultural de la localidad se deslizaba a través de las páginas de trabajos, comunicaciones y ensayos que se difundían por toda la geografía.
Eran tiempos de fax, no de email ni teléfonos móviles. Eran tiempos en que la logística consistía en patearse los caminos y los pueblos y en granjearse amistades a golpe de viajes, visitas y llamadas.
Al reivindicar el legado de la asociación de Malanquilla, reivindico el de tantos que supieron ver en aquélla experiencia cultural el futuro y creyeron en ella y el mío propio, tantas veces protagonista de la historia y que a lo largo de 45años, he ayudado a escribir.
Pocos pueden decir que son profetas en su tierra por eso es justo reconocer un pasado esplendoroso sin cuya huella y calado los destinos de Malanquilla hubieran sido otros. Resultaría hoy impagable con dinero la campaña promocional que se hizo entonces y las horas de trabajo invertidas en rescatar a Malanquilla de su tradicional olvido. Reivindicando nuestro pasado inmediato fijamos las bases sobre las que debe asentarse el tiempo que nos toca vivir.
Malanquilla representa la ilusión y la firmeza en la salvaguarda de su molino cervantino. (Fotografía Ayuntamiento de Malanquilla)
En la conmemoración, un año más, de la muerte de don Miguel de Cervantes, genio de las letras españolas, es inevitable recordar ese pasaje del Quijote donde el Caballero de la Triste Figura se enfrenta, ante los aspavientos de su cuerdo escudero, a un molino de viento que, en su mente calenturienta y deseosa de aventuras para ofrecer a su amada Dulcinea, se transforma en gigante con quien pretende librar una cruel y desigual batalla.
Este relato, el más conocido de la universal novela, aun sin el escritor saberlo ni pretenderlo encierra en sí mismo toda una filosofía de vida y eleva a los molinos a la inmortalidad.
El Congreso internacional de molinología celebrado en Estoril (Portugal) en 1965, acordó celebrar cada 23 de abril el día mundial de los molinos de viento. Qué otro día mejor para honrar a estos gigantes del paisaje que el aniversario del fallecimiento de quien hizo de ellos mucho más que unos artilugios de la ciencia superados tecnológicamente.
De no haber sido por el genio creador de Cervantes, hoy los molinos, como los batanes y palomares, serían únicamente construcciones -dignas de conservación, sí- pero sin ese halo de grandeza que la mano de Cervantes les otorgó al incluirles en la novela más universal, infundiéndoles espíritu y vida.
Un molino de viento no es sólo un edificio, generalmente en ruinas o en estado de semi abandono. Representa la lucha, los ideales de un hombre o un pueblo; la necesidad de vencer al contrincante como trofeo que se exhibe ante la amada. El molino simboliza nuestra dudas y miedos, cuántas veces no hicimos algo por temor a ser vencidos por ese gigante que imaginamos y que al final era solo molino y al contrario, más de un trompazo nos hemos llevados por librar batalla contra los gigantes de nuestra mente saliendo aporreados por las aspas del molino.
Los molinos de viento y don Miguel de Cervantes a través de ese nexo común que es El Quijote, marcan una unión indisoluble para la historia. Honremos a Cervantes, honremos a los molinos de viento sintiéndonos orgullosos de habitar el país que le vio nacer y donde todavía se alzan victoriosos bellos ejemplares que adornan el horizonte y nos recuerdan la mítica simbología que ellos, desde su silencio, proclaman. Tengamos la sensibilidad para escucharles y apoyarles.
Hace un buen puñado de años la Diputación General de Aragón me otorgó uno de sus premios de periodismo, coincidiendo con la festividad de San Jorge, que versaba sobre el potencial turístico de la Comunidad de Calatayud. Ha llovido bastante desde entonces y mucho han cambiado las cosas, afortunadamente, para mejor. En aquél artículo, publicado en el Heraldo de Aragón, insistía en la necesidad de dotar a la zona de la suficiente infraestructura para que el turista se sienta cómodo y acogido. De todos es sabido que no basta con poseer en nuestro pueblos con un aliciente turístico de mayor o menor entidad. Se precisa junto a éste los servicios y condiciones que favorezcan el desplazamiento. Hoy en día las vías de comunicación hacen posible que no reparemos en la distancia cuando queremos conocer algo, sin embargo, y por ello, cada vez estamos más necesitados de un buen alojamiento o un restaurante, porque ambas cosas forman parte de nuestro viaje. Si además podemos comprar unas pastas o un recuerdo, si tenemos posibilidad de realizar un recorrido por un sendero turístico, etc., objetico cumplido.
En esta sociedad del ocio que hemos creado, viajar se ha convertido en un sólido aspirante a alcanzar el primer lugar en nuestro particular orden de prioridades. Viajar en todas sus maneras y formas, más cerca y más lejos, a pie, en bici o en automóvil…
Molino de viento de Malanquilla
Atractivo no le faltan a la zona ni recursos turísticos tampoco. Sólo es cuestión de crear la necesidad.
Malanquilla es un claro ejemplo de ello y de superación ante la adversidad. Desde tiempo atrás comprendió que abrazando su historia y su pasado podía posicionarse mejor en la carrera hacia un futuro esperanzador. Para conquistar ese futuro se ha renovado y rejuvenecido el clásico teleclub, reconvertido ahora en moderno y eficaz gastrobar mientras se trabaja en la apertura de una casa rural que en los próximos meses permitirá al visitante pernoctar en el pueblo y ver en todo su esplendor la recién inaugurada iluminación exterior del molino de viento, mediante los más innovadores sistemas de energía.
Castillo de Bijuesca
Pero Malanquilla no es el todo ni el principio y fin de las cosas. Malanquilla es simplemente un pueblico en las faldas del Moncayo, con iniciativas e ilusión y una historia reciente de perseverancia y tesón, digna de elogio, que sabe que su destino debe ir unido al de la propia Comunidad en la que se inserta. Quien crea que en esta sociedad global puede caminar en solitario únicamente por tener un importante patrimonio cultural comete una grave equivocación. Como en otros órdenes de la vida, lo más importante siempre es aceptarse uno como es y sacar, dentro de ello, el mayor partido posible. Así lo hemos entendido siempre en Malanquilla y lejos de querer ser más que nadie hemos aprendido a no ser tampoco menos que nadie. Juntos, el futuro es nuestro.
Conscientes de sus limitaciones pero con la moral muy alta, Malanquilla es centro de atención informática para los medios de comunicación. Su constante actividad se ve reflejada, día sí día no, en las televisiones y radios aragonesas y nacionales.
Recientemente el Gastro Bar Malanquilla Inédita, fue galardonado con un Solete de la Guía Repsol y junto con el Hostal La Venta, conforman la variada oferta gastronómica de Malanquilla.
Los cielos limpios y de baja exposición lumínica, son otro de los atractivos para los amantes de la fotografía y la observación del cielo, sus estrellas y constelaciones.
La actividad no decae y así, para el puente de la Virgen del Pilar se han organizado diferentes actos que van desde la ofrenda de flores a la Virgen, en la iglesia, a una cata de vinos o una visita teatralizada al molino de viento de la mano de Malanquilla Rechita.
Hace unos días se ha balizado el punto que marca el centro geográfico del término municipal, iniciativa que aporta valor a la localidad y contribuye a su conocimiento.
Y además son numerosos los proyectos que se siguen almacenando en cartera y que poco a poco irán viendo la luz.
Malanquilla se reinventa y como en los años 70/80 del siglo pasado vuelve a asombrar a propios y ajenos.
El 23 de diciembre próximo se cumplirán 40 años de la constitución en Malanquilla de la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”. Su sóla mención nos lleva inevitablemente a los más intensos y fecundos años en los que la Cultura con mayúsculas brilló con luz propia en Malanquilla. Su recuerdo nos devuelve a un tiempo irrepetible porque se confabularon diferentes circunstancias que hoy es imposible que se vuelvan a alinear. Habrá otras pero nunca aquéllas y, por lo tanto, los resultados, también serán diferentes, que no peores, pero no iguales.
Artículo de prensa Archivo ASM
Para rememorar este aniversario es preciso tomar conciencia de la España de 1981 y de un Malanquilla en auge y con la moral alta, después de ganar -cuatro años antes- el Trofeo de Oro de Misión Rescate. Aquel trofeo se ganó, pero no fue la meta, sino el punto de partida. Por eso, en el periodo de tiempo que media, no estuvimos con los brazos cruzados, que va… Investigamos, afianzamos nuestros conocimientos e intereses respecto de otros monumentos de algunas localidades de la antigua Comunidad de Calatayud, crecimos y seguimos empeñados en devolver a Malanquilla su protagonismo histórico. La consecuencia fue esta asociación, como cauce desde donde canalizar nuestras ideas e inquietudes, en un momento en el que en Aragón no habían empezado a florecer este tipo de agrupaciones locales.
Pero es que además, habíamos logrado forjar una estrecha relación de amistad con los tres pilares fundamentales de la cultura bilbilitana como fueron el presidente del Centro de Estudios, Alfredo Muñoz, el cronista oficial, Pedro Montón y el propio alcalde de Calatayud, José Galindo, sin olvidar las buenas relaciones que seguíamos manteniendo con los principales medios de comunicación de Zaragoza, forjadas en la atapa de Misión Rescate, cuya aportación fue decisiva entonces, como lo es hoy, para llegar a la opinión pública.
Carlos Ibáñez Guillen I Trofeo Miguel Martínez del Villar. Archivo ASM
A la vista del panorama resultaba evidente que su constitución se hacía necesaria. Las investigaciones y estudios que veníamos desarrollando debían tener una casa común y un altavoz para su divulgación que como particulares no era posible.
Y nos lanzamos a la arena dispuestos a librar una nueva batalla y para ello elegimos el nombre del que fuera Regente del Supremo Consejo de Aragón en 1617, Miguel Martínez del Villar, natural de Munébrega (Zaragoza), como forma de reivindicar su legado.
Segunda parte de la apología del Tratado del Patronato de Calatayud de 1604
Tras los trámites oficiales para su formalización e inscripción en el Registro de Asociaciones, dimos a conocer la nueva asociación, a través de un artículo en Heraldo de Aragón, el 28 de febrero de 1982.
Entre las consecuciones más destacadas, por citar algunas de ellas, podemos mencionar la creación de la biblioteca de Malanquilla a partir de un lote de libros enviado por el Ministerio de Cultura, la entrega del Trofeo Miguel Martínez del Villar a Carlos Ibáñez, la celebración de las Jornadas Culturales, en tres ediciones consecutivas, así como la edición de los Boletines Informativos y la publicación, por parte de Jesús Marín Rubio, de su “Crónica Sentimental de Malanquilla”, sin contar los innumerables trabajos elaborados para desentrañar el pasado histórico y artístico de la nevera, molino, fuente romana, iglesia parroquial, etc.
Tendremos ocasión de detenernos en alguna de estas cuestiones más adelante, que si por separado resultaron de indudable interés para Malanquilla, juntas, propiciaron un nuevo resurgir de la localidad dando continuidad al despertar de 1977.
Por ahora sí me gustaría indicar también que no sólo Malanquilla se benefició de esa asociación, ya que extendimos nuestra acción a diferentes localidades. Acercamos la cultura a Pomer y Brea de Aragón, por ejemplo, mediante exposiciones de artesanía y difundimos y estudiamos monumentos olvidados como la Casa Hospital de Peregrinos de Torrelapaja o la iglesias románicas de Berdejo y del hoy despoblado Vadillo, sin olvidar la labor de incorporación de antiguos molinos de viento como los de Torralba de Ribota, Sestrica, Luna, Tabuenca, Used, Ojos Negros, Sarrión y Jabaloyas, a una incipiente ruta molinera aragonesa, aún hoy pendiente. A todas estas localidades nos desplazábamos frecuentemente, con los medios de entonces, tratando de involucrar a sus autoridades para recobrar su perdido esplendor monumental.
Molino de viento de Tabuenca en 1981. Archivo ASM
Por todo ello y algunas otras cosas, la asociación se convirtió pronto en un referente a nivel provincial. Fuimos pioneros y marcamos un camino que no tardaron en continuar otras entidades en sus respectivas poblaciones. Pusimos, en definitiva, a Malanquilla en el mapa y lo más importante, se creó conciencia colectiva sobre la necesidad de salvaguardar el patrimonio. Algunos frutos de aquélla cosecha se están recogiendo hoy.
40 años después sólo puedo añadir que de no haber existido la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”, habría que haberla inventado.
Desde 1983 hicimos nuestra en Malanquilla la propuesta de celebrar cada 23 de Abril el Día Mundial de los Molinos de Viento, coincidiendo con el aniversario de la muerte de D. Miguel de Cervantes, quien los elevó a la inmortalidad.
En numerosas ocasiones nos hemos asomado a través de los medios de comunicación para festejar esta conmemoración oficiosa. Ahora pretendemos que tome carácter oficial.
Molinos alineados en Consuegra formando “la crestería más bella del mundo”
Para que esta iniciativa se materialice y se convierta en una gozosa realidad, necesito tu firma y apelo a tu sensibilidad como amante de la cultura y la belleza.
Somos muchos los que creemos que un molino de viento es mucho más que un artilugio de desarrollo económico desfasado. Don Quijote se fijó en ellos e incluso libró su más famosa batalla resultando devastado por el feroz zarpazo de sus aspas.
En aquélla ocasión no fueron gigantes malvados sino molinos y dieron con el insigne caballero en el suelo. Pero cuántas veces se tornan gigantes ante nuestro miedo y desconcierto privándonos de una victoria.
Así vio los molinos de viento Salvador Dalí
Ayúdanos con tu firma a devolver su perdido esplendor a los molinos que aún yacen maltrechos sobre los altozanos y a expandir la figura de los que ya han recuperado su vieja fisonomía. Todo ello sería posible si los molinos de viento tuvieran dedicado, de manera oficial, un Día Mundial, con lo que esto significa en cuanto a su divulgación y protección.
Que lo consigamos o no en nada va a cambiar tu vida pero puede detener el inexorable deterioro y la ruina de tantos molinos desarbolados que coronan nuestros cerros.
En un mundo donde sólo parecen movernos intereses materiales, ésta iniciativa, por la sagrada utilidad de la belleza, debe constituir un latido de ilusión y de esperanza capaz de influir hasta en los más cerrados corazones. Salvemos a los molinos de viento!!.
Bajo este lema la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”, de Malanquilla, organizó en 1982 y 1983 las I y II Jornadas Culturales.
Teatro, cine, exposiciones y conferencias, se sucedieron, llenando Malanquilla de cultura con mayúsculas logrando una amplia repercusión en los medios de comunicación.
Gregorio Prieto, el pintor de los molinos, componente de la llamada “Generación del 27” https://es.wikipedia.org/wiki/Generaci%C3%B3n_del_27 fue una de las personalidades destacadas que nos acompañaron aquéllos años, pero la única.
Por allí desfilaron autoridades académicas, religiosas y civiles, haciendo de Malanquilla un paraíso cultural sin comparación a nivel provincial.
José Galindo, alcalde de Calatayud, inaugurando las I Jornadas Culturales de la Asociación MMV, de Malanquilla, 1982
Cómo no recordar a Julio Gabín, Presidente entonces de la Asociación Amigos del Serrablo, de Sabiñánigo (Huesca), incansable protector del conjunto de iglesias de los siglos X y XI de la zona, a José Galindo, Alcalde de Calatayud, médico e investigador, siempre atento a cualquier manifestación cultural, o a Alfredo Muñoz, Presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos, gran amigo y entusiasta de Malanquilla y su causa, sin olvidar al Cronista Oficial de Calatayud, mi querido amigo Pedro Montón, de imperecedero recuerdo. Sobre ellos pilotamos nuestra andadura cultural y nunca les agradeceremos bastante su disponibilidad para acompañarnos en cuantas ocasiones requerimos su presencia.
Alfredo Muñoz interviniendo para TVE en el reportaje grabado sobre la patrulla de Misión Rescate en 1977
Gregorio Prieto tuvo una vinculación muy especial con Malanquilla.
Un buen día, atendiendo a nuestra llamada telefónica y tras hablarle de Malanquilla con la ilusión que siempre logramos contagiar, tuvo a bien invitarme a tomar café en su domicilio de General Perón, en Madrid. Tras esa visita siguieron otras tanto a su casa como a la mía para comer con mi familia. Cuando la relación fue tomando cuerpo, viajamos con él a Malanquilla, con motivo de la colocación de la primera piedra del molino, en junio de 1981, alojándose en nuestra casa del pueblo.
Gregorio Prieto firmando en el libro de honor de la Asociación MMV. 1981Primera piedra del molino en junio de 1981
En una posterior visita, al año siguiente, nos desplazamos con él a Zaragoza para visitar El Pilar y entregar uno de sus cuadros al Museo Camón Aznar.
La relación del pintor con las gentes de Malanquilla y su entonces alcalde, Teófilo Horno, fue siempre de extrema cordialidad y simpatía, parándose a saludar a cuantas personas se acercaban a él. Su ayuda fue de gran importancia en unos años en los que hablar del molino -un completo desconocido- no era tan fácil como hoy.
De su paso por Malanquilla conservamos recuerdos imborrables y un cuadro que el artista regaló al Ayuntamiento y que hoy preside el despacho del alcalde. Pero lo mejor fue haber gozado de su amistad.
Lamentablemente no pudimos disfrutarla mucho tiempo. Una caída con rotura de cadera le mantuvo hospitalizado largo tiempo falleciendo en noviembre de 1992 a los 95 años. (Pulsa para conocer más sobre Gregorio Prieto).
Obsequio a Malanquilla. Cuadro De Gregorio Prieto entregado al ayuntamiento
De su genialidad como pintor poco se puede añadir. Mucho se ha escrito sobre él y su obra, pero de su vinculación con Malanquilla, que le nombró Hijo Adoptivo en 1982, sí somos guardianes de su memoria. La propia Asociación Cultural Martínez del Villar también quiso distinguirle con el título de Miembro de Honor.
Personalmente fue un privilegio acompañarle en aquellos años y mantener una relación de cariño, confianza y respeto.
Gregorio Prieto en Malanquilla con el entonces alcalde Teófilo Horno, en 1981
Malanquilla, pionera en tantas cosas, puede sentirse legítimamente orgullosa de haber creado la denominación, hoy ya comúnmente aceptada, de «La Mancha Aragonesa».
Cuando nadie conocía la existencia de molinos de viento en Aragón, más allá del existente en Bujaraloz, dibujado por Pier María Baldí en 1668, en Malanquilla nos empeñamos en identificar primero y restaurar después, su molino de viento.
Molino de viento de Aguilón
Después vinieron no pocos estudios que nos fueron poniendo en la pista de la existencia de otros ejemplares en suelo aragonés, repartidos por todo el territorio de la Comunidad.
Fue una tarea ardua porque tuvimos que desmontar creencias extendidas que identificaban estos restos con antiguos torreones de fortalezas extinguidas. Hasta el mismo Guitar Aparicio, de reconocido prestigio, confundió el de Malanquilla con un torreón del castillo.
Poco a poco fuimos demostrando que sí eran molinos. Viajamos a los pueblos donde los habíamos identificado y hablamos con sus alcaldes tratando de sembrar en ellos esa semilla molinera que les hiciera florecer un día devolviéndoles el esplendor perdido.
Y así se fue construyendo La Mancha Aragonesa que hoy empieza a ser una realidad. Tabuenca restauró el suyo Ojos Negros, en Teruel, pronto se sumó a la iniciativa y asistimos a su inauguración. Recientemente anuncia obras de reconstrucción el de Sestrica https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/sestrica-restaurara-2021-molino-viento_1444607.html y a buen seguro que otros seguirán ese camino que empezamos en Malanquilla.
Molino de viento de Luna
Para quienes piensen que no tiene sentido invertir en estos viejos y demochados artilugios, baste el ejemplo de Malanquilla que no sólo ha reconstruido el suyo sino que lo mima y lo cuida sabedor del potencial que atesora.
Los molinos de viento en La Mancha y fuera de ella son exponentes de un tipo de arquitectura industrial que entronca con las más auténticas raíces del pueblo. No en vano constituían buena parte de su sustento.
Además, son elementos que han pasado a la inmortalidad gracias al genio de Cervantes y por si fuera poco, en el orden paisajístico, brillan con luz propia. Pocas cosas nos identifican más como nación que los bellos molinos de viento coronando un cerro o un conjunto de ellos sobre una crestería como la de Consuegra.
Molino de viento de Sestrica
Afortunadamente en Zaragoza se valora cuanto significan y la próxima realidad de la Mancha Aragonesa puede convertirse en un revulsivo turístico de primer orden a medio plazo.
Molino de viento de Used
Por aquéllos años 80 en que comenzábamos nuestra particular batalla en Malanquilla nuestro lema era: Por la sagrada utilidad de la belleza salvemos nuestros molinos de viento. Pues eso, años después reivindicamos la idealización de los molinos como elementos espirituales, del paisaje, de la belleza y de la épica industrial.
Nos cabe el honor de ser los aragoneses, posiblemente, los primeros en nuestro país en construir molinos de viento, merced al privilegio otorgado en 1200 por el rey Pedro II a Pedro de Vilanova, a quien concede su construcción en exclusiva con la obligación de entregar al soberano la décima parte de los ingresos.
Razones no nos faltan. Ahora hay que ponerse manos a la obra para lograr que todos los que se alzan en suelo aragones vuelvan a recobrar la vida que tuvieron.
Mientras Mariano alaba la comida que ha preparado la señora Pilar, esposa desde hace más de cincuenta años de Nicomedes, ésta le ofrece un café y unas rosquillas, al estilo de la abuela Jacinta. Se parecen a las típicas rosquillas de anís que todos hemos tomado alguna vez y que últimamente se han puesto de moda en Malanquilla por haber sido protagonistas del reportaje emitido en el programa “Aquí la tierra”, de TVE, pero con una variante, cuyo secreto se transmite de generación en generación, que las hace verdaderamente insuperables.
Así lo estima Mariano que se deshace en elogios.
-Es verdad que no son aptas para diabéticos ni para mantener la línea –comenta- pero ciertamente son una delicia señora Pilar. Tiene usted muy buena mano para la cocina, porque esas migas de antes…. hacía tiempo que no las probaba mejores. Se lo agradezco mucho.
Nicomedes, entretanto, sentado en el sofá frente a la tele, sostiene en sus manos un álbum de fotos repleto de recortes de prensa.
-Déjese de tanta palabrería y venga para acá que le enseño todo esto –le dice a Mariano, sonriendo y en tono amigable.
Nicomedes, aunque por su aspecto rudo pudiera parecer un ser del que uno se alejaría, es un hombre bondadoso que se ha sabido granjear la amistad de todo el vecindario. Siempre ha estado ahí para ayudar a cualquiera y eso tiene su recompensa…
En sus años de labrador era fácil verle echando una mano a cualquiera que hubiera tenido un percance con las máquinas.
Como siempre ha vivido en el pueblo conoce de primera mano cuanto ha sucedido, unas veces por vivencias propias y otras porque muchos han acudido a él a contarle y a pedirle consejo.
Mariano toma asiento junto a él y comienza a ojear el álbum que Nicomedes le ofrece.
-Es una joya lo que tiene usted aquí –exclama- Se refiere a una colección de 6 álbunes repletos de noticias de prensa y fotografías de cuando “Malanquilla despertó”, como le gusta decir a Nicomedes que siempre ha estado muy pendiente de las cosas del pueblo.
– ¿Y esto del OVNI que veo aquí y que antes me comentaba…? –pregunta Mariano-
-Yo lo conozco bien –añade Nicomedes- La primera persona que oyó el relato de aquéllos jóvenes excursionistas de los que habla la prensa fui yo. Estaba cogiendo agua en la fuente nueva cuando regresaban al pueblo con sus bicis los muchachos después de ver aquella cosa y, bastante asustados, me contaron el suceso.
-¿Y cómo fue aquello? –pregunta el viajero, entre sorprendido e incrédulo-. Mire que se oyen casos y a mi aún me cuesta creerlo –prosigue-. No cabe duda de que solos en el universo no vamos a estar, pero qué quiere que le diga señor Nicomedes, me genera cierta desconfianza.
-A usted y a todos –remata el anciano-, si bien le indica que el OVNI de Malanquilla fue un suceso muy particular.
-Verá usted –continúa- cuando oí aquello por boca de los chicos pensé que me estaban tomando el pelo pero luego, hablando con unos y otros en el pueblo, empecé a creer que algo habrían visto. Los conocía a todos y eran buenos chicos, por qué se lo habrían de inventar. Eran sólo unos críos y no me entraba en la cabeza que pudieran hacer algo así. Y la balanza se inclinó favorablemente cuando, después de unos días, unos amigos de Calatayud me dijeron que ellos también habían visto algo el mismo día y sobre la misma hora. Y lo mismo que a mí, otros del pueblo me comentaron que familiares, amigos o conocidos de otros sitios también habían visto algo.
El suceso, ocurrido el 26 de julio de aquel año de 1976, meses después de la muerte de Franco, en una España convulsa y con ansias de libertad, fue recogido con gran profusión por los grandes medios informativos de Zaragoza e incluso por alguna agencia de noticias nacional, que vieron en ello una llamada de atención de un pueblo agonizante, como había sido calificado por el diario de mayor difusión regional, el Heraldo de Aragón, que vaticinaba los más negros presagios en un corto espacio de tiempo. Naturalmente no era el único pueblo que se señalaba en la lista, pero a algunos en Malanquilla esa “puñalada” les interpeló como si de una revelación sobrenatural se tratara. Y ahí comenzó todo. La subjetiva visión de un OVNI fue el aldabonazo que un lugar olvidado necesitaba para hacerse notar.
Entonces no se hablaba de la España vaciada, como ahora, -apunta Nicomedes con un punto de nostalgia-, las cosas eran muy diferentes en los pueblos, tan diferentes que, vistas desde los tiempos de hoy, nos cuesta imaginarlas; no había móviles, por supuesto, pero tampoco teléfonos en los domicilios. Tan sólo contábamos con un locutorio. No había agua corriente en las casas y cuando se proyectaba una película en la plaza teníamos que llevar cada uno nuestra silla.
-Entiendo -dice Mariano expectante-. Y en ese ambiente de desolación, penurias y falta de respuesta de las autoridades, éste suceso vino a alterar el rutinario día a día de la localidad –añadió-.
El 29 de julio, dos días después de la visión perturbadora, tiempo que tardó en llegar a las redacciones la carta enviada a los medios informando del suceso, porque tampoco había correos electrónicos, el diario del Movimiento, “Amanecer” y “El Noticiero”, de corte más sensacionalista, publicaban la noticia:
OVNI en Malanquilla.- Fue visto por seis veraneantes.
El objeto tenía color blanco y desprendía una estela luminosa de color anaranjado. Los testigos fueron unos veraneantes de Malanquilla que habían salido de excursión. José María, Antonio, Mari Luz, Marcelino, Marisol y Jesús vieron un objeto que apareció breves momentos en el cielo para ocultarse detrás de las montañas. El cielo quedó cubierto de gases grisáceos. El Ovni tenía forma de plato.
Según nuestro comunicante, Antonio Sánchez Molledo, uno de los jóvenes excursionistas que observaron el OVNI, es la primera vez que se divisa en la zona del Moncayo un fenómeno semejante y asegura que tras la visión, regresaron despavoridos al pueblo y fueron en busca del alcalde para contarle lo sucedido.
-Tenía que haberlos visto. Sus caras lo decían todo. Otra cosa es que fuera un cacharro de esos de los marcianos o lo que sean, pero que algo vieron, seguro –recalca Nicomedes-.
Cuando llegaron al pueblo, -continúa el anciano-, el alcalde avisó a la guardia civil. No tardaron en subir desde Aniñón y tomaron declaración a todos los chicos, por separado.
-Claro, -apunta Mariano- querrían saber si coincidían las versiones.
-Y coincidieron todas –remata el tío Nicomedes-.
El día 31 de julio “El Noticiero”, de Zaragoza, publicaba a 5 columnas el contenido de la entrevista realizada por teléfono a Antonio “sobrino del alcalde y joven de probada solvencia y seriedad”, -rezaba la noticia- que se abría con un escalofriante titular: “El OVNI sobrevoló por encima de nuestras cabezas”.
Después, el excursionista señala que: “íbamos en bici por la carretera de Ciria, a unos 6 kilómetros del pueblo con la idea de merendar, como hacemos muchas tardes, en la zona del aguadero. Estábamos cantando “viva la gente” y no nos dimos cuenta de nada hasta que uno miró al cielo y nos advirtió del fenómeno cuando ya casi teníamos el OVNI encima de nuestras cabezas”. Preguntado si tuvieron miedo, el joven contesta que no les dio tiempo por lo poco que duró el avistamiento. Tan sólo uno de ellos, el menor, de sólo 8 años, sí se puso a llorar… “Es difícil determinar la distancia pero probablemente no estaría a más de sesenta metros por encima de nosotros cuando durante unos segundos se paró antes de desaparecer a gran velocidad”.
Mariano, tras leer con atención los artículos de prensa y como sumido en una nube que le trasportaba a sus años de juventud, en Extremadura, casi ni atendía a las explicaciones de Nicomedes; sólo leía y leía…
-Don Mariano que se me queda usted ensimismado –exclamó el dueño de la casa al percatarse de que sus comentarios eran inútiles-.
-Perdone usted –le contesta- Estaba abstraído leyendo todo. Me recuerda lo que yo también hice por mi pueblo siendo muy joven. Y la verdad, me parece muy interesante. Por lo que veo, la guinda la puso el “Heraldo de Aragón” unos días después con un gran artículo, no?
-La guinda y el punto sobre la i –interviene Nicomedes-. Realmente fue a partir de ahí cuando Malanquilla despertó y fue consciente de lo que tenía. Fíjese que si hubiera que poner una fecha de comienzo yo pondría esa del 1 de agosto de 1976.
Se refieren ambos a un artículo publicado por el Heraldo a 8 columnas y con dos fotografías, firmado por Jesús Rivases, que se había desplazado a la localidad para entrevistar a los excursionistas y que bajo el título de ¿Un OVNI en Malanquilla?, incidía al mismo tiempo, en los aspectos económicos y sociales de “otra localidad aragonesa olvidada”.
Primeramente, el periodista centra su atención en el relato que los 4 niños que observaron el fenómeno y se encontraban en el pueblo hacen del suceso, para asegurar después, que “se puede afirmar que algo vieron, ovni o no es algo que escapa a lo que aquí podemos determinar”.
Después, entrevista al alcalde, Bernardino Martínez, quien le habla de los problemas de la agricultura en un año de mala cosecha. Indica el regidor, que “mientras en Malanquilla sólo se produce trigo y cebada, en los pueblos de más abajo tienen viñas y demás que diversifican la producción y la rentabilidad. A eso se une que al ser el penúltimo pueblo de la provincia, lindando ya con Castilla, las administraciones se desentienden…”
Finalmente -recuerda Bernardino- que el problema remitiría con la concentración parcelaria solicitada desde hace tres años, pero que continúa sin llegar.
Quizá lo más importante del artículo, además de la visión global que aporta, sea la reflexión final que realiza el periodista tras su visita a Malanquilla:
“El rosario de lamentaciones que es el campo aragonés llega también hasta este pequeño municipio. De las palabras del alcalde se desprenden multitud de conclusiones. ¿Por qué esa ansiada concentración parcelaria lleva tres años de demora empolvada entre una montaña de expedientes? ¿Por qué en Malanquilla hay tres mozas y cuatro mozos de menos de cuarenta años?, pues porque el futuro mejor que todos esperamos está lejos de nuestros pueblos y nuestras tierras. Las posibilidades de los jóvenes son mínimas; cultivar los campos obteniendo irrisorios beneficios y los domingos ir de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta en busca de lo que no pueden encontrar en su lugar de origen. Y las lamentaciones podrían seguir hasta el infinito. Tan sólo una observación: ¿quién se acordaba de que existía un pueblo en la provincia de Zaragoza, de 152 habitantes , llamado Malanquilla hasta que el otro día nos enteramos de que allí –donde no pasa nada- habían visto un OVNI? Culpables, a mi juicio, todos”.
-Ya ve usted Don Mariano –le dice Nicomedes con la añoranza del paso del tiempo en sus ojos- así empezó todo. Y fíjese en las fotografías, una del molino –que el periodista identifica como la torre de un castillo o de una fortificación- y otra del interior del sagrario –que sitúa en la ermita del Santo Cristo del Humilladero no en la parroquia donde se encuentra, pero del que destaca su perfecto estado de conservación-. Y esa fue la pista… De ahí a Misión Rescate hay sólo un paso o tres meses para ser más exacto.
A partir de entonces -concluye el viejo Nicomedes- Malanquilla fue una revolución cultural.