Solemos decir que un pueblo tiene magia cuando sin saber muy bien por qué nos atrapa, nos envuelve y nos hace volver la mirada cuando nos alejamos como queriendo retener su imagen en nuestra retina.
Malanquilla no tiene mar, aunque lo tuvo, no conserva el más rico patrimonio monumental, aunque tiene lo suyo, no es el pueblo más bonito, aunque resulta chulo. Y por qué entonces solemos escuchar que Malanquilla tiene magia? Pues porque sin ser el principio y el fin de todas las cosas, reúne todo cuanto pedimos cuando hacemos turismo. Su propia localización, a poco más de una hora en coche de la capital, Zaragoza y a algo más de media de Soria, la capital castellana más próxima, hacen de este pueblo un lugar cercano y asequible para muchos. Sus monumentos, especialmente el molino de viento, archiconocido, fotografiado y de gran exposición en redes sociales, contribuyen también a ello, porque sin ser de una grandiosa monumentalidad, sí es casi el único testimonio del universal Don Quijote en Aragón y una rareza en estas tierras. La apuesta de Malanquilla por la cultura desde 1977 ha resultado ser decisiva para esta magia, intangible pero real, que a decir de muchos posee. El variado patrimonio que, además del molino, pasa por su iglesia de grandes dimensiones, con notables retablos renacentistas y barrocos, su fuente romana del siglo I, la ermita románica de Santa María, la torre medieval de La Calderuela, la nevera del siglo XVII, la ermita del Stmo. Cristo del Humilladero del mismo siglo…
Tampoco es cuestión menor -y por ello digno de mención-, la apuesta por el futuro de la actual corporación municipal, que abriendo puertas y ventanas a quien pudiera aportar algo, ha logrado sumar voluntades en pos de la causa.
La oferta gastronómica de Malanquilla no pasa tampoco desapercibida. El nuevo y moderno gastrobar Malanquilla Inédita, con un solete Repsol, unido a la tradición y al buen hacer que representa el restaurante de La Venta de Malanquilla conforman un destino apto para todo tipo de públicos. Porque en realidad qué vamos buscando cuando decidimos salir de la gran ciudad? Yo soy turista y no me basta un precioso monumento aislado que ni siquiera se si voy a poder visitar por dentro. Necesito un mínimo de satisfacciones personales para emprender el viaje. Necesito un restaurante donde comer y un hotel por si decido hacer noche. También quiero enlazar ese motivo que me lleva a viajar con otros monumentos cercanos que pueda aprovechar para visitar. Y todo eso lo tiene Malanquilla. Su recientemente inaugurado hotel y su cercanía con poblaciones de la Comunidad de Calatayud con monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, hacen de Malanquilla un destino seguro y confortable. Podríamos añadir el carácter abierto y campechano de sus gentes, el paisaje, sus atardeceres, la limpieza de sus cielos, lo “arregladico” que está el pueblo… Será verdad entonces que Malanquilla tiene magia? Yo te aseguro que sí. Ven, compruébalo y me lo cuentas.
Antonio Sánchez Molledo, Cronista de Malanquilla, en unión de la Junta Rectora de la Asociación Española de Cronistas Oficiales, es recibido en audiencia en el Palacio de la Zarzuela por el Rey Felipe VI. Entre ambos, el Cronista de Soria, Don Miguel Moreno, ya fallecido y de inolvidable recuerdo.
Cuando se habla de la figura del cronista oficial, muchas veces a la ligera, se olvida el trabajo que desarrollan en sus pueblos y ciudades, las más de las veces, callado y silencioso, en busca de noticias que aporten luz sobre el pasado de esos municipios. Siempre he mantenido que un cronista podrá no hacer mucho por su localidad -como en todo, los hay más o menos activos y más o menos capaces- pero lo que está fuera de toda duda es su entrega y compromiso. Un cronista nunca será un lastre ni un enemigo de la causa y siempre estará ahí para cuando se le requiera. De ahí la importancia de que, también en tiempos modernos se designen nuevos cronistas en nuestros pueblos. No es una figura del pasado o desfasada. Todavía hay muchos que decir y lo vemos cada día.
Desde 1983 vengo participando -con alguna excepción- en los congresos nacionales de la Asociación Española de Cronistas Oficiales, de la que he sido vocal y secretario general a lo largo de dos mandatos. En muchos de ellos he presentado ante mis colegas de España trabajos relacionados con Malanquilla que, posteriormente han sido publicados, sirviendo de referencia para conocer la historia y las vicisitudes de esta ilusión colectiva que es Malanquilla.Y así, en 1986 me refería en Valencia a “la Mancha Aragonesa”, desde Malanquilla. En La Coruña en 1987 hablaba de los molinos de viento en la vertiente atlántica peninsular, mientras que en Ceuta, en 1988 relacionaba los molinos de viento con su más íntima significación ideal.
En 1989, desde Ciudad Real proclamaba a los molinos de viento como algo más que un símbolo regional. En Córdoba, en 1990 me volvía filósofo en mi crónica del devenir de los molinos de viento a través de la historia para elevar al de Malanquilla como símbolo oficial, en Avila, en 1991, tras ser aprobado el escudo local con la imagen del molino.- En Segovia en 1983 hacía un repaso de los “amigos de Malanquilla” que ayudaron en su puesta de largo, centrándome en la figura del Marqués de Lozoya, un grande de España.
De nuevo en Córdoba, en 1984, describía las norias y molinos árabes y en 1995 en Ciudad Real trazaba una simbiosis entre la leyenda y la realidad de los molinos de viento en el paisaje manchego, extendiendo el ámbito a España y Portugal, en Cáceres en 1996.
En otros trabajos me he referido también a la religiosidad popular en Malanquilla, a su demografía desde el siglo XIV y a otras construcciones que conforman su conjunto monumental, hasta llegar a 2019, en Baeza, donde se presenta el anteproyecto del Sendero del Agua, Nieve y Viento de Malanquilla, que acaba de ser aprobado oficialmente por la Diputación General de Aragón.
Y no, no soy una excepción entre mis compañeros, ni siquiera el que más aporta, ni mucho menos… Sirva mi modesta trayectoria, referida únicamente a mi relación con la Asociación de Cronistas, como ejemplo de lo que están perdiendo tantos municipios con historia propia que no tienen quien la cuente ni reescriba.
Ayuntamientos!!, alcaldes!!, no sé que están esperando ni qué tiene que pasar para que designen a sus cronistas. Un cronista es Bueno, Bonito y Barato para el municipio y además es gratuito.
Mariano, que se encontraba pasando unos días de descanso en Calatayud, a donde había llegado de su Extremadura natal con intención de conocer los pueblos de la zona, paró su vehículo a la altura de la ermita de Santa María, desde donde ya se divisa Malanquilla, al percatarse de la presencia de un hombre, de aspecto rudo, ya anciano. Se acercó a él, le saludó y rápidamente Nicomedes, el bonachón aldeano, le puso al corriente de cuanto tenía que saber el visitante, con quien pasó la mañana en animada charla. Congeniaron y acabaron tomando unos vinos y unas deliciosas tapas en el Gastrobar del pueblo y después comiendo juntos en la casa del malanquillano.
Mientras Mariano alaba la comida que ha preparado la señora Pilar, esposa desde hace más de cincuenta años de Nicomedes, ésta le ofrece un café y unas rosquillas, al estilo de la abuela Jacinta. Se parecen a las típicas rosquillas de anís que todos hemos tomado alguna vez y que últimamente se han puesto de moda en Malanquilla por haber sido protagonistas del reportaje emitido en el programa “Aquí la tierra”, de TVE, pero con una variante, cuyo secreto se transmite de generación en generación, que las hace verdaderamente insuperables.
Así lo estima Mariano que se deshace en elogios.
-Es verdad que no son aptas para diabéticos ni para mantener la línea –comenta- pero ciertamente son una delicia señora Pilar. Tiene usted muy buena mano para la cocina, porque esas migas de antes…. hacía tiempo que no las probaba mejores. Se lo agradezco mucho.
Nicomedes, entretanto, sentado en el sofá frente a la tele, sostiene en sus manos un álbum de fotos repleto de recortes de prensa.
-Déjese de tanta palabrería y venga para acá que le enseño todo esto –le dice a Mariano, sonriendo y en tono amigable.
Nicomedes, aunque por su aspecto rudo pudiera parecer un ser del que uno se alejaría, es un hombre bondadoso que se ha sabido granjear la amistad de todo el vecindario. Siempre ha estado ahí para ayudar a cualquiera y eso tiene su recompensa…
En sus años de labrador era fácil verle echando una mano a cualquiera que hubiera tenido un percance con las máquinas.
Como siempre ha vivido en el pueblo conoce de primera mano cuanto ha sucedido, unas veces por vivencias propias y otras porque muchos han acudido a él a contarle y a pedirle consejo.
Mariano toma asiento junto a él y comienza a ojear el álbum que Nicomedes le ofrece.
-Es una joya lo que tiene usted aquí –exclama- Se refiere a una colección de 6 álbunes repletos de noticias de prensa y fotografías de cuando “Malanquilla despertó”, como le gusta decir a Nicomedes que siempre ha estado muy pendiente de las cosas del pueblo.
– ¿Y esto del OVNI que veo aquí y que antes me comentaba…? –pregunta Mariano-
Aragón TV en 2020
-Yo lo conozco bien –añade Nicomedes- La primera persona que oyó el relato de aquéllos jóvenes excursionistas de los que habla la prensa fui yo. Estaba cogiendo agua en la fuente nueva cuando regresaban al pueblo con sus bicis los muchachos después de ver aquella cosa y, bastante asustados, me contaron el suceso.
-¿Y cómo fue aquello? –pregunta el viajero, entre sorprendido e incrédulo-. Mire que se oyen casos y a mi aún me cuesta creerlo –prosigue-. No cabe duda de que solos en el universo no vamos a estar, pero qué quiere que le diga señor Nicomedes, me genera cierta desconfianza.
-A usted y a todos –remata el anciano-, si bien le indica que el OVNI de Malanquilla fue un suceso muy particular.
-Verá usted –continúa- cuando oí aquello por boca de los chicos pensé que me estaban tomando el pelo pero luego, hablando con unos y otros en el pueblo, empecé a creer que algo habrían visto. Los conocía a todos y eran buenos chicos, por qué se lo habrían de inventar. Eran sólo unos críos y no me entraba en la cabeza que pudieran hacer algo así. Y la balanza se inclinó favorablemente cuando, después de unos días, unos amigos de Calatayud me dijeron que ellos también habían visto algo el mismo día y sobre la misma hora. Y lo mismo que a mí, otros del pueblo me comentaron que familiares, amigos o conocidos de otros sitios también habían visto algo.
El suceso, ocurrido el 26 de julio de aquel año de 1976, meses después de la muerte de Franco, en una España convulsa y con ansias de libertad, fue recogido con gran profusión por los grandes medios informativos de Zaragoza e incluso por alguna agencia de noticias nacional, que vieron en ello una llamada de atención de un pueblo agonizante, como había sido calificado por el diario de mayor difusión regional, el Heraldo de Aragón, que vaticinaba los más negros presagios en un corto espacio de tiempo. Naturalmente no era el único pueblo que se señalaba en la lista, pero a algunos en Malanquilla esa “puñalada” les interpeló como si de una revelación sobrenatural se tratara. Y ahí comenzó todo. La subjetiva visión de un OVNI fue el aldabonazo que un lugar olvidado necesitaba para hacerse notar.
Entonces no se hablaba de la España vaciada, como ahora, -apunta Nicomedes con un punto de nostalgia-, las cosas eran muy diferentes en los pueblos, tan diferentes que, vistas desde los tiempos de hoy, nos cuesta imaginarlas; no había móviles, por supuesto, pero tampoco teléfonos en los domicilios. Tan sólo contábamos con un locutorio. No había agua corriente en las casas y cuando se proyectaba una película en la plaza teníamos que llevar cada uno nuestra silla.
-Entiendo -dice Mariano expectante-. Y en ese ambiente de desolación, penurias y falta de respuesta de las autoridades, éste suceso vino a alterar el rutinario día a día de la localidad –añadió-.
El 29 de julio, dos días después de la visión perturbadora, tiempo que tardó en llegar a las redacciones la carta enviada a los medios informando del suceso, porque tampoco había correos electrónicos, el diario del Movimiento, “Amanecer” y “El Noticiero”, de corte más sensacionalista, publicaban la noticia:
OVNI en Malanquilla.- Fue visto por seis veraneantes.
El objeto tenía color blanco y desprendía una estela luminosa de color anaranjado. Los testigos fueron unos veraneantes de Malanquilla que habían salido de excursión. José María, Antonio, Mari Luz, Marcelino, Marisol y Jesús vieron un objeto que apareció breves momentos en el cielo para ocultarse detrás de las montañas. El cielo quedó cubierto de gases grisáceos. El Ovni tenía forma de plato.
Según nuestro comunicante, Antonio Sánchez Molledo, uno de los jóvenes excursionistas que observaron el OVNI, es la primera vez que se divisa en la zona del Moncayo un fenómeno semejante y asegura que tras la visión, regresaron despavoridos al pueblo y fueron en busca del alcalde para contarle lo sucedido.
-Tenía que haberlos visto. Sus caras lo decían todo. Otra cosa es que fuera un cacharro de esos de los marcianos o lo que sean, pero que algo vieron, seguro –recalca Nicomedes-.
Cuando llegaron al pueblo, -continúa el anciano-, el alcalde avisó a la guardia civil. No tardaron en subir desde Aniñón y tomaron declaración a todos los chicos, por separado.
-Claro, -apunta Mariano- querrían saber si coincidían las versiones.
-Y coincidieron todas –remata el tío Nicomedes-.
El día 31 de julio “El Noticiero”, de Zaragoza, publicaba a 5 columnas el contenido de la entrevista realizada por teléfono a Antonio “sobrino del alcalde y joven de probada solvencia y seriedad”, -rezaba la noticia- que se abría con un escalofriante titular: “El OVNI sobrevoló por encima de nuestras cabezas”.
Después, el excursionista señala que: “íbamos en bici por la carretera de Ciria, a unos 6 kilómetros del pueblo con la idea de merendar, como hacemos muchas tardes, en la zona del aguadero. Estábamos cantando “viva la gente” y no nos dimos cuenta de nada hasta que uno miró al cielo y nos advirtió del fenómeno cuando ya casi teníamos el OVNI encima de nuestras cabezas”. Preguntado si tuvieron miedo, el joven contesta que no les dio tiempo por lo poco que duró el avistamiento. Tan sólo uno de ellos, el menor, de sólo 8 años, sí se puso a llorar… “Es difícil determinar la distancia pero probablemente no estaría a más de sesenta metros por encima de nosotros cuando durante unos segundos se paró antes de desaparecer a gran velocidad”.
Mariano, tras leer con atención los artículos de prensa y como sumido en una nube que le trasportaba a sus años de juventud, en Extremadura, casi ni atendía a las explicaciones de Nicomedes; sólo leía y leía…
-Don Mariano que se me queda usted ensimismado –exclamó el dueño de la casa al percatarse de que sus comentarios eran inútiles-.
-Perdone usted –le contesta- Estaba abstraído leyendo todo. Me recuerda todo lo que yo también hice por mi pueblo siendo muy joven. Y la verdad, me parece muy interesante. Por lo que veo, la guinda la puso el “Heraldo de Aragón” unos días después con un gran artículo, no?
-La guinda y el punto sobre la i –interviene Nicomedes-. Realmente fue a partir de ahí cuando Malanquilla despertó y fue consciente de lo que tenía. Fíjese que si hubiera que poner una fecha de comienzo yo pondría esa del 1 de agosto de 1976.
Se refieren ambos a un artículo publicado por el Heraldo a 8 columnas y con dos fotografías, firmado por Jesús Rivases, que se había desplazado a la localidad para entrevistar a los excursionistas y que bajo el título de ¿Un OVNI en Malanquilla?, incidía al mismo tiempo, en los aspectos económicos y sociales de “otra localidad aragonesa olvidada”.
Primeramente, el periodista centra su atención en el relato que los 4 niños que observaron el fenómeno y se encontraban en el pueblo hacen del suceso, para asegurar después, que “se puede afirmar que algo vieron, ovni o no es algo que escapa a lo que aquí podemos determinar”.
Después, entrevista al alcalde, Bernardino Martínez, quien le habla de los problemas de la agricultura en un año de mala cosecha. Indica el regidor, que “mientras en Malanquilla sólo se produce trigo y cebada, en los pueblos de más abajo tienen viñas y demás que diversifican la producción y la rentabilidad. A eso se une que al ser el penúltimo pueblo de la provincia, lindando ya con Castilla, las administraciones se desentienden…”
Finalmente -recuerda Bernardino- que el problema remitiría con la concentración parcelaria solicitada desde hace tres años, pero que continúa sin llegar.
Quizá lo más importante del artículo, además de la visión global que aporta, sea la reflexión final que realiza el periodista tras su visita a Malanquilla:
“El rosario de lamentaciones que es el campo aragonés llega también hasta este pequeño municipio. De las palabras del alcalde se desprenden multitud de conclusiones. ¿Por qué esa ansiada concentración parcelaria lleva tres años de demora empolvada entre una montaña de expedientes? ¿Por qué en Malanquilla hay tres mozas y cuatro mozos de menos de cuarenta años?, pues porque el futuro mejor que todos esperamos está lejos de nuestros pueblos y nuestras tierras. Las posibilidades de los jóvenes son mínimas; cultivar los campos obteniendo irrisorios beneficios y los domingos ir de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta en busca de lo que no pueden encontrar en su lugar de origen. Y las lamentaciones podrían seguir hasta el infinito. Tan sólo una observación: ¿quién se acordaba de que existía un pueblo en la provincia de Zaragoza, de 152 habitantes , llamado Malanquilla hasta que el otro día nos enteramos de que allí –donde no pasa nada- habían visto un OVNI? Culpables, a mi juicio, todos”.
Lato -Ya ve usted Don Mariano –le dice Nicomedes con la añoranza del paso del tiempo en sus ojos- así empezó todo. Y fíjese en las fotografías, una del molino –que el periodista identifica como la torre de un castillo o de una fortificación- y otra del interior del sagrario –que sitúa en la ermita del Santo Cristo del Humilladero no en la parroquia donde se encuentra, pero del que destaca su perfecto estado de conservación-. Y esa fue la pista… De ahí a Misión Rescate hay sólo un paso, o tres meses para ser más exacto.
A partir de entonces -concluye el viejo Nicomedes- Malanquilla fue una revolución cultural
Me llega la convocatoria de nuestro Congreso anual de la RAECO, al que este año se une el II Hispano-Mexicano de Cronistas, a celebrar en la ciudad asturiana de Avilés, del 26 al 28 de noviembre próximo. Y lo recibo con especial satisfacción, por cuanto, como tantas y tantas cosas, tuvo que ser aplazado el pasado mes de octubre por la desoladora pandemia que nos está atenazando a todos y que tanto dolor ha causado en España y en el mundo.
Por ello la alegría es doble. Por un lado volver a tener la oportunidad de compartir experiencias, noticias y estudios con los colegas que llegarán de todas las comunidades y por otro, no menos importante, el sentimiento, que con esta realidad se acrecienta, de volver a la normalidad que ya esperábamos impacientes.
Congreso de Ciudad Real en 1995Congresistas en Santiago de Compostela en 1987
El Comité de Honor está encabezado por S.M. EL REY D. FELIPE VI, Presidente de Honor y Primer Cronista del Reino y lo integran diversas personalidades como el Presidente del Principado de Asturias, la Alcaldesa del Ayuntamiento de Avilés, el Rector Magnífico de la Universidad de Oviedo y el Presidente Federación Española de Municipios y Provincias, entre otros destacados miembros de la sociedad intelectual asturiana, española y mexicana.
A lo largo de casi tres días los cronistas expondrán diferentes trabajos relacionados con la comunidad que nos acogerá, principalmente, aunque también queda abierta la posibilidad de contar otros estudios locales de interés general.
Reunión con el Alcalde de Madrid en 1995
Como Cronista de Malanquilla, participaré, como he venido haciendo en la mayoría de los que se han convocado desde 1982, representando a mi localidad y presentando un trabajo sobre los molinos de viento que poblaron y aún pueblan la vertiente atlántica peninsular.
De la importancia del trabajo que venimos ofreciendo los cronistas de España puede servir el hecho cierto de la ingente cantidad de datos y noticias que elaboramos tras muchas jornadas de archivos y bibliotecas y que luego se repiten incansablemente en nuestras localidades cada vez que uno se refiere al pasado histórico de las mismas, las más de las veces, sin caer en la cuenta de que esas noticias no se deben a la sabiduría popular sino a un decidido trabajo de investigación.
Reunión con la Ministra de Cultura en 1994
Aragón que cuenta con una extensa nómina de cronistas a lo largo de su historia hoy es una de la comunidades con menor representación. La figura del cronista oficial en cada municipio sigue siendo una reivindicación y una necesidad. De ello hablaremos en otra ocasión. Nos vemos en Avilés compañeros.
El 23 de diciembre próximo se cumplirán 40 años de la constitución en Malanquilla de la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”. Su sóla mención nos lleva inevitablemente a los más intensos y fecundos años en los que la Cultura con mayúsculas brilló con luz propia en Malanquilla. Su recuerdo nos devuelve a un tiempo irrepetible porque se confabularon diferentes circunstancias que hoy es imposible que se vuelvan a alinear. Habrá otras pero nunca aquéllas y, por lo tanto, los resultados, también serán diferentes, que no peores, pero no iguales.
Artículo de prensa Archivo ASM
Para rememorar este aniversario es preciso tomar conciencia de la España de 1981 y de un Malanquilla en auge y con la moral alta, después de ganar -cuatro años antes- el Trofeo de Oro de Misión Rescate. Aquel trofeo se ganó, pero no fue la meta, sino el punto de partida. Por eso, en el periodo de tiempo que media, no estuvimos con los brazos cruzados, que va… Investigamos, afianzamos nuestros conocimientos e intereses respecto de otros monumentos de algunas localidades de la antigua Comunidad de Calatayud, crecimos y seguimos empeñados en devolver a Malanquilla su protagonismo histórico. La consecuencia fue esta asociación, como cauce desde donde canalizar nuestras ideas e inquietudes, en un momento en el que en Aragón no habían empezado a florecer este tipo de agrupaciones locales.
Pero es que además, habíamos logrado forjar una estrecha relación de amistad con los tres pilares fundamentales de la cultura bilbilitana como fueron el presidente del Centro de Estudios, Alfredo Muñoz, el cronista oficial, Pedro Montón y el propio alcalde de Calatayud, José Galindo, sin olvidar las buenas relaciones que seguíamos manteniendo con los principales medios de comunicación de Zaragoza, forjadas en la atapa de Misión Rescate, cuya aportación fue decisiva entonces, como lo es hoy, para llegar a la opinión pública.
Carlos Ibáñez Guillen I Trofeo Miguel Martínez del Villar. Archivo ASM
A la vista del panorama resultaba evidente que su constitución se hacía necesaria. Las investigaciones y estudios que veníamos desarrollando debían tener una casa común y un altavoz para su divulgación que como particulares no era posible.
Y nos lanzamos a la arena dispuestos a librar una nueva batalla y para ello elegimos el nombre del que fuera Regente del Supremo Consejo de Aragón en 1617, Miguel Martínez del Villar, natural de Munébrega (Zaragoza), como forma de reivindicar su legado.
Segunda parte de la apología del Tratado del Patronato de Calatayud de 1604
Tras los trámites oficiales para su formalización e inscripción en el Registro de Asociaciones, dimos a conocer la nueva asociación, a través de un artículo en Heraldo de Aragón, el 28 de febrero de 1982.
Entre las consecuciones más destacadas, por citar algunas de ellas, podemos mencionar la creación de la biblioteca de Malanquilla a partir de un lote de libros enviado por el Ministerio de Cultura, la entrega del Trofeo Miguel Martínez del Villar a Carlos Ibáñez, la celebración de las Jornadas Culturales, en tres ediciones consecutivas, así como la edición de los Boletines Informativos y la publicación, por parte de Jesús Marín Rubio, de su “Crónica Sentimental de Malanquilla”, sin contar los innumerables trabajos elaborados para desentrañar el pasado histórico y artístico de la nevera, molino, fuente romana, iglesia parroquial, etc.
Tendremos ocasión de detenernos en alguna de estas cuestiones más adelante, que si por separado resultaron de indudable interés para Malanquilla, juntas, propiciaron un nuevo resurgir de la localidad dando continuidad al despertar de 1977.
Por ahora sí me gustaría indicar también que no sólo Malanquilla se benefició de esa asociación, ya que extendimos nuestra acción a diferentes localidades. Acercamos la cultura a Pomer y Brea de Aragón, por ejemplo, mediante exposiciones de artesanía y difundimos y estudiamos monumentos olvidados como la Casa Hospital de Peregrinos de Torrelapaja o la iglesias románicas de Berdejo y del hoy despoblado Vadillo, sin olvidar la labor de incorporación de antiguos molinos de viento como los de Torralba de Ribota, Sestrica, Luna, Tabuenca, Used, Ojos Negros, Sarrión y Jabaloyas, a una incipiente ruta molinera aragonesa, aún hoy pendiente. A todas estas localidades nos desplazábamos frecuentemente, con los medios de entonces, tratando de involucrar a sus autoridades para recobrar su perdido esplendor monumental.
Molino de viento de Tabuenca en 1981. Archivo ASM
Por todo ello y algunas otras cosas, la asociación se convirtió pronto en un referente a nivel provincial. Fuimos pioneros y marcamos un camino que no tardaron en continuar otras entidades en sus respectivas poblaciones. Pusimos, en definitiva, a Malanquilla en el mapa y lo más importante, se creó conciencia colectiva sobre la necesidad de salvaguardar el patrimonio. Algunos frutos de aquélla cosecha se están recogiendo hoy.
40 años después sólo puedo añadir que de no haber existido la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”, habría que haberla inventado.
Estamos acostumbrados a una visión poética y paisajística de los antiguos molinos de viento. Sin embargo, de las muchas aristas desde las que es posible contemplarlos, no podemos olvidar la industrial, que forma parte intrínseca de su origen y razón de ser. Y es ésta una cuestión de gran importacia, relativamente moderna, que permite diferentes enfoques según las disciplinas desde las que se aborde. Los edificios industriales del pasado pueden ofrecer valores, no sólo arquitectónicos, que aconsejan su conservación. Los bienes industriales que la evolución tecnológica ha dejado sin uso, forman parte del patrimonio cultural, sin olvidar la relación entre patrimonio industrial y desarrollo local, lo que incluye la recuperación de paisajes amenazados por la destrucción de sus elementos más singulares.
Los molinos de viento antes que nada fueron construcciones mediante las cuales los núcleos de población que contaron con ellos vieron asegurada su existencia. Por ello es imprescindible, como punto de partida, asociarlos a la memoria colectiva que los identifica con experiencias vitales positivas, aunque el gestor de estos bienes industriales, el molinero, no gozara precisamente de buena fama.
La posibilidad de que un recurso industrial en desuso se reconozca por su valor cultural no depende sólo de sus cualidades objetivas; por ello es tan necesaria su asociación con elementos de percepción social como seguridad, tranquilidad, garantía de vida, sustento…
Frente a otros activos histórico-artísticos como iglesias, monasterios, ruinas arqueológicas, etc., los elementos de uso industrial, superados tecnológicamente, quedan relegados a un segundo plano, ignorando que hoy, estos bienes culturales, constituyen un recurso activo para el fomento de programas integradores de desarrollo sostenible, tanto a escala local y comarcal como regional.
Es preciso considerar a los molinos de viento no como elementos asilados sino en un contexto territorial, de acuerdo con una lectura actual, moderna y científica que se apoya en la política patrimonial marcada por el Instituto del Patrimonio Cultural de España, en cuanto a la protección y conservación del legado de la industrialización a través de Planes específicos.
A partir de 1985, con la promulgación de la Ley del Patrimonio Histórico Español, se comenzó a superar la tradicional idea por la cual la protección sólo pertenece a la historia o al arte para incorporar una nueva perspectiva —la técnica— que facilitó que el patrimonio industrial pudiera protegerse empleando no solo criterios artísticos más o menos restrictivos, sino también etnográficos, científicos o técnicos. En definitiva, se trata de unir cultura y territorio más allá de la descontextualización de la fábrica como meros objetos museísticos.
España cuenta con un patrimonio industrial rico y variado que debe ponerse en valor de cara a una futura recuperación. Lo dicho para los molinos de viento sirve también para referirnos a las antiguas industrias mineras, batanes, molinos de aceite, palomares, etc.
La intervención sobre este patrimonio se justifica por la necesidad de asegurar la conservación de la herencia industrial y popular a nivel nacional, comenzando por la elaboración de un inventario general al que tienen que seguir estudios para el conocimiento de los bienes inventariados y la realización de planes directores que den paso a la redacción de proyectos de intervención para su restauración y conservación.
No puede ser obstáculo en esta lucha ni el gran número de elementos dignos de ser recuperados, más del 80% del patrimonio aragonés se encuentra en poblaciones de menos de 10.000 habitantes, ni el elevado coste de intervención y posterior mantenimiento, ya que, según la Fundación Tarazona Monumental, de cada euro invertido se recuperan 6 de manera directa.
En este mundo globalizado que tantas nuevas oportunidades nos presenta cada día en todos los ámbitos, no podemos quedarnos atrás lamentando una actuación de la administración que, raras veces se produce. Es preciso explorar otros cauces como el mecenazgo que permita, mediante desgravaciones fiscales, llegar a personas de todo el mundo. La gestión del patrimonio cultural en los núcleos rurales requiere conocimientos, paciencia e ilusión pero también ingenio y buenas dotes de persuasión. De todo ello depende el futuro de muchos municipios amenazados por la despoblación.
Molinos de viento: El Toboso. Carlos de Haes, 1865. Fondos del Museo del Prado
Desde 1983 hicimos nuestra en Malanquilla la propuesta de celebrar cada 23 de Abril el Día Mundial de los Molinos de Viento, coincidiendo con el aniversario de la muerte de D. Miguel de Cervantes, quien los elevó a la inmortalidad.
En numerosas ocasiones nos hemos asomado a través de los medios de comunicación para festejar esta conmemoración oficiosa. Ahora pretendemos que tome carácter oficial.
Molinos alineados en Consuegra formando “la crestería más bella del mundo”
Para que esta iniciativa se materialice y se convierta en una gozosa realidad, necesito tu firma y apelo a tu sensibilidad como amante de la cultura y la belleza.
Somos muchos los que creemos que un molino de viento es mucho más que un artilugio de desarrollo económico desfasado. Don Quijote se fijó en ellos e incluso libró su más famosa batalla resultando devastado por el feroz zarpazo de sus aspas.
En aquélla ocasión no fueron gigantes malvados sino molinos y dieron con el insigne caballero en el suelo. Pero cuántas veces se tornan gigantes ante nuestro miedo y desconcierto privándonos de una victoria.
Así vio los molinos de viento Salvador Dalí
Ayúdanos con tu firma a devolver su perdido esplendor a los molinos que aún yacen maltrechos sobre los altozanos y a expandir la figura de los que ya han recuperado su vieja fisonomía. Todo ello sería posible si los molinos de viento tuvieran dedicado, de manera oficial, un Día Mundial, con lo que esto significa en cuanto a su divulgación y protección.
Que lo consigamos o no en nada va a cambiar tu vida pero puede detener el inexorable deterioro y la ruina de tantos molinos desarbolados que coronan nuestros cerros.
En un mundo donde sólo parecen movernos intereses materiales, ésta iniciativa, por la sagrada utilidad de la belleza, debe constituir un latido de ilusión y de esperanza capaz de influir hasta en los más cerrados corazones. Salvemos a los molinos de viento!!.
A medida que uno va cumpliendo años y, por lo mismo, viviendo experiencias -muchas de ellas desalentadoras- y conociendo algunos de los entresijos que rodean nuestro mundo, no es de extrañar que se apodere de nosotros cierto resquemor, indignación y desconfianza que, evidentemente, a los 20 años no se tiene.
Por mi carácter optimista y bien intencionado, tiendo a pensar que «todo el mundo es bueno» y que las cosas se hacen fijándose en un «bien superior». Siempre lo he creído y me duele en ocasiones tener que dejar de creerlo porque con ello también va mermando la ilusión y la ilusión es tan consustancial con todo tipo de empeños y «locuras» que sin ella me resultaría imposible dar muchos de los pasos que he dado.
Hace muchos años cuando de niño conocí Mallorca me impresionó una frase del escritor y sacerdote mallorquín Miguel Costa i Llovera, que pude ver grabada visitando las cuevas del Drach y Artá, «un latido de ilusión vale por todos los siglos del reposo de las piedras» dicen que dijo el poeta y a mí me vale…
Sin embargo hoy no todo funciona por ilusión o beneficio de la colectividad… El mundo de la cultura en el que me he movido por mis actividades durante la mayor parte de mi vida, también se mueve por intereses más o menos ocultos. Y es que, «poderoso caballero es don dinero».
En una sociedad que reclama permanentemente libertad pocos pueden decir, con todas las consecuencias, que lo son. La mayoría de las veces una subvención, el amiguismo, las pequeñas oligarquías culturales -muy notorias en pequeñas instituciones locales o comarcales- hacen que se pervierta el fin último de su existencia.
Todos los que nos movemos en estos círculos seguro que hemos tenido o hemos visto de cerca alguna experiencia de esas que quitan la ilusión y nos ponen al límite de tirar la toalla… y con la cultura no se juega.
Es hora de reivindicar la democratización de las instituciones ancladas en el pasado que, contra viento y marea, aún sobreviven. Si son úiles y abrazan los principios democráticos sobre los que pivota la sociedad que hemos creado, bienvenidas sean aunque se mantengan a golpe de ayudas oficiales provenientes de nuestros impuestos. Pero si han acabado convirtiéndose en clubs de amiguetes donde se silencia la crítica y se premia la mediocridad y encima lo hacen con esa ayudas de nuestros impuestos, es hora de decir, hasta aquí. Han dejado de cumplir su función y por lo tanto, nada tienen que aportar.
Si miramos a nuestro alrededor, no es difícil encontrar instituciones caudillistas, ancladas en el pasado, que sólo sirven los intereses de su dirigentes y amigos y sinceramente, no me parece mal que lo hagan -es humano-, pero desde su casa y con su dinero.
Muchos empezamos a estar hartos de ver cómo el mundo de la cultura se posiciona políticamente sin pudor, olvidando que ese no es su cometido, a cambio de unos eurillos públicos que les mantengan con vida y con la boca cerrada, igual que su creatividad. Las ayudan son necesarias, claro que sí, pero tanto el que las otorga como quien las recibe deben hacerlo sin contraprestaciones y sin coartar la libertad individual, la crítica y el rigor. Una cosa es el agradecimiento y otra muy distinta el servilismo.
Quizá habría que pensar en endurecer la legislación con respecto a las ONG’s, fundaciones, falsas academias, asociaciones y colectivos varios para someterles a estrictos controles no sólo de legalidad y económicos. que también.
Y enlazando con el comienzo de este artículo, ese bucear entre los entresijos de algunas instituciones y del mundo de la cultura, tan desalentador, como decía, las camarillas y vicios que imperan, los desaires propios o sobre terceras personas y ya decía Montesquieu, «una injusticia hecha a un individuo es una amenaza a toda la sociedad». me ha llevado en los últimos años a renunciar a proyectos, a apartarme de iniciativas y a abandonar colectivos. Y ciertamente, eso y los años, me permiten ser cada vez más libre y opinar sin ataduras de cuanto observo.
Espero y deseo que la democracia llegue ya a las arcaicas estructuras de poder cultural, y con ella se prime el conocimiento y el rigor en lugar del amiguismo y la chabacanería, tan del gusto de nuestros gobernantes.
Si detesto cumplir años no es por envejecer, sino por evitar la carga acumulada de experiencias que, con el sentido crítico que imprimen limitan, finalmente, la espontaneidad, la ilusión y hasta la creatividad.
Antonio Sánchez Molledo Cronista Oficial de Malanquilla
Así publicaba El Noticiero, de Zaragoza la visión del OVNI en Malanquilla, en 1977
Los momentos para la historia no los elige uno, objetivamente, son momentos que guarda la memoria colectiva como algo propio. Su sólo recuerdo o mención provoca instintivamente un retroceso en el tiempo, haciéndonos volver a visionar aquéllos acontecimientos. Hoy no es fácil hablar de acontecimientos cuando hasta en el lugar más recóndito de la geografía las nuevas tecnologías, internet sobretodo, campan a su aire y nos acercan al mundo al instante, pero en Malanquilla de 1976 muchas cosas se convertían en acontecimiento. En ocasiones nos resulta casi imposible pensar cómo eran nuestros pueblos sin teléfonos móviles, sin el nivel de presión que hoy, en aras del progreso, nos hemos creado, sin agua corriente incluso en las viviendas… En aquél 1976 fue un acontecimiento que un equipo de TVE se desplazara desde Prado del Rey para grabar un reportaje con la patrulla de rescate. Hasta tal punto lo fue que en los pueblos vecinos no daban crédito y se preguntaban qué pasaba en Malanquilla. Un acontecimiento sin duda cuando el alcalde, -entonces Bernardino Martínez- redactó un bando anunciando a la población hora de llegada del equipo y animando a todos a sumarse a la jornada. Para que todo fuera completo, la noche anterior a esa grabación, el propio alcalde bajaba a Aniñón a comunicar la buena nueva a la Guardia Civil, que naturalmente, tambien hizo acto de presencia al día siguiente. Y con todos estos aditamentos, la jornada de filmación fue un éxito. Cuatro o cinco personas desplazadas desde Madrid, con sus cámaras, pasaron todo el día entre el molino y la fuente romana, la iglesia y la nevera, grabando planos generales con «extras» que cruzaban por delante de las cámaras con íntima satisfacción, para salir en la tele. Entre tanto, los muchachos de misión rescate hablaban y hablaban delante de cada monumento. José María, en la iglesia, Antonio ante el Molino, Javier en la Fuente, Marcelino en la ermita románica, Don Miguel, el maestro, delante de la nevera… etc. Cuando el sábado siguiente Malanquilla, sus gentes y monumentos aparecían en la pequeña pantalla, más de uno pensó que esto era cosa de brujas… y los más sintieron ese orgullo personal e intransferible que sólo aparace ante los hechos más relevantes. Y así, poco a poco Malanquilla se fue acostumbrando a ser protagonista de su propia historia colectiva. Se sucedieron los acontecimientos, vino esa visión provindencial del OVNI, la proclamación de sus primeras reinas de fiestas, el engalanamiento de sus calles con banderines de papel recortados, la reparación de la techumbre de la iglesia mediante suscripción popular, las decenas de artículos en prensa que mostraban a todos una Malanquilla viva y pujante, envidiada y admirada, la creación de la Junta para la reconstrucción del molino de viento y de la asociación cultural Miguel Martínez del Villar, sus jornadas culturales y las visitas, hasta entonces inéditas, del alcalde de Calatayud, del presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos y del cronista oficial de Calatayud.
Malanquilla se acostumbró y empezó a ver con normalidad cotidiana lo que aún seguían siendo acontecimientos, pero que a fuerza de sucederse habían perdido ese componente extraordinario. Cada vez era ya más complejo sorprender a quien en poco tiempo había pasado de cero a cien sin paradas intermedias para reponer aliento… Fue una época prodigiosa, ilusionante, esperanzadora y comprometida. Fue la unión de voluntades, el trabajo desinteresado, el afán de superación y las circunstancias las que hicieron posible esta sucesión de acontecimientos. Nuestra obsesión era Malanquilla y a pesar del tiempo transcurrido, lo sigue siendo.
Ruinas del molino de viento. Grabación del reportaje de Misión Rescate para TVE. (foto asanchezmolledo, 1976)
Alfredo Muñoz, entonces presidente del Centro de Estudios Bilbilitanos, firmando en el libro de honor de la Asociación Cultural Miguel Martínez del Villar, de Malanquilla. I Jornadas Culturales, 1982 (Foto asanchezmolledo)
Julio Gabín, presidente de la Asociación Amigos del Serrablo, firmando en el libro de honor de la Asociación Cultural MMV de Malanquilla, con motivo de la disertación que ofreció en el marco de las II Jornadas Culturales, 1983 (Foto asanchezmolledo)
El Heraldo de Aragón daba cuenta de las Jornadas culturales en Malanquilla
José Galindo, alcalde de Calatayud, inaugurando las I Jornadas Culturales de la Asociación MMV, de Malanquilla, 1982 (Foto asanchezmolledo)
El alcalde de Calatayud durante la conferencia que ofreción en Malanquilla, 1982 (foto asanchezmolledo)
Pedro Montón, cronista de Calatayud, en su visita a Malanquilla con motivo de las III Jornadas Culturales de la Asociación MMV, 1984 (Foto asanchezmolledo)
El cronista de Calatayud, firmando en el libro de honor de la Asociación MMV
Representación teatral en Malanquilla. En la imagen, Antonio Sánchez, Celia Villarroya y Pilar Velilla. 1979, (foto jsanchezmolledo)
Representación teatral en Malanquilla dirigida por Ricardo Sánchez. 1983 (foto asanchezmolledo)
Reina y damas de honor de las fiestas de Malanquilla de 1982 (foto asanchezmolledo)
Gregorio Prieto firmando en el libro de honor de la Asociación MMV. 1981 (foto asanchezmolledo)
El pintor de la generación del 27, Gregorio Prieto, inaugurando una exposición de la Asociación MMV, en presencia de los alcaldes de Malanquilla (izquierda) y Calatayud (a la derecha). 1982 (foto asanchezmolledo)
Dibujo original de Gregorio Prieto, con motivo de su visita a Malanquilla en julio de 1981 (foto asanchezmolledo)
Dibujo de Gregorio Prieto donado a través de la Asociación Cultural MMV
al Museo Camón Aznar, de Zaragoza. Al ayuntamiento de Malanquilla
le obsequió con otro dibujo original. (foto asanchezmolledo)
Carlos Ibañez, funcionario del ministerio de Cultura y primo del entonces presidente del gobierno Leopoldo Calvo Sotelo, tras recoger el trofeo de la Asociación MMV por su inestimable colaboración
Fotografía dedicada de Hipólito Gómez de las Roces, presidente del Partido Aragonés Regionalista
Fotografía dedicada de Manuel Fraga Iribarne, presidente-fundador de Alianza Popular
Fotografía dedicada de Felipe González, presidente del gobierno
Fotografía dedicada por Adolfo Suárez, ex presidente del gobierno
Portada del Boletín informativo de la Asociación Cultural MMV, de Malanquilla, de octubre de 1984 con un esplendido dibujo a plumilla original de Julio Gavín, presidente de «Amigos del Serrablo»
El grupo de Misión Rescate num. 26, de Malanquilla, ganador del Trofeo de Oro en 1977. Abajo a la izquierda Marcelino y Enrique a la derecha. En la parte superior de izquierda a derecha, Javier, José María, el prefesor jefe Mihuel Velilla y Antonio. Toledo, 1977
El mismo grupo tras su visita al gobernador civil de Cádiz, con motivo del viaje cultural por España con que fueron obsequiados por el ministerio de cultura como ganadores del Trofeo de Oro de Misión Rescate 1977
El francés André Masson (1896 – 1987) fue uno de los pintores más ricos, originales y complejos de la segunda mitad del siglo XX, y España, sus pueblos y sus paisajes, algunos de los motivos más intensos de una singular etapa pictórica.
Hace unos meses publiqué en Heraldo de Aragón un artículo sobre el pasó de este artista por Aragón en 1935, en una de las incursiones que realizó por España durante los dos años que residió en Tosa de Mar, entonces refugio de artistas e intelectuales. “Masson estuvo fascinado por las tierras españolas, por sus fuerzas telúricas. Para él, España era el país de la revolución, de la corrida, donde podía sentir la fuerza de la mitología y de la tierra, que son los elementos más característicos de su obra”, me explicó Camille Morando, doctora en Historia del Centro Pompidou de París y especialista en la obra del francés.
De aquellas introspecciones por la España interior captó personalísimas visiones con una profusión de elementos que remitían a la tierra, lo autóctono y a iconos de lo español, como motivos cervantinos, molinos, toros o campos de labranza.
En su paso por Aragón pintó dos vistas del pequeño pueblo de Ibdes, en la comarca de Calatayud (provincia de Zaragoza) uno de los cuales, un óleo típicamente massoniano por el color, la luminosidad y la presencia de gallos -símbolo del sacrificio, muy frecuentes en su obra-, se exhibe en la Tate Modern de Londres.
Pero había una tercera obra que él simplemente había llamado “Sierra Aragonesa”, cuya identificación del paisaje modelo se desconocía y sobre la que no aparecía mención alguna en su correspondencia y documentos personales. Se da la circunstancia que esta obra, en la actualidad en una colección particular parisina, había formado parte de las principales exposiciones retrospectivas del artista en exposiciones de París, Nueva York, Houston, Florencia, Londres y Madrid.
Los rasgos y los rojos intensos del paisaje invitaban a pensar que se trataba de otro paraje de la comarca de Calatayud -más teniendo en cuenta que Masson realizaba sus incursiones a pie-, lo que corroboraron naturalistas, periodistas y profesionales conocedores de la zona con los que consulté. Pero había un elemento esencial y definitorio en el cuadro: un molino central, representado como una construcción ilusoria y llameante, que no podía ser otro que el del pueblo de Malanquilla. Pero la perspectiva enrevesada, la desproporción desconcertante y el equilibrio amenazado que mostraba el cuadro no permitían descifrar la silueta sugerida del pueblo que el francés había inmortalizado, ni la perspectiva desde la que habría tomado los apuntes de aquel horizonte expatriado al país del surrealismo.
Siguiendo al artista
Hice entonces mi particular camino de Masson por la zona de Calatayud, recorrí los alrededores de Malanquilla y oteé los límites de aquella vista hasta encontrar el punto donde entiendo que Masson se sentaría e interiorizaría la panorámica (en la fotografía). Fusionó perspectivas e incorporó eclécticamente elementos de un gran angular – caminos, una ermita en el horizonte, restos de parideras, etc…- en una sola visión pictórica en la que el molino de aspas encendidas es el elemento central, en un paisaje intenso, fogoso, de geología embravecida bajo un cielo orgánico y vivo.
Malanquilla
Molino de Malanquilla (foto asanchezmolledo)
Malanquilla es el pueblo más septentrional de la comarca de Calatayud y antesala de las espaldas de la cumbre del Moncayo. “La aproximación hacia el pueblo de Malanquilla es muy espectacular, y el pintor debió de quedarse impresionado”, me explicó Antonio Sánchez Molledo, estudioso de los molinos aragoneses y natural del municipio. “En Aragón, este es el único molino que se encuentra en un paraje tan amplio y vistoso, y aunque en el 35 estaba en ruinas era perfectamente identificable”. El molino es “todo un símbolo de Malanquilla, fue pionero en lo que luego se ha dado en llamar ‘La mancha aragonesa’. Es un auténtico molino cervantino, de corte manchego”, y fue rehabilitado recientemente.
Masson fue un artista prolífico e incansable, que exploró distintos mundos y periodos, desde el cubismo, el automatismo o la abstracción, siempre con una gran independencia creadora e intelectual que se advierte especialmente en su etapa española, un periodo que resultaría esencial para abrirle su visión del hombre y el camino hacia su posterior etapa, que viviría en el exilio americano.
Fue un verdadero placer reencontrarme el domingo 15 de enero con un cuadro surrealista de Masson que está expuesto en la Tate Britain. Es divertido poder ver un cocodrilo formado por las rocas del fondo del paisaje de Ibdes. La periodista Mercedes Penacho escribía el artículo con un estudio de fondo muy interesante. Conocía a Mercedes Penacho por su interés por Goya y sus investigaciones y viajes a Estados Unidos sobre el arte aragonés medieval y renacentista perdido y reencontrado sobre todo en California, ricos empresarios americanos enamorados del arte español.
Yo suelo ir al Tate Britain, que me gusta más que el Tate Modern, para disfrutar de los prerrafaelistas de los que estoy enamorado de sus pinturas.
Reproduzco el interesantísimo artículo de Mercedes Penacho.