Malanquilla será lo que los malanquillanos quieran

Entramos en recta final hacia unas elecciones que determinarán la composición de ayuntamientos y comunidades autónomas. En todos los casos le elección será decisiva para la buena administración de nuestros conciudadanos y sus intereses. De ahí la importancia de participar en las elecciones. Para exigir o reprochar hay que votar.
En Malanquilla son varias las candidaturas que optan a dirigir los destinos del pueblo desde el sillón municipal durante los próximos cuatro años. De la buena elección depende su futuro inmediato, su viabilidad como pueblo y la mejora necesaria de los servicios.
Mi felicitación a todos los que han decidido dar el paso de presentarse porque me consta su ilusión y su sentido del deber. Ahora le toca a Malanquilla escoger. Que Dios reparta suerte.
Este cronista siempre estará con Malanquilla y la corporación que el pueblo designe.

Alcaldes comprometidos

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Heraldo de Aragón, 21 de junio de 2013

Véase el enlace con la página de Heraldo de Aragón, donde los alcaldes de Malanquilla, Carenas y Castejón, muestran su desacuerdo con la decisión de suprimir el servicio de transporte escolar, una decisión que afecta al único estudiante de Malanquilla.

Alcaldes de pueblos pequeños

Cuando estamos tan acostumbrados a utilizaciones poco honrosas de los cargos públicos, es necesario romper una lanza en favor de aquellos servidores que, en ocasiones, se dejan literalmente la piel en beneficio de sus conciudadanos. Entre éstos quiero fijarme hoy en los alcaldes de los pequeños pueblecitos de nuestra geografía. Ellos, como el de Malanquilla, están pendiente de cualquier necesidad que se plantea en sus municipios. Ellos que, no tienen grandes sueldos ni coche oficial, ellos que cada dos por tres asisten a reuniones de partido, de Diputación o de alcaldes en Calatayud o Zaragoza, a donde acuden con su coche particular y de donde regresan muchas veces ya metidos en la madrugada. Ellos sí son exponente de servidores públicos, ellos que en no pocas ocasiones ejercen el cargo aún perdiendo en lo suyo, en su vida, en su hacienda, en su familia…

No son los únicos, pero sirven para ilustrar esta reflexión personal, donde tambien tendrían cobijo tantos diputados nacionales de buena fe, parlamentarios regionales y concejales del país vasco, por ejemplo, que se han jugado la vida por servir a España desde sus puestos de responsabilidad. Como en todo, la generalización es perversa, pero no es menos cierto que los comportamiento de algunos han logrado desvirtuar y trastocar el fondo de lo que deberían ser sus intachables gestiones. Sirva al menos el ejemplo de éstos, como el alcalde Malanquilla, para devolvernos la fe en nuestros representantes públicos. Afortunadamente buenos alcaldes y políticos los hay, aunque a veces cueste encontrarlos.

Casa consistorial de Malanquilla
(foto asanchezmolledo)