Malanquilla prepara su presencia en la Saca de la Virgen del Castillo
Un acontecimiento que se repite cada 25 años, al menos desde 1711, merece una organización especial. Malanquilla, uno de los pueblos de Concordia que Bijuesca acogerá el próximo día 4 de junio, junto a Reznos, Berdejo, La Alameda, Clares, Carabantes, Torrelapaja, Deza y Torrijo, se encuentra inmerso en los preparativos para la gran cita.
El origen de la tradición comienza con una atroz sequía que asoló los pueblos vecinos, que dependieron de Bijuesca como único suministrador de agua. En agradecimiento, todos los pueblos beneficiados acordaron sacar a la patrona cada 25 años.
Sea como fuere, el próximo 4 de junio, tras un retraso de dos años debido a la pandemia, volverán a reunirse los pueblos de la Concordia, con banderas, curas y alcaldes al frente.
De Malanquilla se espera una nutrida representación. En torno a 150 personas integrarán el cortejo que tiene sus reglas. Serán recibidos por el alcalde de Bijuesca a primera hora de la mañana, al igual que se hará con los restantes pueblos. La tradición marca que durante ese día el alcalde de Reznos ostente el mando para lo cual el de Bijuesca le entrega en el momento del saludo los atributos correspondientes.
Tras los saludos, todos los pendones y banderas subirán procesionalmente hasta la ermita de la Virgen del Castillo para acompañarla en su bajada al pueblo. Otra curiosidad es que en el interior de la capilla únicamente los sacerdotes serán los encargados de hacer llegar la peana con la imagen hasta la puerta, donde ya sí la tomaran los asistentes designados al efecto.
Todo un día lleno de actividades con Eucaristía solemne presidida por el Obispo de Tarazona, comida popular, festival de jotas…
Al acto está prevista la asistencia de numerosas personalidades políticas como el presidente de las Cortes de Aragón, senadores y diputados, representantes comarcales y alcaldes.
Un acontecimiento que no volverá a repetirse hasta 2048.
Solemos decir que un pueblo tiene magia cuando sin saber muy bien por qué nos atrapa, nos envuelve y nos hace volver la mirada cuando nos alejamos como queriendo retener su imagen en nuestra retina.
Malanquilla no tiene mar, aunque lo tuvo, no conserva el más rico patrimonio monumental, aunque tiene lo suyo, no es el pueblo más bonito, aunque resulta chulo. Y por qué entonces solemos escuchar que Malanquilla tiene magia? Pues porque sin ser el principio y el fin de todas las cosas, reúne todo cuanto pedimos cuando hacemos turismo. Su propia localización, a poco más de una hora en coche de la capital, Zaragoza y a algo más de media de Soria, la capital castellana más próxima, hacen de este pueblo un lugar cercano y asequible para muchos. Sus monumentos, especialmente el molino de viento, archiconocido, fotografiado y de gran exposición en redes sociales, contribuyen también a ello, porque sin ser de una grandiosa monumentalidad, sí es casi el único testimonio del universal Don Quijote en Aragón y una rareza en estas tierras. La apuesta de Malanquilla por la cultura desde 1977 ha resultado ser decisiva para esta magia, intangible pero real, que a decir de muchos posee. El variado patrimonio que, además del molino, pasa por su iglesia de grandes dimensiones, con notables retablos renacentistas y barrocos, su fuente romana del siglo I, la ermita románica de Santa María, la torre medieval de La Calderuela, la nevera del siglo XVII, la ermita del Stmo. Cristo del Humilladero del mismo siglo…
Tampoco es cuestión menor -y por ello digno de mención-, la apuesta por el futuro de la actual corporación municipal, que abriendo puertas y ventanas a quien pudiera aportar algo, ha logrado sumar voluntades en pos de la causa.
La oferta gastronómica de Malanquilla no pasa tampoco desapercibida. El nuevo y moderno gastrobar Malanquilla Inédita, con un solete Repsol, unido a la tradición y al buen hacer que representa el restaurante de La Venta de Malanquilla conforman un destino apto para todo tipo de públicos. Porque en realidad qué vamos buscando cuando decidimos salir de la gran ciudad? Yo soy turista y no me basta un precioso monumento aislado que ni siquiera se si voy a poder visitar por dentro. Necesito un mínimo de satisfacciones personales para emprender el viaje. Necesito un restaurante donde comer y un hotel por si decido hacer noche. También quiero enlazar ese motivo que me lleva a viajar con otros monumentos cercanos que pueda aprovechar para visitar. Y todo eso lo tiene Malanquilla. Su recientemente inaugurado hotel y su cercanía con poblaciones de la Comunidad de Calatayud con monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, hacen de Malanquilla un destino seguro y confortable. Podríamos añadir el carácter abierto y campechano de sus gentes, el paisaje, sus atardeceres, la limpieza de sus cielos, lo “arregladico” que está el pueblo… Será verdad entonces que Malanquilla tiene magia? Yo te aseguro que sí. Ven, compruébalo y me lo cuentas.
Para acercarnos a aquéllos años 80 del siglo pasado en que la Asociación cultural de Malanquilla desarrollaba sus actividades, es preciso hacer abstracción del mundo de hoy. De lo contrario, no es posible imaginar ni comprender lo que en los primeros años de la década sucedía en Malanquilla, en la provincia de Zaragoza y en Aragón en general. Han cambiado tanto los tiempos que visto con los ojos de hoy, diríase que hablamos de la prehistoria.
En 1980 ideamos, impulsamos y creamos la Asociación Martínez del Villar. Eran tiempos en los que no existían colectivos similares en los pueblos, a excepción de otras dos asociaciones pujantes con las que rivalizábamos continuamente. Malanquilla, pionero en tantas cosas, contribuyó de manera decisiva a la constitución en otras poblaciones de diferentes colectivos.
Su legado, a día de hoy, nadie lo ha superado ni siquiera por aproximación. Ha habido en estos 40 años algunas iniciativas pero todas han sucumbido sin pena ni gloria.
Y cual es el legado que trato de reivindicar? Pues el conjunto de una obra irrepetible sólo posible en aquél momento y con aquél reducido grupo de personas entusiastas. Se realizaron estudios históricos aportando datos inéditos para la historia local que hoy se repiten hasta la saciedad sin que nadie se acuerde de donde proceden. Se publicó el único libro sobre Malanquilla, de la mano de Jesús Marín. Se celebraron Jornadas culturales en verano, se llevaron a Malanquilla exposiciones itinerantes de la Diputación de Zaragoza, propiciamos otras propias como la de cerámica de Muel, recorrimos la comarca de Calatayud llevando esas exposiciones a diferentes municipios como Torrelapaja, Pomer… Investigamos y pusimos en valor monumentos olvidados de la comarca como la Casa de San Millán de Torrelapaja o la iglesia románica del despoblado de Vadillo, en las inmediaciones de Villarroya de la Sierra. Obviamente todo estaba ahí, no descubrimos nada; también lo estaba el molino pero hasta que aquél grupo de Misión Rescate, en 1977, no se fijó en él, nadie había reparado en su existencia.
A través de constantes publicaciones y referencias en los medios informativos, Malanquilla tomó carta de naturaleza y se posicionó como un pueblo amante de la cultura.
Malanquilla con su asociación empezó a estar presente en foros de estudio y debate, en congresos y jornadas regionales y nacionales. El patrimonio cultural de la localidad se deslizaba a través de las páginas de trabajos, comunicaciones y ensayos que se difundían por toda la geografía.
Eran tiempos de fax, no de email ni teléfonos móviles. Eran tiempos en que la logística consistía en patearse los caminos y los pueblos y en granjearse amistades a golpe de viajes, visitas y llamadas.
Al reivindicar el legado de la asociación de Malanquilla, reivindico el de tantos que supieron ver en aquélla experiencia cultural el futuro y creyeron en ella y el mío propio, tantas veces protagonista de la historia y que a lo largo de 45años, he ayudado a escribir.
Pocos pueden decir que son profetas en su tierra por eso es justo reconocer un pasado esplendoroso sin cuya huella y calado los destinos de Malanquilla hubieran sido otros. Resultaría hoy impagable con dinero la campaña promocional que se hizo entonces y las horas de trabajo invertidas en rescatar a Malanquilla de su tradicional olvido. Reivindicando nuestro pasado inmediato fijamos las bases sobre las que debe asentarse el tiempo que nos toca vivir.
Si hay pasaje que situó a Malanquilla en el mapa y atrajo hacia sí las miradas de propios y extraños es, sin duda, la aparición de aquél OVNI que sobrevoló nuestro cielo en la tarde del 26 de julio de 1976, hace hoy justo 45 años.
Ese día, como tantos otros, cogimos nuestras bicis y con un bocadillo, un grupo de seis muchachos de entre 8 y 15 años, nos dispusimos a pasar un rato de expansión en nuestras vacaciones estivales por la zona del aguadero, esa fuente de aguas casi “milagrosas” tan alabada por las gentes del pueblo.
Estábamos cantando canciones del grupo “Viva la gente”, cuando nos percatamos de que algo extraño se había posado sobre nuestras cabezas a no mucha altura, aunque evidentemente bastante más de aquéllos 60 metros que señalaron algunos medios para, pasados unos segundos, desaparecer por detrás de las montañas de Pomer, dejando tras de sí una estela grisácea. La nave, o el objeto no identificado tenía la forma de dos platos unidos por su parte más ancha, cambiaba constantemente de color. La verdad es que no pudimos fijarnos en nada mas, porque cuando quisimos mirar con detalle se elevó y rápidamente le perdimos de vista.
Con el susto aún en el cuerpo, recogimos las viandas y en nuestras bicis emprendimos el camino de regreso al pueblo, comentando lo sucedido. Miedo? Pues no sentimos exactamente miedo pero sí perplejidad. Lo desconocido siempre genera inquietud y con ese nerviosismo acudimos a ver a Bernardino, el alcalde entonces, a quien de manera atropellada relatamos lo sucedido.
De inmediato le acompañamos al locutorio para llamar por teléfono al jefe de puesto de la Guardia Civil de Aniñón, quien se personó, con dos agentes, en Malanquilla para levantar atestado e interrogar por separado a los seis excursionistas. Uno a uno le fuimos dando nuestra versión que, básicamente era coincidente entre todos, concluyendo el benemérito instituto que de nuestras declaraciones no se podía afirmar que se tratara de una mentira orquestada y que, a su juicio, estaba claro que algo había perturbado la tranquilidad de aquélla tarde veraniega.
Hasta aquí el relato de los hechos.
Como es fácil suponer, desde el mismo momento en que la noticia se fue extendiendo entre el vecindario, aparecieron los defensores y los detractores. Los que creyendo o no la versión de los niños, no le daban más importancia y los que veían negras maniobras en aquél suceso, aún hoy inexplicable.
Siempre, se haga lo que se haga, van a surgir voces discordantes. Quiero recordar la destructiva y feroz campaña emprendida ante la reconstrucción del molino de viento, algo hoy reconocido y valorado por el 99% de la población y que, sin embargo, en los años 77, 78 y siguientes, fue inquisitorialmente perseguido, atacado y casi hundido a no ser por el empeño de unos cuantos y el apoyo decidido del ayuntamiento.
Es fácil imaginar la controversia que originó la visión de algo tan subjetivo como un OVNI. Algunos nos hubieran corrido a palos por la calles del pueblo… Menos mal que pasados unos días, llegaron testimonios de familiares o conocidos, residentes en Calatayud y otros pueblos de la zona, que afirmaban haber visto sobre la misma hora un objeto volante similar al que describíamos. Yo creo a estas alturas que sólo aquello nos salvó de la quema en una plaza pública.
Con la perspectiva que proporciona la distancia del acontecimiento, 44 años ni más ni menos, podemos afirmar que al margen de discusiones bizantinas el OVNI de Malanquilla despertó a una comunidad que estaba ahí aunque silenciosa y en la que como nunca pasaba nada, nunca se hablaba de ella.
Aquel OVNI fue el «puñetazo encima de la mesa» con el que Malanquilla se hizo notar y anunció a todos que estaba deseosa de iniciar un camino sin retorno que aún hoy sigue transitando.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la ocasión y la oportunidad fue sumamente positivo y dio pie a comenzar a investigar un pasado esplendoroso del que poco o nada se sabía entonces. Y aunque hoy el OVNI centre la atención y acapare titulares lo verdaderamente importante fue la etapa siguiente de mucho trabajo y mucha investigación, de cuyas aportaciones, en los tiempos actuales se sigue haciendo uso.
El OVNI sirvió y mucho a los intereses generales del pueblo. Lo mismo que, años después, sirvió y de qué manera, reconstruir el molino haciendo caso omiso a quienes se oponían. Y debemos seguir ignorando a esos agoreros que presagian fracasos cuando otros vemos innovación y proyectos de futuro. Pensemos en positivo, vayamos todos a una y Malanquilla saldrá adelante como ha salido otras veces a lo largo de su historia.
Demostremos, una vez más, que unidos podemos conseguir cualquier objetivo. Menos vociferantes y más manos tendidas, en consonancia con la nueva política municipal, sólo así mañana diremos que hemos ganado al futuro.
Mariano, que se encontraba pasando unos días de descanso en Calatayud, a donde había llegado de su Extremadura natal con intención de conocer los pueblos de la zona, paró su vehículo a la altura de la ermita de Santa María, desde donde ya se divisa Malanquilla, al percatarse de la presencia de un hombre, de aspecto rudo, ya anciano. Se acercó a él, le saludó y rápidamente Nicomedes, el bonachón aldeano, le puso al corriente de cuanto tenía que saber el visitante, con quien pasó la mañana en animada charla. Congeniaron y acabaron tomando unos vinos y unas deliciosas tapas en el Gastrobar del pueblo y después comiendo juntos en la casa del malanquillano.
Mientras Mariano alaba la comida que ha preparado la señora Pilar, esposa desde hace más de cincuenta años de Nicomedes, ésta le ofrece un café y unas rosquillas, al estilo de la abuela Jacinta. Se parecen a las típicas rosquillas de anís que todos hemos tomado alguna vez y que últimamente se han puesto de moda en Malanquilla por haber sido protagonistas del reportaje emitido en el programa “Aquí la tierra”, de TVE, pero con una variante, cuyo secreto se transmite de generación en generación, que las hace verdaderamente insuperables.
Así lo estima Mariano que se deshace en elogios.
-Es verdad que no son aptas para diabéticos ni para mantener la línea –comenta- pero ciertamente son una delicia señora Pilar. Tiene usted muy buena mano para la cocina, porque esas migas de antes…. hacía tiempo que no las probaba mejores. Se lo agradezco mucho.
Nicomedes, entretanto, sentado en el sofá frente a la tele, sostiene en sus manos un álbum de fotos repleto de recortes de prensa.
-Déjese de tanta palabrería y venga para acá que le enseño todo esto –le dice a Mariano, sonriendo y en tono amigable.
Nicomedes, aunque por su aspecto rudo pudiera parecer un ser del que uno se alejaría, es un hombre bondadoso que se ha sabido granjear la amistad de todo el vecindario. Siempre ha estado ahí para ayudar a cualquiera y eso tiene su recompensa…
En sus años de labrador era fácil verle echando una mano a cualquiera que hubiera tenido un percance con las máquinas.
Como siempre ha vivido en el pueblo conoce de primera mano cuanto ha sucedido, unas veces por vivencias propias y otras porque muchos han acudido a él a contarle y a pedirle consejo.
Mariano toma asiento junto a él y comienza a ojear el álbum que Nicomedes le ofrece.
-Es una joya lo que tiene usted aquí –exclama- Se refiere a una colección de 6 álbunes repletos de noticias de prensa y fotografías de cuando “Malanquilla despertó”, como le gusta decir a Nicomedes que siempre ha estado muy pendiente de las cosas del pueblo.
– ¿Y esto del OVNI que veo aquí y que antes me comentaba…? –pregunta Mariano-
Aragón TV en 2020
-Yo lo conozco bien –añade Nicomedes- La primera persona que oyó el relato de aquéllos jóvenes excursionistas de los que habla la prensa fui yo. Estaba cogiendo agua en la fuente nueva cuando regresaban al pueblo con sus bicis los muchachos después de ver aquella cosa y, bastante asustados, me contaron el suceso.
-¿Y cómo fue aquello? –pregunta el viajero, entre sorprendido e incrédulo-. Mire que se oyen casos y a mi aún me cuesta creerlo –prosigue-. No cabe duda de que solos en el universo no vamos a estar, pero qué quiere que le diga señor Nicomedes, me genera cierta desconfianza.
-A usted y a todos –remata el anciano-, si bien le indica que el OVNI de Malanquilla fue un suceso muy particular.
-Verá usted –continúa- cuando oí aquello por boca de los chicos pensé que me estaban tomando el pelo pero luego, hablando con unos y otros en el pueblo, empecé a creer que algo habrían visto. Los conocía a todos y eran buenos chicos, por qué se lo habrían de inventar. Eran sólo unos críos y no me entraba en la cabeza que pudieran hacer algo así. Y la balanza se inclinó favorablemente cuando, después de unos días, unos amigos de Calatayud me dijeron que ellos también habían visto algo el mismo día y sobre la misma hora. Y lo mismo que a mí, otros del pueblo me comentaron que familiares, amigos o conocidos de otros sitios también habían visto algo.
El suceso, ocurrido el 26 de julio de aquel año de 1976, meses después de la muerte de Franco, en una España convulsa y con ansias de libertad, fue recogido con gran profusión por los grandes medios informativos de Zaragoza e incluso por alguna agencia de noticias nacional, que vieron en ello una llamada de atención de un pueblo agonizante, como había sido calificado por el diario de mayor difusión regional, el Heraldo de Aragón, que vaticinaba los más negros presagios en un corto espacio de tiempo. Naturalmente no era el único pueblo que se señalaba en la lista, pero a algunos en Malanquilla esa “puñalada” les interpeló como si de una revelación sobrenatural se tratara. Y ahí comenzó todo. La subjetiva visión de un OVNI fue el aldabonazo que un lugar olvidado necesitaba para hacerse notar.
Entonces no se hablaba de la España vaciada, como ahora, -apunta Nicomedes con un punto de nostalgia-, las cosas eran muy diferentes en los pueblos, tan diferentes que, vistas desde los tiempos de hoy, nos cuesta imaginarlas; no había móviles, por supuesto, pero tampoco teléfonos en los domicilios. Tan sólo contábamos con un locutorio. No había agua corriente en las casas y cuando se proyectaba una película en la plaza teníamos que llevar cada uno nuestra silla.
-Entiendo -dice Mariano expectante-. Y en ese ambiente de desolación, penurias y falta de respuesta de las autoridades, éste suceso vino a alterar el rutinario día a día de la localidad –añadió-.
El 29 de julio, dos días después de la visión perturbadora, tiempo que tardó en llegar a las redacciones la carta enviada a los medios informando del suceso, porque tampoco había correos electrónicos, el diario del Movimiento, “Amanecer” y “El Noticiero”, de corte más sensacionalista, publicaban la noticia:
OVNI en Malanquilla.- Fue visto por seis veraneantes.
El objeto tenía color blanco y desprendía una estela luminosa de color anaranjado. Los testigos fueron unos veraneantes de Malanquilla que habían salido de excursión. José María, Antonio, Mari Luz, Marcelino, Marisol y Jesús vieron un objeto que apareció breves momentos en el cielo para ocultarse detrás de las montañas. El cielo quedó cubierto de gases grisáceos. El Ovni tenía forma de plato.
Según nuestro comunicante, Antonio Sánchez Molledo, uno de los jóvenes excursionistas que observaron el OVNI, es la primera vez que se divisa en la zona del Moncayo un fenómeno semejante y asegura que tras la visión, regresaron despavoridos al pueblo y fueron en busca del alcalde para contarle lo sucedido.
-Tenía que haberlos visto. Sus caras lo decían todo. Otra cosa es que fuera un cacharro de esos de los marcianos o lo que sean, pero que algo vieron, seguro –recalca Nicomedes-.
Cuando llegaron al pueblo, -continúa el anciano-, el alcalde avisó a la guardia civil. No tardaron en subir desde Aniñón y tomaron declaración a todos los chicos, por separado.
-Claro, -apunta Mariano- querrían saber si coincidían las versiones.
-Y coincidieron todas –remata el tío Nicomedes-.
El día 31 de julio “El Noticiero”, de Zaragoza, publicaba a 5 columnas el contenido de la entrevista realizada por teléfono a Antonio “sobrino del alcalde y joven de probada solvencia y seriedad”, -rezaba la noticia- que se abría con un escalofriante titular: “El OVNI sobrevoló por encima de nuestras cabezas”.
Después, el excursionista señala que: “íbamos en bici por la carretera de Ciria, a unos 6 kilómetros del pueblo con la idea de merendar, como hacemos muchas tardes, en la zona del aguadero. Estábamos cantando “viva la gente” y no nos dimos cuenta de nada hasta que uno miró al cielo y nos advirtió del fenómeno cuando ya casi teníamos el OVNI encima de nuestras cabezas”. Preguntado si tuvieron miedo, el joven contesta que no les dio tiempo por lo poco que duró el avistamiento. Tan sólo uno de ellos, el menor, de sólo 8 años, sí se puso a llorar… “Es difícil determinar la distancia pero probablemente no estaría a más de sesenta metros por encima de nosotros cuando durante unos segundos se paró antes de desaparecer a gran velocidad”.
Mariano, tras leer con atención los artículos de prensa y como sumido en una nube que le trasportaba a sus años de juventud, en Extremadura, casi ni atendía a las explicaciones de Nicomedes; sólo leía y leía…
-Don Mariano que se me queda usted ensimismado –exclamó el dueño de la casa al percatarse de que sus comentarios eran inútiles-.
-Perdone usted –le contesta- Estaba abstraído leyendo todo. Me recuerda todo lo que yo también hice por mi pueblo siendo muy joven. Y la verdad, me parece muy interesante. Por lo que veo, la guinda la puso el “Heraldo de Aragón” unos días después con un gran artículo, no?
-La guinda y el punto sobre la i –interviene Nicomedes-. Realmente fue a partir de ahí cuando Malanquilla despertó y fue consciente de lo que tenía. Fíjese que si hubiera que poner una fecha de comienzo yo pondría esa del 1 de agosto de 1976.
Se refieren ambos a un artículo publicado por el Heraldo a 8 columnas y con dos fotografías, firmado por Jesús Rivases, que se había desplazado a la localidad para entrevistar a los excursionistas y que bajo el título de ¿Un OVNI en Malanquilla?, incidía al mismo tiempo, en los aspectos económicos y sociales de “otra localidad aragonesa olvidada”.
Primeramente, el periodista centra su atención en el relato que los 4 niños que observaron el fenómeno y se encontraban en el pueblo hacen del suceso, para asegurar después, que “se puede afirmar que algo vieron, ovni o no es algo que escapa a lo que aquí podemos determinar”.
Después, entrevista al alcalde, Bernardino Martínez, quien le habla de los problemas de la agricultura en un año de mala cosecha. Indica el regidor, que “mientras en Malanquilla sólo se produce trigo y cebada, en los pueblos de más abajo tienen viñas y demás que diversifican la producción y la rentabilidad. A eso se une que al ser el penúltimo pueblo de la provincia, lindando ya con Castilla, las administraciones se desentienden…”
Finalmente -recuerda Bernardino- que el problema remitiría con la concentración parcelaria solicitada desde hace tres años, pero que continúa sin llegar.
Quizá lo más importante del artículo, además de la visión global que aporta, sea la reflexión final que realiza el periodista tras su visita a Malanquilla:
“El rosario de lamentaciones que es el campo aragonés llega también hasta este pequeño municipio. De las palabras del alcalde se desprenden multitud de conclusiones. ¿Por qué esa ansiada concentración parcelaria lleva tres años de demora empolvada entre una montaña de expedientes? ¿Por qué en Malanquilla hay tres mozas y cuatro mozos de menos de cuarenta años?, pues porque el futuro mejor que todos esperamos está lejos de nuestros pueblos y nuestras tierras. Las posibilidades de los jóvenes son mínimas; cultivar los campos obteniendo irrisorios beneficios y los domingos ir de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta en busca de lo que no pueden encontrar en su lugar de origen. Y las lamentaciones podrían seguir hasta el infinito. Tan sólo una observación: ¿quién se acordaba de que existía un pueblo en la provincia de Zaragoza, de 152 habitantes , llamado Malanquilla hasta que el otro día nos enteramos de que allí –donde no pasa nada- habían visto un OVNI? Culpables, a mi juicio, todos”.
Lato -Ya ve usted Don Mariano –le dice Nicomedes con la añoranza del paso del tiempo en sus ojos- así empezó todo. Y fíjese en las fotografías, una del molino –que el periodista identifica como la torre de un castillo o de una fortificación- y otra del interior del sagrario –que sitúa en la ermita del Santo Cristo del Humilladero no en la parroquia donde se encuentra, pero del que destaca su perfecto estado de conservación-. Y esa fue la pista… De ahí a Misión Rescate hay sólo un paso, o tres meses para ser más exacto.
A partir de entonces -concluye el viejo Nicomedes- Malanquilla fue una revolución cultural
El 23 de diciembre próximo se cumplirán 40 años de la constitución en Malanquilla de la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”. Su sóla mención nos lleva inevitablemente a los más intensos y fecundos años en los que la Cultura con mayúsculas brilló con luz propia en Malanquilla. Su recuerdo nos devuelve a un tiempo irrepetible porque se confabularon diferentes circunstancias que hoy es imposible que se vuelvan a alinear. Habrá otras pero nunca aquéllas y, por lo tanto, los resultados, también serán diferentes, que no peores, pero no iguales.
Artículo de prensa Archivo ASM
Para rememorar este aniversario es preciso tomar conciencia de la España de 1981 y de un Malanquilla en auge y con la moral alta, después de ganar -cuatro años antes- el Trofeo de Oro de Misión Rescate. Aquel trofeo se ganó, pero no fue la meta, sino el punto de partida. Por eso, en el periodo de tiempo que media, no estuvimos con los brazos cruzados, que va… Investigamos, afianzamos nuestros conocimientos e intereses respecto de otros monumentos de algunas localidades de la antigua Comunidad de Calatayud, crecimos y seguimos empeñados en devolver a Malanquilla su protagonismo histórico. La consecuencia fue esta asociación, como cauce desde donde canalizar nuestras ideas e inquietudes, en un momento en el que en Aragón no habían empezado a florecer este tipo de agrupaciones locales.
Pero es que además, habíamos logrado forjar una estrecha relación de amistad con los tres pilares fundamentales de la cultura bilbilitana como fueron el presidente del Centro de Estudios, Alfredo Muñoz, el cronista oficial, Pedro Montón y el propio alcalde de Calatayud, José Galindo, sin olvidar las buenas relaciones que seguíamos manteniendo con los principales medios de comunicación de Zaragoza, forjadas en la atapa de Misión Rescate, cuya aportación fue decisiva entonces, como lo es hoy, para llegar a la opinión pública.
Carlos Ibáñez Guillen I Trofeo Miguel Martínez del Villar. Archivo ASM
A la vista del panorama resultaba evidente que su constitución se hacía necesaria. Las investigaciones y estudios que veníamos desarrollando debían tener una casa común y un altavoz para su divulgación que como particulares no era posible.
Y nos lanzamos a la arena dispuestos a librar una nueva batalla y para ello elegimos el nombre del que fuera Regente del Supremo Consejo de Aragón en 1617, Miguel Martínez del Villar, natural de Munébrega (Zaragoza), como forma de reivindicar su legado.
Segunda parte de la apología del Tratado del Patronato de Calatayud de 1604
Tras los trámites oficiales para su formalización e inscripción en el Registro de Asociaciones, dimos a conocer la nueva asociación, a través de un artículo en Heraldo de Aragón, el 28 de febrero de 1982.
Entre las consecuciones más destacadas, por citar algunas de ellas, podemos mencionar la creación de la biblioteca de Malanquilla a partir de un lote de libros enviado por el Ministerio de Cultura, la entrega del Trofeo Miguel Martínez del Villar a Carlos Ibáñez, la celebración de las Jornadas Culturales, en tres ediciones consecutivas, así como la edición de los Boletines Informativos y la publicación, por parte de Jesús Marín Rubio, de su “Crónica Sentimental de Malanquilla”, sin contar los innumerables trabajos elaborados para desentrañar el pasado histórico y artístico de la nevera, molino, fuente romana, iglesia parroquial, etc.
Tendremos ocasión de detenernos en alguna de estas cuestiones más adelante, que si por separado resultaron de indudable interés para Malanquilla, juntas, propiciaron un nuevo resurgir de la localidad dando continuidad al despertar de 1977.
Por ahora sí me gustaría indicar también que no sólo Malanquilla se benefició de esa asociación, ya que extendimos nuestra acción a diferentes localidades. Acercamos la cultura a Pomer y Brea de Aragón, por ejemplo, mediante exposiciones de artesanía y difundimos y estudiamos monumentos olvidados como la Casa Hospital de Peregrinos de Torrelapaja o la iglesias románicas de Berdejo y del hoy despoblado Vadillo, sin olvidar la labor de incorporación de antiguos molinos de viento como los de Torralba de Ribota, Sestrica, Luna, Tabuenca, Used, Ojos Negros, Sarrión y Jabaloyas, a una incipiente ruta molinera aragonesa, aún hoy pendiente. A todas estas localidades nos desplazábamos frecuentemente, con los medios de entonces, tratando de involucrar a sus autoridades para recobrar su perdido esplendor monumental.
Molino de viento de Tabuenca en 1981. Archivo ASM
Por todo ello y algunas otras cosas, la asociación se convirtió pronto en un referente a nivel provincial. Fuimos pioneros y marcamos un camino que no tardaron en continuar otras entidades en sus respectivas poblaciones. Pusimos, en definitiva, a Malanquilla en el mapa y lo más importante, se creó conciencia colectiva sobre la necesidad de salvaguardar el patrimonio. Algunos frutos de aquélla cosecha se están recogiendo hoy.
40 años después sólo puedo añadir que de no haber existido la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”, habría que haberla inventado.
Uno de los más reconocidos escultores de los finales del gótico en Aragón, Gil Morlanes, apodado El Viejo, para distinguirle de su hijo de igual nombre, también escultor, recibe en 1482 el encargo del concejo de Villarroya de la Sierra para la realización de un retablo con destino a la ermita de la Virgen de la Sierra.
Manuel Serrano Sanz, en la Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, de 1917, aporta relevantes datos que nos permiten hacernos una idea de este retablo, lamentablemente ya desaparecido en aquélla época. El propio Serrano, hablando de la colaboración de Morlanes en un retablo para La Seo zaragozana, afirma que mucho más importante es otra que hizo para Villarroya de la Sierra.
“En el año 1482, el concejo de Villarroya de la Sierra le encargaba un retablo para una antigua ermita que, por el sitio en que se halla, era y es aún denominada la Virgen de la Sierra.
Tal obra de arte, como las más de aquel tiempo, ha perecido, acaso más por la acción del hombre que por las injurias de los años. Las condiciones impuestas a Morlanes eran que en el bancal habría doce profetas de diversas edades {con vultos jóvenes, mediados e antigás) con vestiduras rozagantes {copiosos de mantos) puestos en sendos nichos, que separarían pilaretes, cada uno con su rótulo y todos manifestando en sus rostros devoción especial a Nuestra Señora {las caras respirantes a la Virgen) que estaría en medio de ellos con el cadáver de su divino Hijo, transida de dolor, con los improperios o instrumentos de la Pasión, y acompañada, no de San Juan Evangelista o de otro de los Apóstoles, sino del papa San Gregorio, revestido de misa, con un cáliz y el Corpus en la mano, e un capellán pequeño detrás del. Anacronismo que, con otros mil cometidos en el arte religioso, prueban cuan honda era la devoción para sobreponerse al hecho real y buscar tan solamente aquello que más pudiese mover a devoción y llenar el alma de santos pensamientos y de piedad acendrada.
Encima del bancal, que llevaría su forzoso ornato de pulseras, labraría Morlanes un regio sillón donde aparecería la antigua imagen de Nuestra Señora, a la que desde tiempo inmemorial se tributaba culto en aquella ermita; y ya que abajo estaba la Virgen en momentos de agonía arriba se ostentaría en medio de cuatro patriarcas de buen ayre arrodillados y cubiertos con un palio muy conplido.
A más de las figuras reseñadas, habría por todo el cuerpo del retablo ángeles, y todo él se cerraría con puertas en las que otro artista pintaría, por el lado de dentro,historias de la Virgen. Por último, los motivos ornamentales del retablo habían de ser follajes y enlazaduras, curiosa mezcla de elementos.”
El santuario de Virgen de la Sierra se encuentra a 13, 5 km de la localidad zaragozana de Villarroya de la Sierra, a unos 1500 metros de altitud. En él pernoctó Fernando el Católico cuando pasó a Castilla para casarse con la reina Isabel. La imagen titular, sobre una carrasca, haciendo referencia a su aparición, goza de una gran devoción entre todos los pueblos de la zona.
En la imagen que ilustra el proyecto se representa un tronco del que renace un brote nuevo. El perfil del tronco coincide con el de una fotografía del molino de viento antes de su restauración en recuerdo al grupo de Misión Rescate creado en 1976, impulsores de la revitalización de Malanquilla.
Me complace presentar hoy a mis colegas cronistas de España y del mundo, que siguen nuestras actividades a través de la web de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales y a la sociedad en general y a la malanquillana en particular, el innovador proyecto que desde hace unos meses se viene incubando en Malanquilla y que tendrá su puesta de largo el próximo sábado día 11 de julio, a las 18,00 hs, en la iglesia parroquial.
Se trata de canalizar las iniciativas que, con motivo del reverdecimiento que ya es palpable en la localidad y que surgen por cada rincón, aglutinándolas en un proyecto esperanzador destinado a impulsar la actividad socio-cultural con vistas a frenar la despoblación del municipio, mal del que está seriamente afectado, como tantos otros pueblos de España.
Como muy bien se explica en el proyecto, aprobado por el Ayuntamiento Pleno, “rechitar” es una palabra aragonesa que define la acción natural de brotar, volver a salir pequeños tallos y hojas de una planta ya existente. En paralelismo con la palabra rechitar, el objetivo de este proyecto es devolver la vida a una localidad cuya historia se remonta al menos, diez siglos atrás y que podría encontrarse en una de las situaciones más complicadas de su existencia.
Este rebrote, de ahí la importancia del término, no es un brote nuevo en una planta nueva, sino que hinca sus raíces en un árbol con vida, languideciente eso sí, pero vivo aún, del que todavía cuelgan hojas verdes, fruto de aquel “renacer” que supuso la gran aventura iniciada en 1976 con la creación del grupo de Misión Rescate que, tan sólo un año después, se alzó con el Trofeo de Oro de la organización, suponiendo un verdadero revulsivo para la localidad.
Aquel movimiento, comparable a nivel local a lo que sería en Madrid “la movida”, está viviendo un nuevo amanecer, adaptado a las nuevas formas de comunicación y presentación que imponen los tiempos.
Malanquilla ilusiona años después de asistir impotentes a un lento pero inexorable resquebrajamiento de su corteza y ramas.
Por eso no ha podido ser más acertado el logo identificativo que se ha escogido para esta proyecto aglutinador, plural y abierto. Nada menos que la silueta del antiguo molino de viento, en ruinas, símbolo del renacer cultural de Malanquilla y de su capacidad integradora para acometer nuevos retos, al que se ha querido dar forma de tronco del que asoma un brote verde esperanza que rezuma ilusión y entusiasmo.
Como no podía ser de otra manera, este cronista se enorgullece de éste y de cuantas iniciativas se están abanderando en Malanquilla, convirtiendo al municipio en un auténtico paraíso para la “lluvia de ideas” de la que tan necesitados están los pequeños pueblos de nuestra geografía.
Desde el agradecimiento a una corporación, formada por representantes de Ciudadanos y el PSOE, pero que han entendido que sólo unidos es posible caminar y que ahora auspicia este nuevo proyecto, me pongo a disposición de sus promotores para colaborar, aunando esfuerzos y remando juntos en la misma dirección. Si hay alguna posibilidad de prolongar la vida de Malanquilla, es ésa. Todo lo demás resultará baldío. La supervivencia de un pueblo está en juego. Si nos dejamos llevar por la apatía y la desgana, si nos da miedo el compromiso, a ver cómo les contamos mañana a nuestros descendientes que hubo un pueblo en el que están ancladas nuestras raíces y que desapareció porque no fuimos capaces de frenar su despoblación. Al menos debemos intentarlo.
Histórica fotografía del molino de viento en ruinas, en 1976. (Foto ASM, archivo del cronista)
A medida que uno va cumpliendo años y, por lo mismo, viviendo experiencias -muchas de ellas desalentadoras- y conociendo algunos de los entresijos que rodean nuestro mundo, no es de extrañar que se apodere de nosotros cierto resquemor, indignación y desconfianza que, evidentemente, a los 20 años no se tiene.
Por mi carácter optimista y bien intencionado, tiendo a pensar que «todo el mundo es bueno» y que las cosas se hacen fijándose en un «bien superior». Siempre lo he creído y me duele en ocasiones tener que dejar de creerlo porque con ello también va mermando la ilusión y la ilusión es tan consustancial con todo tipo de empeños y «locuras» que sin ella me resultaría imposible dar muchos de los pasos que he dado.
Hace muchos años cuando de niño conocí Mallorca me impresionó una frase del escritor y sacerdote mallorquín Miguel Costa i Llovera, que pude ver grabada visitando las cuevas del Drach y Artá, «un latido de ilusión vale por todos los siglos del reposo de las piedras» dicen que dijo el poeta y a mí me vale…
Sin embargo hoy no todo funciona por ilusión o beneficio de la colectividad… El mundo de la cultura en el que me he movido por mis actividades durante la mayor parte de mi vida, también se mueve por intereses más o menos ocultos. Y es que, «poderoso caballero es don dinero».
En una sociedad que reclama permanentemente libertad pocos pueden decir, con todas las consecuencias, que lo son. La mayoría de las veces una subvención, el amiguismo, las pequeñas oligarquías culturales -muy notorias en pequeñas instituciones locales o comarcales- hacen que se pervierta el fin último de su existencia.
Todos los que nos movemos en estos círculos seguro que hemos tenido o hemos visto de cerca alguna experiencia de esas que quitan la ilusión y nos ponen al límite de tirar la toalla… y con la cultura no se juega.
Es hora de reivindicar la democratización de las instituciones ancladas en el pasado que, contra viento y marea, aún sobreviven. Si son úiles y abrazan los principios democráticos sobre los que pivota la sociedad que hemos creado, bienvenidas sean aunque se mantengan a golpe de ayudas oficiales provenientes de nuestros impuestos. Pero si han acabado convirtiéndose en clubs de amiguetes donde se silencia la crítica y se premia la mediocridad y encima lo hacen con esa ayudas de nuestros impuestos, es hora de decir, hasta aquí. Han dejado de cumplir su función y por lo tanto, nada tienen que aportar.
Si miramos a nuestro alrededor, no es difícil encontrar instituciones caudillistas, ancladas en el pasado, que sólo sirven los intereses de su dirigentes y amigos y sinceramente, no me parece mal que lo hagan -es humano-, pero desde su casa y con su dinero.
Muchos empezamos a estar hartos de ver cómo el mundo de la cultura se posiciona políticamente sin pudor, olvidando que ese no es su cometido, a cambio de unos eurillos públicos que les mantengan con vida y con la boca cerrada, igual que su creatividad. Las ayudan son necesarias, claro que sí, pero tanto el que las otorga como quien las recibe deben hacerlo sin contraprestaciones y sin coartar la libertad individual, la crítica y el rigor. Una cosa es el agradecimiento y otra muy distinta el servilismo.
Quizá habría que pensar en endurecer la legislación con respecto a las ONG’s, fundaciones, falsas academias, asociaciones y colectivos varios para someterles a estrictos controles no sólo de legalidad y económicos. que también.
Y enlazando con el comienzo de este artículo, ese bucear entre los entresijos de algunas instituciones y del mundo de la cultura, tan desalentador, como decía, las camarillas y vicios que imperan, los desaires propios o sobre terceras personas y ya decía Montesquieu, «una injusticia hecha a un individuo es una amenaza a toda la sociedad». me ha llevado en los últimos años a renunciar a proyectos, a apartarme de iniciativas y a abandonar colectivos. Y ciertamente, eso y los años, me permiten ser cada vez más libre y opinar sin ataduras de cuanto observo.
Espero y deseo que la democracia llegue ya a las arcaicas estructuras de poder cultural, y con ella se prime el conocimiento y el rigor en lugar del amiguismo y la chabacanería, tan del gusto de nuestros gobernantes.
Si detesto cumplir años no es por envejecer, sino por evitar la carga acumulada de experiencias que, con el sentido crítico que imprimen limitan, finalmente, la espontaneidad, la ilusión y hasta la creatividad.
Antonio Sánchez Molledo Cronista Oficial de Malanquilla
La Diócesis de Tarazona se congratula del nombramiento del bilbilitano Fernando Sebastián como Cardenal
EUROPA PRESS. Tarazona | La Diócesis de Tarazona se ha congratulado del nombramiento del bilbilitano monseñor Fernando Sebastián como nuevo cardenal. El Papa Francisco ha leído este domingo, 12 de enero, la lista de los nombres de los nuevos cardenales, entre los que está Sebastián, arzobispo emérito de Pamplona y Tudela obispo de Pamplona.
El prelado será nombrado cardenal de la Iglesia católica el próximo 22 de febrero, primer consistorio para este efecto del Papa Francisco, han indicado desde la Diócesis de Tarazona en un comunicado.
Monseñor Fernando Sebastián Aguilar nació el 14 de diciembre de 1929 en la ciudad de Calatayud, que pertenece a la Diócesis de Tarazona. El obispo de esta última, Eusebio Hernández, así como el presbiterio diocesano, las religiosas y fieles de la misma han manifestado su «alegría» ante este anuncio y «elevan oraciones por la persona e intenciones» del futuro cardenal.
Sebastián ingresó en la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María (Misioneros Claretianos) en Vic en 1945 y profesó en ella el 8 de septiembre de 1946. Terminados los estudios filosóficos y teológicos en los seminarios propios de la congregación, en Solsona y Valls, respectivamente, fue ordenado sacerdote en Valls el 28 de junio de 1953 por el cardenal Arriba y Castro.
Inmediatamente después, fue a Roma a especializarse en Teología. En 1956 amplió estudios en la Universidad de Lovaina (Bélgica) sobre Filosofía contemporánea, Teología fundamental, Teología y Pastoral de los sacramentos. En 1966, fundó la revista Iglesia Viva, de la que fue director hasta 1971.
Anteriormente, había sido miembro de la Sociedad Mariológica Española (1959) y director de la Revista Ephemerides Mariologicae(1966). En 1967, comenzó su labor docente en la Universidad Pontificia de Salamanca y en 1970 fue elegido decano de la Facultad de Teología, mientras que en septiembre de 1971 fue nombrado rector de la universidad, cargo que desempeñó hasta el 17 de julio de 1979.
Cargos Pastorales
En agosto de 1979, Sebastián fue nombrado obispo de la Diócesis de León por el Papa Juan Pablo II, siendo consagrado como tal el 29 septiembre de ese año. En septiembre de 1991, fue nombrado por el Papa Juan Pablo II Administrador Apostólico de la Diócesis de Málaga. En 1992, fue designado Gran Canciller de la Universidad Pontificia de Salamanca y el 26 de marzo de 1993 nombrado arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela, tomando posesión el 15 de mayo del mismo año.
El prelado participó en seis Asambleas del Sínodo de los Obispos y formó parte de la Comisión preparatoria para la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos dedicada a Europa. En 1994, intervino en el Sínodo de los Obispos sobre la Vida Consagrada.
En junio de 2001, la Universidad Pontificia de Salamanca le entregó la Medalla de Oro en reconocimiento a sus servicios como catedrático, decano, rector y Gran Canciller. En el tiempo comprendido entre el 15 de septiembre de 2003 al 29 de mayo de 2004 desempeñó el cargo de Administrador apostólico de Calahorra y La Calzada-Logroño. En junio de 2004, fue nombrado presidente del Patronato de la Fundación Pablo VI.
En julio de 2007, el Santo Padre aceptó su renuncia como arzobispo de Pamplona y obispo de Tudela que había presentado cuando cumplió los 75 años, dando el relevo a monseñor Francisco Pérez González, el 30 de septiembre de 2007. Liberado del gobierno pastoral, Benedicto XVI le confió la dirección de Lumen Dei como superior general durante aproximadamente un año y el 26 de abril de 2012 le fue impuesta la Medalla de Oro de la Fundación Pablo VI.
Por otra parte, monseñor Sebastián fue secretario general de la Conferencia Episcopal Española entre 1982 y 1988 y vicepresidente de la misma entre febrero de 1993 y hasta 1999, cargo para el que fue reelegido en los años 1996 y 2002. Desde 2011, es miembro de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales.