Entramos en recta final hacia unas elecciones que determinarán la composición de ayuntamientos y comunidades autónomas. En todos los casos le elección será decisiva para la buena administración de nuestros conciudadanos y sus intereses. De ahí la importancia de participar en las elecciones. Para exigir o reprochar hay que votar. En Malanquilla son varias las candidaturas que optan a dirigir los destinos del pueblo desde el sillón municipal durante los próximos cuatro años. De la buena elección depende su futuro inmediato, su viabilidad como pueblo y la mejora necesaria de los servicios. Mi felicitación a todos los que han decidido dar el paso de presentarse porque me consta su ilusión y su sentido del deber. Ahora le toca a Malanquilla escoger. Que Dios reparta suerte. Este cronista siempre estará con Malanquilla y la corporación que el pueblo designe.
Fotografías de 1978, archivo Antonio Sanchez Molledo
La Semana Santa en Malanquilla huele a incienso y a recuerdos de juventud. Hubo un tiempo en el que, durante algunos años, viví estos días de pasión en Malanquilla. Cada Semana Santa aquel recuerdo me persigue porque su autenticidad dejó huella en mi mente. Con 20 años uno es impresionable y algunas cosas, por infrecuentes, se apoderan de nosotros. Uno con 20 años, tiene grabadas en su retina las imágenes de las semanas santas convencionales, con grandes pasos, bandas de música imponentes, miles de flores y penitentes… y nada de esto se encuentra en Malanqulla. Quizá por eso, por el contraste, los días de pasión quedaron grabados entre los recuerdos imperecederos. Es como pasar del blanco al negro sin gama de grises intermedios. Malanquilla es autenticidad y recogimiento, sobriedad y devoción contenida. Malanquilla apuesta por lo natural frente al artificio. No busques candelería de plata reluciente ni ornamentos decorativos suplérfluos; para eso tienes mil sitios. Acércate si quieres vivir unos días diferentes en el paisaje que inspiró composiciones artísticas que hoy pueblan los más importantes museos: campo, alguna casita, un grupo reducido de gente acompañando a Jesús en el Calvario, ovejas que se cruzan durante el Viacrucis…
Imagina un belén en Navidad. Todos compramos figuras que nos acerquen al paisaje que más nos recuerda esas fechas; nieve, abetos, estrellas… Pues todo eso se da en Malanquilla porque Malanquilla es así. En Navidad un Belén que en Semana Santa se convierte en la Judea que en los años 30 d.C. tuvo como escenario la muerte del Redentor.
Solemos decir que un pueblo tiene magia cuando sin saber muy bien por qué nos atrapa, nos envuelve y nos hace volver la mirada cuando nos alejamos como queriendo retener su imagen en nuestra retina.
Malanquilla no tiene mar, aunque lo tuvo, no conserva el más rico patrimonio monumental, aunque tiene lo suyo, no es el pueblo más bonito, aunque resulta chulo. Y por qué entonces solemos escuchar que Malanquilla tiene magia? Pues porque sin ser el principio y el fin de todas las cosas, reúne todo cuanto pedimos cuando hacemos turismo. Su propia localización, a poco más de una hora en coche de la capital, Zaragoza y a algo más de media de Soria, la capital castellana más próxima, hacen de este pueblo un lugar cercano y asequible para muchos. Sus monumentos, especialmente el molino de viento, archiconocido, fotografiado y de gran exposición en redes sociales, contribuyen también a ello, porque sin ser de una grandiosa monumentalidad, sí es casi el único testimonio del universal Don Quijote en Aragón y una rareza en estas tierras. La apuesta de Malanquilla por la cultura desde 1977 ha resultado ser decisiva para esta magia, intangible pero real, que a decir de muchos posee. El variado patrimonio que, además del molino, pasa por su iglesia de grandes dimensiones, con notables retablos renacentistas y barrocos, su fuente romana del siglo I, la ermita románica de Santa María, la torre medieval de La Calderuela, la nevera del siglo XVII, la ermita del Stmo. Cristo del Humilladero del mismo siglo…
Tampoco es cuestión menor -y por ello digno de mención-, la apuesta por el futuro de la actual corporación municipal, que abriendo puertas y ventanas a quien pudiera aportar algo, ha logrado sumar voluntades en pos de la causa.
La oferta gastronómica de Malanquilla no pasa tampoco desapercibida. El nuevo y moderno gastrobar Malanquilla Inédita, con un solete Repsol, unido a la tradición y al buen hacer que representa el restaurante de La Venta de Malanquilla conforman un destino apto para todo tipo de públicos. Porque en realidad qué vamos buscando cuando decidimos salir de la gran ciudad? Yo soy turista y no me basta un precioso monumento aislado que ni siquiera se si voy a poder visitar por dentro. Necesito un mínimo de satisfacciones personales para emprender el viaje. Necesito un restaurante donde comer y un hotel por si decido hacer noche. También quiero enlazar ese motivo que me lleva a viajar con otros monumentos cercanos que pueda aprovechar para visitar. Y todo eso lo tiene Malanquilla. Su recientemente inaugurado hotel y su cercanía con poblaciones de la Comunidad de Calatayud con monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, hacen de Malanquilla un destino seguro y confortable. Podríamos añadir el carácter abierto y campechano de sus gentes, el paisaje, sus atardeceres, la limpieza de sus cielos, lo “arregladico” que está el pueblo… Será verdad entonces que Malanquilla tiene magia? Yo te aseguro que sí. Ven, compruébalo y me lo cuentas.
Este Santo universal, Patrón de Madrid y de los agricultores, que en Malanquilla se celebra de manera especial, ya tiene rostro.
Escultura de escayola realizada por la UCM a partir de los estudios biométricos realizados al cuerpo de San Isidro
Acaban de presentarse las conclusiones del estudio forense del cuerpo de San Isidro, estudio realizado a petición del Arzobispado de Madrid por distintos departamentos de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense. Del mismo, tras un exhaustivo análisis de los restos que se custodian en la Real Colegiata de la Calle Toledo, se desprende la posible causa de la muerte del Santo por sepsis generalizada y se ha descubierto una moneda alojada en la tráquea, colocada con posterioridad a su fallecimiento.
Al parecer, según los estudios, se trataba de un hombre de rasgos africanos, de 1,85 de altura, que murió a los 45 años aproximadamente. Las conclusiones revelan por primera vez cómo pudo ser el rostro de San Isidro de acuerdo con el perfil biométrico y cuya figura en escayola se presentó ayer. Sin duda un riguroso estudio para analizar en profundidad que marca un hito histórico. Como es sabido se está celebrando a lo largo de este 2022 el Año Santo de San Isidro y su cuerpo ha estado expuesto para su veneración. Fotografías UCM/Archimadrid
Para acercarnos a aquéllos años 80 del siglo pasado en que la Asociación cultural de Malanquilla desarrollaba sus actividades, es preciso hacer abstracción del mundo de hoy. De lo contrario, no es posible imaginar ni comprender lo que en los primeros años de la década sucedía en Malanquilla, en la provincia de Zaragoza y en Aragón en general. Han cambiado tanto los tiempos que visto con los ojos de hoy, diríase que hablamos de la prehistoria.
En 1980 ideamos, impulsamos y creamos la Asociación Martínez del Villar. Eran tiempos en los que no existían colectivos similares en los pueblos, a excepción de otras dos asociaciones pujantes con las que rivalizábamos continuamente. Malanquilla, pionero en tantas cosas, contribuyó de manera decisiva a la constitución en otras poblaciones de diferentes colectivos.
Su legado, a día de hoy, nadie lo ha superado ni siquiera por aproximación. Ha habido en estos 40 años algunas iniciativas pero todas han sucumbido sin pena ni gloria.
Y cual es el legado que trato de reivindicar? Pues el conjunto de una obra irrepetible sólo posible en aquél momento y con aquél reducido grupo de personas entusiastas. Se realizaron estudios históricos aportando datos inéditos para la historia local que hoy se repiten hasta la saciedad sin que nadie se acuerde de donde proceden. Se publicó el único libro sobre Malanquilla, de la mano de Jesús Marín. Se celebraron Jornadas culturales en verano, se llevaron a Malanquilla exposiciones itinerantes de la Diputación de Zaragoza, propiciamos otras propias como la de cerámica de Muel, recorrimos la comarca de Calatayud llevando esas exposiciones a diferentes municipios como Torrelapaja, Pomer… Investigamos y pusimos en valor monumentos olvidados de la comarca como la Casa de San Millán de Torrelapaja o la iglesia románica del despoblado de Vadillo, en las inmediaciones de Villarroya de la Sierra. Obviamente todo estaba ahí, no descubrimos nada; también lo estaba el molino pero hasta que aquél grupo de Misión Rescate, en 1977, no se fijó en él, nadie había reparado en su existencia.
A través de constantes publicaciones y referencias en los medios informativos, Malanquilla tomó carta de naturaleza y se posicionó como un pueblo amante de la cultura.
Malanquilla con su asociación empezó a estar presente en foros de estudio y debate, en congresos y jornadas regionales y nacionales. El patrimonio cultural de la localidad se deslizaba a través de las páginas de trabajos, comunicaciones y ensayos que se difundían por toda la geografía.
Eran tiempos de fax, no de email ni teléfonos móviles. Eran tiempos en que la logística consistía en patearse los caminos y los pueblos y en granjearse amistades a golpe de viajes, visitas y llamadas.
Al reivindicar el legado de la asociación de Malanquilla, reivindico el de tantos que supieron ver en aquélla experiencia cultural el futuro y creyeron en ella y el mío propio, tantas veces protagonista de la historia y que a lo largo de 45años, he ayudado a escribir.
Pocos pueden decir que son profetas en su tierra por eso es justo reconocer un pasado esplendoroso sin cuya huella y calado los destinos de Malanquilla hubieran sido otros. Resultaría hoy impagable con dinero la campaña promocional que se hizo entonces y las horas de trabajo invertidas en rescatar a Malanquilla de su tradicional olvido. Reivindicando nuestro pasado inmediato fijamos las bases sobre las que debe asentarse el tiempo que nos toca vivir.
Antonio Sánchez Molledo, Cronista de Malanquilla, en unión de la Junta Rectora de la Asociación Española de Cronistas Oficiales, es recibido en audiencia en el Palacio de la Zarzuela por el Rey Felipe VI. Entre ambos, el Cronista de Soria, Don Miguel Moreno, ya fallecido y de inolvidable recuerdo.
Cuando se habla de la figura del cronista oficial, muchas veces a la ligera, se olvida el trabajo que desarrollan en sus pueblos y ciudades, las más de las veces, callado y silencioso, en busca de noticias que aporten luz sobre el pasado de esos municipios. Siempre he mantenido que un cronista podrá no hacer mucho por su localidad -como en todo, los hay más o menos activos y más o menos capaces- pero lo que está fuera de toda duda es su entrega y compromiso. Un cronista nunca será un lastre ni un enemigo de la causa y siempre estará ahí para cuando se le requiera. De ahí la importancia de que, también en tiempos modernos se designen nuevos cronistas en nuestros pueblos. No es una figura del pasado o desfasada. Todavía hay muchos que decir y lo vemos cada día.
Desde 1983 vengo participando -con alguna excepción- en los congresos nacionales de la Asociación Española de Cronistas Oficiales, de la que he sido vocal y secretario general a lo largo de dos mandatos. En muchos de ellos he presentado ante mis colegas de España trabajos relacionados con Malanquilla que, posteriormente han sido publicados, sirviendo de referencia para conocer la historia y las vicisitudes de esta ilusión colectiva que es Malanquilla.Y así, en 1986 me refería en Valencia a “la Mancha Aragonesa”, desde Malanquilla. En La Coruña en 1987 hablaba de los molinos de viento en la vertiente atlántica peninsular, mientras que en Ceuta, en 1988 relacionaba los molinos de viento con su más íntima significación ideal.
En 1989, desde Ciudad Real proclamaba a los molinos de viento como algo más que un símbolo regional. En Córdoba, en 1990 me volvía filósofo en mi crónica del devenir de los molinos de viento a través de la historia para elevar al de Malanquilla como símbolo oficial, en Avila, en 1991, tras ser aprobado el escudo local con la imagen del molino.- En Segovia en 1983 hacía un repaso de los “amigos de Malanquilla” que ayudaron en su puesta de largo, centrándome en la figura del Marqués de Lozoya, un grande de España.
De nuevo en Córdoba, en 1984, describía las norias y molinos árabes y en 1995 en Ciudad Real trazaba una simbiosis entre la leyenda y la realidad de los molinos de viento en el paisaje manchego, extendiendo el ámbito a España y Portugal, en Cáceres en 1996.
En otros trabajos me he referido también a la religiosidad popular en Malanquilla, a su demografía desde el siglo XIV y a otras construcciones que conforman su conjunto monumental, hasta llegar a 2019, en Baeza, donde se presenta el anteproyecto del Sendero del Agua, Nieve y Viento de Malanquilla, que acaba de ser aprobado oficialmente por la Diputación General de Aragón.
Y no, no soy una excepción entre mis compañeros, ni siquiera el que más aporta, ni mucho menos… Sirva mi modesta trayectoria, referida únicamente a mi relación con la Asociación de Cronistas, como ejemplo de lo que están perdiendo tantos municipios con historia propia que no tienen quien la cuente ni reescriba.
Ayuntamientos!!, alcaldes!!, no sé que están esperando ni qué tiene que pasar para que designen a sus cronistas. Un cronista es Bueno, Bonito y Barato para el municipio y además es gratuito.
Hoy se cumple el primer aniversario de la muerte de Jesús Marín, mi tío. Su recuerdo nos acompaña, su sabiduría ha quedado impresa pero nos falta su presencia. Una presencia que lo llenaba todo. Tenía ese don de ser protagonista sin querer serlo; atraía con su palabra.
Jesús, en Malanquilla, ha sido el mejor cantor de sus glorias, de sus anécdotas, nombres y dichos. Jesus, en su “Crónica sentimental…” nos dejó, como recuerdo imperecedero, un texto escrito con el alma, compendio de historia y vivencias, imprescindible para conocer Malanquilla, un lugar que amó y del que se empapó a lo largo de su vida.
Si un cronista es el notario de su tiempo, el que con sus escritos da fe del día a día local, Jesús Marín es un perfecto referente de esta labor en cuanto que ha sabido recoger y anotar para la posteridad innumerables datos sobre Malanquilla que, de otra forma, no habríamos llegado a conocer. Por eso reitero a la Corporación Municipal el deseo expresado el día después de su fallecimiento para que sea nombrado Cronista Oficial de Malanquilla a título póstumo, en un alarde de generosidad y justicia. Cuando un ayuntamiento sabe reconocer los méritos de quien tiene cerca allana el camino para que otros sigan esa senda en beneficio la colectividad.
Desde donde estes Jesús, recibe mi cariño y el recuerdo emocionado. Bien sabes cuánto añoro esas charlas y el verte llegar a casa con una bolsa de almendras recién cogidas… descansa en paz.
Si hay pasaje que situó a Malanquilla en el mapa y atrajo hacia sí las miradas de propios y extraños es, sin duda, la aparición de aquél OVNI que sobrevoló nuestro cielo en la tarde del 26 de julio de 1976, hace hoy justo 45 años.
Ese día, como tantos otros, cogimos nuestras bicis y con un bocadillo, un grupo de seis muchachos de entre 8 y 15 años, nos dispusimos a pasar un rato de expansión en nuestras vacaciones estivales por la zona del aguadero, esa fuente de aguas casi “milagrosas” tan alabada por las gentes del pueblo.
Estábamos cantando canciones del grupo “Viva la gente”, cuando nos percatamos de que algo extraño se había posado sobre nuestras cabezas a no mucha altura, aunque evidentemente bastante más de aquéllos 60 metros que señalaron algunos medios para, pasados unos segundos, desaparecer por detrás de las montañas de Pomer, dejando tras de sí una estela grisácea. La nave, o el objeto no identificado tenía la forma de dos platos unidos por su parte más ancha, cambiaba constantemente de color. La verdad es que no pudimos fijarnos en nada mas, porque cuando quisimos mirar con detalle se elevó y rápidamente le perdimos de vista.
Con el susto aún en el cuerpo, recogimos las viandas y en nuestras bicis emprendimos el camino de regreso al pueblo, comentando lo sucedido. Miedo? Pues no sentimos exactamente miedo pero sí perplejidad. Lo desconocido siempre genera inquietud y con ese nerviosismo acudimos a ver a Bernardino, el alcalde entonces, a quien de manera atropellada relatamos lo sucedido.
De inmediato le acompañamos al locutorio para llamar por teléfono al jefe de puesto de la Guardia Civil de Aniñón, quien se personó, con dos agentes, en Malanquilla para levantar atestado e interrogar por separado a los seis excursionistas. Uno a uno le fuimos dando nuestra versión que, básicamente era coincidente entre todos, concluyendo el benemérito instituto que de nuestras declaraciones no se podía afirmar que se tratara de una mentira orquestada y que, a su juicio, estaba claro que algo había perturbado la tranquilidad de aquélla tarde veraniega.
Hasta aquí el relato de los hechos.
Como es fácil suponer, desde el mismo momento en que la noticia se fue extendiendo entre el vecindario, aparecieron los defensores y los detractores. Los que creyendo o no la versión de los niños, no le daban más importancia y los que veían negras maniobras en aquél suceso, aún hoy inexplicable.
Siempre, se haga lo que se haga, van a surgir voces discordantes. Quiero recordar la destructiva y feroz campaña emprendida ante la reconstrucción del molino de viento, algo hoy reconocido y valorado por el 99% de la población y que, sin embargo, en los años 77, 78 y siguientes, fue inquisitorialmente perseguido, atacado y casi hundido a no ser por el empeño de unos cuantos y el apoyo decidido del ayuntamiento.
Es fácil imaginar la controversia que originó la visión de algo tan subjetivo como un OVNI. Algunos nos hubieran corrido a palos por la calles del pueblo… Menos mal que pasados unos días, llegaron testimonios de familiares o conocidos, residentes en Calatayud y otros pueblos de la zona, que afirmaban haber visto sobre la misma hora un objeto volante similar al que describíamos. Yo creo a estas alturas que sólo aquello nos salvó de la quema en una plaza pública.
Con la perspectiva que proporciona la distancia del acontecimiento, 44 años ni más ni menos, podemos afirmar que al margen de discusiones bizantinas el OVNI de Malanquilla despertó a una comunidad que estaba ahí aunque silenciosa y en la que como nunca pasaba nada, nunca se hablaba de ella.
Aquel OVNI fue el «puñetazo encima de la mesa» con el que Malanquilla se hizo notar y anunció a todos que estaba deseosa de iniciar un camino sin retorno que aún hoy sigue transitando.
Por lo tanto, desde el punto de vista de la ocasión y la oportunidad fue sumamente positivo y dio pie a comenzar a investigar un pasado esplendoroso del que poco o nada se sabía entonces. Y aunque hoy el OVNI centre la atención y acapare titulares lo verdaderamente importante fue la etapa siguiente de mucho trabajo y mucha investigación, de cuyas aportaciones, en los tiempos actuales se sigue haciendo uso.
El OVNI sirvió y mucho a los intereses generales del pueblo. Lo mismo que, años después, sirvió y de qué manera, reconstruir el molino haciendo caso omiso a quienes se oponían. Y debemos seguir ignorando a esos agoreros que presagian fracasos cuando otros vemos innovación y proyectos de futuro. Pensemos en positivo, vayamos todos a una y Malanquilla saldrá adelante como ha salido otras veces a lo largo de su historia.
Demostremos, una vez más, que unidos podemos conseguir cualquier objetivo. Menos vociferantes y más manos tendidas, en consonancia con la nueva política municipal, sólo así mañana diremos que hemos ganado al futuro.
El legado de Gregorio Prieto en Malanquilla abarca tanto una vertiente puramente afectiva y espiritual como otra material. Entre la segunda cabe mencionar un cuadro que el genial artista tuvo a bien donar al Ayuntamiento y un dibujo con su estrella identificativa que dedicó “para Malanquilla y su molino”, amén de diferentes dedicatorias en el libro de oro de la Asociación Cultural Miguel Martínez del Villar, etc.
Sin embargo, para este cronista que tuvo el impagable honor de ser su anfitrión en sus visitas al pueblo en 1981 y 1982, el mayor legado es el primero, imposible de cuantificar con valores materiales pero que deja una huella imborrable. De esta relación afectiva y espiritual nos queda su permanente recuerdo y el nombre con el que bautizó a nuestro molino: “El macho”.
El molino de viento de Malanquilla es el de mayores dimensiones de España y Gregorio Prieto (https://es.wikipedia.org/wiki/Gregorio_Prieto) en cuanto le vió le denominó así por esa razón.
Y eso que, lamentablemente, no llegó a verle como ahora se presenta, imponente, desafiando la llanura. Cuanto el genial artista manchego tuvo su primer contacto visual con el molino éste clamaba aún por recuperar su antiguo esplendor. Precisamente su apoyo fue decisivo para lograr el objetivo. Él que tanto hizo a lo largo de su vida por salvar antiguos molinos de viento en España y en el mundo puso sus ojos en Malanquilla para iniciar la que sería su última batalla en favor de estos gigantes pétreos que ponen sentimiento y alma a muchas de sus obras. Sabemos que Gregorio Prieto es mucho más que el pintor de los molinos. Es un artista irrepetible, Medalla de Oro de las Bellas Artes, cuyo Museo en Valdepeñas, inaugurado por los Reyes de España, alberga una extraordinaria colección que abarca todas sus etapas pictóricas.
Malanquilla, como homenaje a su figura y en recuerdo de su cercanía y afecto debería oficializar un nombre con el que ya es popularmente conocido: “El macho”.
Siempre hemos sostenido que molinos hay muchos pero el de Malanquilla posee una historia singular que le hace único. Y un retazo de esa historia particular es el haber sido bautizado por el mismísimo Gregorio Prieto. No vamos a ser nosotros ahora los que le cambiemos el nombre o le dejemos sin él, cuando en Malanquilla tiene nombre propio hasta el burro Federico que hace las delicias de los más pequeños.
Parece que ya veo el dintel que remata la puerta de entrada al molino y sobre él, El macho, escrito a mano con pintura negra. Es un justo reconocimiento a quien dio sin pedir y que, durante unos días, fue uno más en Malanquilla.
Uno de los más reconocidos escultores de los finales del gótico en Aragón, Gil Morlanes, apodado El Viejo, para distinguirle de su hijo de igual nombre, también escultor, recibe en 1482 el encargo del concejo de Villarroya de la Sierra para la realización de un retablo con destino a la ermita de la Virgen de la Sierra.
Manuel Serrano Sanz, en la Revista de Archivos Bibliotecas y Museos, de 1917, aporta relevantes datos que nos permiten hacernos una idea de este retablo, lamentablemente ya desaparecido en aquélla época. El propio Serrano, hablando de la colaboración de Morlanes en un retablo para La Seo zaragozana, afirma que mucho más importante es otra que hizo para Villarroya de la Sierra.
“En el año 1482, el concejo de Villarroya de la Sierra le encargaba un retablo para una antigua ermita que, por el sitio en que se halla, era y es aún denominada la Virgen de la Sierra.
Tal obra de arte, como las más de aquel tiempo, ha perecido, acaso más por la acción del hombre que por las injurias de los años. Las condiciones impuestas a Morlanes eran que en el bancal habría doce profetas de diversas edades {con vultos jóvenes, mediados e antigás) con vestiduras rozagantes {copiosos de mantos) puestos en sendos nichos, que separarían pilaretes, cada uno con su rótulo y todos manifestando en sus rostros devoción especial a Nuestra Señora {las caras respirantes a la Virgen) que estaría en medio de ellos con el cadáver de su divino Hijo, transida de dolor, con los improperios o instrumentos de la Pasión, y acompañada, no de San Juan Evangelista o de otro de los Apóstoles, sino del papa San Gregorio, revestido de misa, con un cáliz y el Corpus en la mano, e un capellán pequeño detrás del. Anacronismo que, con otros mil cometidos en el arte religioso, prueban cuan honda era la devoción para sobreponerse al hecho real y buscar tan solamente aquello que más pudiese mover a devoción y llenar el alma de santos pensamientos y de piedad acendrada.
Encima del bancal, que llevaría su forzoso ornato de pulseras, labraría Morlanes un regio sillón donde aparecería la antigua imagen de Nuestra Señora, a la que desde tiempo inmemorial se tributaba culto en aquella ermita; y ya que abajo estaba la Virgen en momentos de agonía arriba se ostentaría en medio de cuatro patriarcas de buen ayre arrodillados y cubiertos con un palio muy conplido.
A más de las figuras reseñadas, habría por todo el cuerpo del retablo ángeles, y todo él se cerraría con puertas en las que otro artista pintaría, por el lado de dentro,historias de la Virgen. Por último, los motivos ornamentales del retablo habían de ser follajes y enlazaduras, curiosa mezcla de elementos.”
El santuario de Virgen de la Sierra se encuentra a 13, 5 km de la localidad zaragozana de Villarroya de la Sierra, a unos 1500 metros de altitud. En él pernoctó Fernando el Católico cuando pasó a Castilla para casarse con la reina Isabel. La imagen titular, sobre una carrasca, haciendo referencia a su aparición, goza de una gran devoción entre todos los pueblos de la zona.
En la imagen que ilustra el proyecto se representa un tronco del que renace un brote nuevo. El perfil del tronco coincide con el de una fotografía del molino de viento antes de su restauración en recuerdo al grupo de Misión Rescate creado en 1976, impulsores de la revitalización de Malanquilla.
Me complace presentar hoy a mis colegas cronistas de España y del mundo, que siguen nuestras actividades a través de la web de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales y a la sociedad en general y a la malanquillana en particular, el innovador proyecto que desde hace unos meses se viene incubando en Malanquilla y que tendrá su puesta de largo el próximo sábado día 11 de julio, a las 18,00 hs, en la iglesia parroquial.
Se trata de canalizar las iniciativas que, con motivo del reverdecimiento que ya es palpable en la localidad y que surgen por cada rincón, aglutinándolas en un proyecto esperanzador destinado a impulsar la actividad socio-cultural con vistas a frenar la despoblación del municipio, mal del que está seriamente afectado, como tantos otros pueblos de España.
Como muy bien se explica en el proyecto, aprobado por el Ayuntamiento Pleno, “rechitar” es una palabra aragonesa que define la acción natural de brotar, volver a salir pequeños tallos y hojas de una planta ya existente. En paralelismo con la palabra rechitar, el objetivo de este proyecto es devolver la vida a una localidad cuya historia se remonta al menos, diez siglos atrás y que podría encontrarse en una de las situaciones más complicadas de su existencia.
Este rebrote, de ahí la importancia del término, no es un brote nuevo en una planta nueva, sino que hinca sus raíces en un árbol con vida, languideciente eso sí, pero vivo aún, del que todavía cuelgan hojas verdes, fruto de aquel “renacer” que supuso la gran aventura iniciada en 1976 con la creación del grupo de Misión Rescate que, tan sólo un año después, se alzó con el Trofeo de Oro de la organización, suponiendo un verdadero revulsivo para la localidad.
Aquel movimiento, comparable a nivel local a lo que sería en Madrid “la movida”, está viviendo un nuevo amanecer, adaptado a las nuevas formas de comunicación y presentación que imponen los tiempos.
Malanquilla ilusiona años después de asistir impotentes a un lento pero inexorable resquebrajamiento de su corteza y ramas.
Por eso no ha podido ser más acertado el logo identificativo que se ha escogido para esta proyecto aglutinador, plural y abierto. Nada menos que la silueta del antiguo molino de viento, en ruinas, símbolo del renacer cultural de Malanquilla y de su capacidad integradora para acometer nuevos retos, al que se ha querido dar forma de tronco del que asoma un brote verde esperanza que rezuma ilusión y entusiasmo.
Como no podía ser de otra manera, este cronista se enorgullece de éste y de cuantas iniciativas se están abanderando en Malanquilla, convirtiendo al municipio en un auténtico paraíso para la “lluvia de ideas” de la que tan necesitados están los pequeños pueblos de nuestra geografía.
Desde el agradecimiento a una corporación, formada por representantes de Ciudadanos y el PSOE, pero que han entendido que sólo unidos es posible caminar y que ahora auspicia este nuevo proyecto, me pongo a disposición de sus promotores para colaborar, aunando esfuerzos y remando juntos en la misma dirección. Si hay alguna posibilidad de prolongar la vida de Malanquilla, es ésa. Todo lo demás resultará baldío. La supervivencia de un pueblo está en juego. Si nos dejamos llevar por la apatía y la desgana, si nos da miedo el compromiso, a ver cómo les contamos mañana a nuestros descendientes que hubo un pueblo en el que están ancladas nuestras raíces y que desapareció porque no fuimos capaces de frenar su despoblación. Al menos debemos intentarlo.
Histórica fotografía del molino de viento en ruinas, en 1976. (Foto ASM, archivo del cronista)