Solemos decir que un pueblo tiene magia cuando sin saber muy bien por qué nos atrapa, nos envuelve y nos hace volver la mirada cuando nos alejamos como queriendo retener su imagen en nuestra retina.
Malanquilla no tiene mar, aunque lo tuvo, no conserva el más rico patrimonio monumental, aunque tiene lo suyo, no es el pueblo más bonito, aunque resulta chulo. Y por qué entonces solemos escuchar que Malanquilla tiene magia? Pues porque sin ser el principio y el fin de todas las cosas, reúne todo cuanto pedimos cuando hacemos turismo. Su propia localización, a poco más de una hora en coche de la capital, Zaragoza y a algo más de media de Soria, la capital castellana más próxima, hacen de este pueblo un lugar cercano y asequible para muchos. Sus monumentos, especialmente el molino de viento, archiconocido, fotografiado y de gran exposición en redes sociales, contribuyen también a ello, porque sin ser de una grandiosa monumentalidad, sí es casi el único testimonio del universal Don Quijote en Aragón y una rareza en estas tierras. La apuesta de Malanquilla por la cultura desde 1977 ha resultado ser decisiva para esta magia, intangible pero real, que a decir de muchos posee. El variado patrimonio que, además del molino, pasa por su iglesia de grandes dimensiones, con notables retablos renacentistas y barrocos, su fuente romana del siglo I, la ermita románica de Santa María, la torre medieval de La Calderuela, la nevera del siglo XVII, la ermita del Stmo. Cristo del Humilladero del mismo siglo…
Tampoco es cuestión menor -y por ello digno de mención-, la apuesta por el futuro de la actual corporación municipal, que abriendo puertas y ventanas a quien pudiera aportar algo, ha logrado sumar voluntades en pos de la causa.
La oferta gastronómica de Malanquilla no pasa tampoco desapercibida. El nuevo y moderno gastrobar Malanquilla Inédita, con un solete Repsol, unido a la tradición y al buen hacer que representa el restaurante de La Venta de Malanquilla conforman un destino apto para todo tipo de públicos. Porque en realidad qué vamos buscando cuando decidimos salir de la gran ciudad? Yo soy turista y no me basta un precioso monumento aislado que ni siquiera se si voy a poder visitar por dentro. Necesito un mínimo de satisfacciones personales para emprender el viaje. Necesito un restaurante donde comer y un hotel por si decido hacer noche. También quiero enlazar ese motivo que me lleva a viajar con otros monumentos cercanos que pueda aprovechar para visitar. Y todo eso lo tiene Malanquilla. Su recientemente inaugurado hotel y su cercanía con poblaciones de la Comunidad de Calatayud con monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad, hacen de Malanquilla un destino seguro y confortable. Podríamos añadir el carácter abierto y campechano de sus gentes, el paisaje, sus atardeceres, la limpieza de sus cielos, lo “arregladico” que está el pueblo… Será verdad entonces que Malanquilla tiene magia? Yo te aseguro que sí. Ven, compruébalo y me lo cuentas.
El legado de Gregorio Prieto en Malanquilla abarca tanto una vertiente puramente afectiva y espiritual como otra material. Entre la segunda cabe mencionar un cuadro que el genial artista tuvo a bien donar al Ayuntamiento y un dibujo con su estrella identificativa que dedicó “para Malanquilla y su molino”, amén de diferentes dedicatorias en el libro de oro de la Asociación Cultural Miguel Martínez del Villar, etc.
Sin embargo, para este cronista que tuvo el impagable honor de ser su anfitrión en sus visitas al pueblo en 1981 y 1982, el mayor legado es el primero, imposible de cuantificar con valores materiales pero que deja una huella imborrable. De esta relación afectiva y espiritual nos queda su permanente recuerdo y el nombre con el que bautizó a nuestro molino: “El macho”.
El molino de viento de Malanquilla es el de mayores dimensiones de España y Gregorio Prieto (https://es.wikipedia.org/wiki/Gregorio_Prieto) en cuanto le vió le denominó así por esa razón.
Y eso que, lamentablemente, no llegó a verle como ahora se presenta, imponente, desafiando la llanura. Cuanto el genial artista manchego tuvo su primer contacto visual con el molino éste clamaba aún por recuperar su antiguo esplendor. Precisamente su apoyo fue decisivo para lograr el objetivo. Él que tanto hizo a lo largo de su vida por salvar antiguos molinos de viento en España y en el mundo puso sus ojos en Malanquilla para iniciar la que sería su última batalla en favor de estos gigantes pétreos que ponen sentimiento y alma a muchas de sus obras. Sabemos que Gregorio Prieto es mucho más que el pintor de los molinos. Es un artista irrepetible, Medalla de Oro de las Bellas Artes, cuyo Museo en Valdepeñas, inaugurado por los Reyes de España, alberga una extraordinaria colección que abarca todas sus etapas pictóricas.
Malanquilla, como homenaje a su figura y en recuerdo de su cercanía y afecto debería oficializar un nombre con el que ya es popularmente conocido: “El macho”.
Siempre hemos sostenido que molinos hay muchos pero el de Malanquilla posee una historia singular que le hace único. Y un retazo de esa historia particular es el haber sido bautizado por el mismísimo Gregorio Prieto. No vamos a ser nosotros ahora los que le cambiemos el nombre o le dejemos sin él, cuando en Malanquilla tiene nombre propio hasta el burro Federico que hace las delicias de los más pequeños.
Parece que ya veo el dintel que remata la puerta de entrada al molino y sobre él, El macho, escrito a mano con pintura negra. Es un justo reconocimiento a quien dio sin pedir y que, durante unos días, fue uno más en Malanquilla.
Que Malanquilla es inspiración para los artistas es una evidencia que no por repetida resulta menos cierta. La blanca silueta de su molino de viento, inmaculado, sobre el altozano, agita y estimula la creatividad artística.
Hoy os presento este bonito trabajo de Lola de los Ríos Segura. Se trata de una acuarela primaveral donde las amapolas y el molino se funden en un abrazo bucólico. Esta artista onubense, autodidacta, de poco recorrido aún en el mundo de la pintura, destaca por su sencillez y armonía estética. La vida ha querido que me tropezara con ella y de sus dotes creativos ha nacido esta nueva estrella: Una acuarela para Malanquilla que, de momento, he adquirido para mi colección particular y que, en su día, donaré al Ayuntamiento de Malanquilla. Felicidades artista.
Mariano, que se encontraba pasando unos días de descanso en Calatayud, a donde había llegado de su Extremadura natal con intención de conocer los pueblos de la zona, paró su vehículo a la altura de la ermita de Santa María, desde donde ya se divisa Malanquilla, al percatarse de la presencia de un hombre, de aspecto rudo, ya anciano. Se acercó a él, le saludó y rápidamente Nicomedes, el bonachón aldeano, le puso al corriente de cuanto tenía que saber el visitante, con quien pasó la mañana en animada charla. Congeniaron y acabaron tomando unos vinos y unas deliciosas tapas en el Gastrobar del pueblo y después comiendo juntos en la casa del malanquillano.
Mientras Mariano alaba la comida que ha preparado la señora Pilar, esposa desde hace más de cincuenta años de Nicomedes, ésta le ofrece un café y unas rosquillas, al estilo de la abuela Jacinta. Se parecen a las típicas rosquillas de anís que todos hemos tomado alguna vez y que últimamente se han puesto de moda en Malanquilla por haber sido protagonistas del reportaje emitido en el programa “Aquí la tierra”, de TVE, pero con una variante, cuyo secreto se transmite de generación en generación, que las hace verdaderamente insuperables.
Así lo estima Mariano que se deshace en elogios.
-Es verdad que no son aptas para diabéticos ni para mantener la línea –comenta- pero ciertamente son una delicia señora Pilar. Tiene usted muy buena mano para la cocina, porque esas migas de antes…. hacía tiempo que no las probaba mejores. Se lo agradezco mucho.
Nicomedes, entretanto, sentado en el sofá frente a la tele, sostiene en sus manos un álbum de fotos repleto de recortes de prensa.
-Déjese de tanta palabrería y venga para acá que le enseño todo esto –le dice a Mariano, sonriendo y en tono amigable.
Nicomedes, aunque por su aspecto rudo pudiera parecer un ser del que uno se alejaría, es un hombre bondadoso que se ha sabido granjear la amistad de todo el vecindario. Siempre ha estado ahí para ayudar a cualquiera y eso tiene su recompensa…
En sus años de labrador era fácil verle echando una mano a cualquiera que hubiera tenido un percance con las máquinas.
Como siempre ha vivido en el pueblo conoce de primera mano cuanto ha sucedido, unas veces por vivencias propias y otras porque muchos han acudido a él a contarle y a pedirle consejo.
Mariano toma asiento junto a él y comienza a ojear el álbum que Nicomedes le ofrece.
-Es una joya lo que tiene usted aquí –exclama- Se refiere a una colección de 6 álbunes repletos de noticias de prensa y fotografías de cuando “Malanquilla despertó”, como le gusta decir a Nicomedes que siempre ha estado muy pendiente de las cosas del pueblo.
– ¿Y esto del OVNI que veo aquí y que antes me comentaba…? –pregunta Mariano-
Aragón TV en 2020
-Yo lo conozco bien –añade Nicomedes- La primera persona que oyó el relato de aquéllos jóvenes excursionistas de los que habla la prensa fui yo. Estaba cogiendo agua en la fuente nueva cuando regresaban al pueblo con sus bicis los muchachos después de ver aquella cosa y, bastante asustados, me contaron el suceso.
-¿Y cómo fue aquello? –pregunta el viajero, entre sorprendido e incrédulo-. Mire que se oyen casos y a mi aún me cuesta creerlo –prosigue-. No cabe duda de que solos en el universo no vamos a estar, pero qué quiere que le diga señor Nicomedes, me genera cierta desconfianza.
-A usted y a todos –remata el anciano-, si bien le indica que el OVNI de Malanquilla fue un suceso muy particular.
-Verá usted –continúa- cuando oí aquello por boca de los chicos pensé que me estaban tomando el pelo pero luego, hablando con unos y otros en el pueblo, empecé a creer que algo habrían visto. Los conocía a todos y eran buenos chicos, por qué se lo habrían de inventar. Eran sólo unos críos y no me entraba en la cabeza que pudieran hacer algo así. Y la balanza se inclinó favorablemente cuando, después de unos días, unos amigos de Calatayud me dijeron que ellos también habían visto algo el mismo día y sobre la misma hora. Y lo mismo que a mí, otros del pueblo me comentaron que familiares, amigos o conocidos de otros sitios también habían visto algo.
El suceso, ocurrido el 26 de julio de aquel año de 1976, meses después de la muerte de Franco, en una España convulsa y con ansias de libertad, fue recogido con gran profusión por los grandes medios informativos de Zaragoza e incluso por alguna agencia de noticias nacional, que vieron en ello una llamada de atención de un pueblo agonizante, como había sido calificado por el diario de mayor difusión regional, el Heraldo de Aragón, que vaticinaba los más negros presagios en un corto espacio de tiempo. Naturalmente no era el único pueblo que se señalaba en la lista, pero a algunos en Malanquilla esa “puñalada” les interpeló como si de una revelación sobrenatural se tratara. Y ahí comenzó todo. La subjetiva visión de un OVNI fue el aldabonazo que un lugar olvidado necesitaba para hacerse notar.
Entonces no se hablaba de la España vaciada, como ahora, -apunta Nicomedes con un punto de nostalgia-, las cosas eran muy diferentes en los pueblos, tan diferentes que, vistas desde los tiempos de hoy, nos cuesta imaginarlas; no había móviles, por supuesto, pero tampoco teléfonos en los domicilios. Tan sólo contábamos con un locutorio. No había agua corriente en las casas y cuando se proyectaba una película en la plaza teníamos que llevar cada uno nuestra silla.
-Entiendo -dice Mariano expectante-. Y en ese ambiente de desolación, penurias y falta de respuesta de las autoridades, éste suceso vino a alterar el rutinario día a día de la localidad –añadió-.
El 29 de julio, dos días después de la visión perturbadora, tiempo que tardó en llegar a las redacciones la carta enviada a los medios informando del suceso, porque tampoco había correos electrónicos, el diario del Movimiento, “Amanecer” y “El Noticiero”, de corte más sensacionalista, publicaban la noticia:
OVNI en Malanquilla.- Fue visto por seis veraneantes.
El objeto tenía color blanco y desprendía una estela luminosa de color anaranjado. Los testigos fueron unos veraneantes de Malanquilla que habían salido de excursión. José María, Antonio, Mari Luz, Marcelino, Marisol y Jesús vieron un objeto que apareció breves momentos en el cielo para ocultarse detrás de las montañas. El cielo quedó cubierto de gases grisáceos. El Ovni tenía forma de plato.
Según nuestro comunicante, Antonio Sánchez Molledo, uno de los jóvenes excursionistas que observaron el OVNI, es la primera vez que se divisa en la zona del Moncayo un fenómeno semejante y asegura que tras la visión, regresaron despavoridos al pueblo y fueron en busca del alcalde para contarle lo sucedido.
-Tenía que haberlos visto. Sus caras lo decían todo. Otra cosa es que fuera un cacharro de esos de los marcianos o lo que sean, pero que algo vieron, seguro –recalca Nicomedes-.
Cuando llegaron al pueblo, -continúa el anciano-, el alcalde avisó a la guardia civil. No tardaron en subir desde Aniñón y tomaron declaración a todos los chicos, por separado.
-Claro, -apunta Mariano- querrían saber si coincidían las versiones.
-Y coincidieron todas –remata el tío Nicomedes-.
El día 31 de julio “El Noticiero”, de Zaragoza, publicaba a 5 columnas el contenido de la entrevista realizada por teléfono a Antonio “sobrino del alcalde y joven de probada solvencia y seriedad”, -rezaba la noticia- que se abría con un escalofriante titular: “El OVNI sobrevoló por encima de nuestras cabezas”.
Después, el excursionista señala que: “íbamos en bici por la carretera de Ciria, a unos 6 kilómetros del pueblo con la idea de merendar, como hacemos muchas tardes, en la zona del aguadero. Estábamos cantando “viva la gente” y no nos dimos cuenta de nada hasta que uno miró al cielo y nos advirtió del fenómeno cuando ya casi teníamos el OVNI encima de nuestras cabezas”. Preguntado si tuvieron miedo, el joven contesta que no les dio tiempo por lo poco que duró el avistamiento. Tan sólo uno de ellos, el menor, de sólo 8 años, sí se puso a llorar… “Es difícil determinar la distancia pero probablemente no estaría a más de sesenta metros por encima de nosotros cuando durante unos segundos se paró antes de desaparecer a gran velocidad”.
Mariano, tras leer con atención los artículos de prensa y como sumido en una nube que le trasportaba a sus años de juventud, en Extremadura, casi ni atendía a las explicaciones de Nicomedes; sólo leía y leía…
-Don Mariano que se me queda usted ensimismado –exclamó el dueño de la casa al percatarse de que sus comentarios eran inútiles-.
-Perdone usted –le contesta- Estaba abstraído leyendo todo. Me recuerda todo lo que yo también hice por mi pueblo siendo muy joven. Y la verdad, me parece muy interesante. Por lo que veo, la guinda la puso el “Heraldo de Aragón” unos días después con un gran artículo, no?
-La guinda y el punto sobre la i –interviene Nicomedes-. Realmente fue a partir de ahí cuando Malanquilla despertó y fue consciente de lo que tenía. Fíjese que si hubiera que poner una fecha de comienzo yo pondría esa del 1 de agosto de 1976.
Se refieren ambos a un artículo publicado por el Heraldo a 8 columnas y con dos fotografías, firmado por Jesús Rivases, que se había desplazado a la localidad para entrevistar a los excursionistas y que bajo el título de ¿Un OVNI en Malanquilla?, incidía al mismo tiempo, en los aspectos económicos y sociales de “otra localidad aragonesa olvidada”.
Primeramente, el periodista centra su atención en el relato que los 4 niños que observaron el fenómeno y se encontraban en el pueblo hacen del suceso, para asegurar después, que “se puede afirmar que algo vieron, ovni o no es algo que escapa a lo que aquí podemos determinar”.
Después, entrevista al alcalde, Bernardino Martínez, quien le habla de los problemas de la agricultura en un año de mala cosecha. Indica el regidor, que “mientras en Malanquilla sólo se produce trigo y cebada, en los pueblos de más abajo tienen viñas y demás que diversifican la producción y la rentabilidad. A eso se une que al ser el penúltimo pueblo de la provincia, lindando ya con Castilla, las administraciones se desentienden…”
Finalmente -recuerda Bernardino- que el problema remitiría con la concentración parcelaria solicitada desde hace tres años, pero que continúa sin llegar.
Quizá lo más importante del artículo, además de la visión global que aporta, sea la reflexión final que realiza el periodista tras su visita a Malanquilla:
“El rosario de lamentaciones que es el campo aragonés llega también hasta este pequeño municipio. De las palabras del alcalde se desprenden multitud de conclusiones. ¿Por qué esa ansiada concentración parcelaria lleva tres años de demora empolvada entre una montaña de expedientes? ¿Por qué en Malanquilla hay tres mozas y cuatro mozos de menos de cuarenta años?, pues porque el futuro mejor que todos esperamos está lejos de nuestros pueblos y nuestras tierras. Las posibilidades de los jóvenes son mínimas; cultivar los campos obteniendo irrisorios beneficios y los domingos ir de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta en busca de lo que no pueden encontrar en su lugar de origen. Y las lamentaciones podrían seguir hasta el infinito. Tan sólo una observación: ¿quién se acordaba de que existía un pueblo en la provincia de Zaragoza, de 152 habitantes , llamado Malanquilla hasta que el otro día nos enteramos de que allí –donde no pasa nada- habían visto un OVNI? Culpables, a mi juicio, todos”.
Lato -Ya ve usted Don Mariano –le dice Nicomedes con la añoranza del paso del tiempo en sus ojos- así empezó todo. Y fíjese en las fotografías, una del molino –que el periodista identifica como la torre de un castillo o de una fortificación- y otra del interior del sagrario –que sitúa en la ermita del Santo Cristo del Humilladero no en la parroquia donde se encuentra, pero del que destaca su perfecto estado de conservación-. Y esa fue la pista… De ahí a Misión Rescate hay sólo un paso, o tres meses para ser más exacto.
A partir de entonces -concluye el viejo Nicomedes- Malanquilla fue una revolución cultural
El 23 de diciembre próximo se cumplirán 40 años de la constitución en Malanquilla de la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”. Su sóla mención nos lleva inevitablemente a los más intensos y fecundos años en los que la Cultura con mayúsculas brilló con luz propia en Malanquilla. Su recuerdo nos devuelve a un tiempo irrepetible porque se confabularon diferentes circunstancias que hoy es imposible que se vuelvan a alinear. Habrá otras pero nunca aquéllas y, por lo tanto, los resultados, también serán diferentes, que no peores, pero no iguales.
Artículo de prensa Archivo ASM
Para rememorar este aniversario es preciso tomar conciencia de la España de 1981 y de un Malanquilla en auge y con la moral alta, después de ganar -cuatro años antes- el Trofeo de Oro de Misión Rescate. Aquel trofeo se ganó, pero no fue la meta, sino el punto de partida. Por eso, en el periodo de tiempo que media, no estuvimos con los brazos cruzados, que va… Investigamos, afianzamos nuestros conocimientos e intereses respecto de otros monumentos de algunas localidades de la antigua Comunidad de Calatayud, crecimos y seguimos empeñados en devolver a Malanquilla su protagonismo histórico. La consecuencia fue esta asociación, como cauce desde donde canalizar nuestras ideas e inquietudes, en un momento en el que en Aragón no habían empezado a florecer este tipo de agrupaciones locales.
Pero es que además, habíamos logrado forjar una estrecha relación de amistad con los tres pilares fundamentales de la cultura bilbilitana como fueron el presidente del Centro de Estudios, Alfredo Muñoz, el cronista oficial, Pedro Montón y el propio alcalde de Calatayud, José Galindo, sin olvidar las buenas relaciones que seguíamos manteniendo con los principales medios de comunicación de Zaragoza, forjadas en la atapa de Misión Rescate, cuya aportación fue decisiva entonces, como lo es hoy, para llegar a la opinión pública.
Carlos Ibáñez Guillen I Trofeo Miguel Martínez del Villar. Archivo ASM
A la vista del panorama resultaba evidente que su constitución se hacía necesaria. Las investigaciones y estudios que veníamos desarrollando debían tener una casa común y un altavoz para su divulgación que como particulares no era posible.
Y nos lanzamos a la arena dispuestos a librar una nueva batalla y para ello elegimos el nombre del que fuera Regente del Supremo Consejo de Aragón en 1617, Miguel Martínez del Villar, natural de Munébrega (Zaragoza), como forma de reivindicar su legado.
Segunda parte de la apología del Tratado del Patronato de Calatayud de 1604
Tras los trámites oficiales para su formalización e inscripción en el Registro de Asociaciones, dimos a conocer la nueva asociación, a través de un artículo en Heraldo de Aragón, el 28 de febrero de 1982.
Entre las consecuciones más destacadas, por citar algunas de ellas, podemos mencionar la creación de la biblioteca de Malanquilla a partir de un lote de libros enviado por el Ministerio de Cultura, la entrega del Trofeo Miguel Martínez del Villar a Carlos Ibáñez, la celebración de las Jornadas Culturales, en tres ediciones consecutivas, así como la edición de los Boletines Informativos y la publicación, por parte de Jesús Marín Rubio, de su “Crónica Sentimental de Malanquilla”, sin contar los innumerables trabajos elaborados para desentrañar el pasado histórico y artístico de la nevera, molino, fuente romana, iglesia parroquial, etc.
Tendremos ocasión de detenernos en alguna de estas cuestiones más adelante, que si por separado resultaron de indudable interés para Malanquilla, juntas, propiciaron un nuevo resurgir de la localidad dando continuidad al despertar de 1977.
Por ahora sí me gustaría indicar también que no sólo Malanquilla se benefició de esa asociación, ya que extendimos nuestra acción a diferentes localidades. Acercamos la cultura a Pomer y Brea de Aragón, por ejemplo, mediante exposiciones de artesanía y difundimos y estudiamos monumentos olvidados como la Casa Hospital de Peregrinos de Torrelapaja o la iglesias románicas de Berdejo y del hoy despoblado Vadillo, sin olvidar la labor de incorporación de antiguos molinos de viento como los de Torralba de Ribota, Sestrica, Luna, Tabuenca, Used, Ojos Negros, Sarrión y Jabaloyas, a una incipiente ruta molinera aragonesa, aún hoy pendiente. A todas estas localidades nos desplazábamos frecuentemente, con los medios de entonces, tratando de involucrar a sus autoridades para recobrar su perdido esplendor monumental.
Molino de viento de Tabuenca en 1981. Archivo ASM
Por todo ello y algunas otras cosas, la asociación se convirtió pronto en un referente a nivel provincial. Fuimos pioneros y marcamos un camino que no tardaron en continuar otras entidades en sus respectivas poblaciones. Pusimos, en definitiva, a Malanquilla en el mapa y lo más importante, se creó conciencia colectiva sobre la necesidad de salvaguardar el patrimonio. Algunos frutos de aquélla cosecha se están recogiendo hoy.
40 años después sólo puedo añadir que de no haber existido la Asociación Cultural “Miguel Martínez del Villar”, habría que haberla inventado.
Estamos acostumbrados a una visión poética y paisajística de los antiguos molinos de viento. Sin embargo, de las muchas aristas desde las que es posible contemplarlos, no podemos olvidar la industrial, que forma parte intrínseca de su origen y razón de ser. Y es ésta una cuestión de gran importacia, relativamente moderna, que permite diferentes enfoques según las disciplinas desde las que se aborde. Los edificios industriales del pasado pueden ofrecer valores, no sólo arquitectónicos, que aconsejan su conservación. Los bienes industriales que la evolución tecnológica ha dejado sin uso, forman parte del patrimonio cultural, sin olvidar la relación entre patrimonio industrial y desarrollo local, lo que incluye la recuperación de paisajes amenazados por la destrucción de sus elementos más singulares.
Los molinos de viento antes que nada fueron construcciones mediante las cuales los núcleos de población que contaron con ellos vieron asegurada su existencia. Por ello es imprescindible, como punto de partida, asociarlos a la memoria colectiva que los identifica con experiencias vitales positivas, aunque el gestor de estos bienes industriales, el molinero, no gozara precisamente de buena fama.
La posibilidad de que un recurso industrial en desuso se reconozca por su valor cultural no depende sólo de sus cualidades objetivas; por ello es tan necesaria su asociación con elementos de percepción social como seguridad, tranquilidad, garantía de vida, sustento…
Frente a otros activos histórico-artísticos como iglesias, monasterios, ruinas arqueológicas, etc., los elementos de uso industrial, superados tecnológicamente, quedan relegados a un segundo plano, ignorando que hoy, estos bienes culturales, constituyen un recurso activo para el fomento de programas integradores de desarrollo sostenible, tanto a escala local y comarcal como regional.
Es preciso considerar a los molinos de viento no como elementos asilados sino en un contexto territorial, de acuerdo con una lectura actual, moderna y científica que se apoya en la política patrimonial marcada por el Instituto del Patrimonio Cultural de España, en cuanto a la protección y conservación del legado de la industrialización a través de Planes específicos.
A partir de 1985, con la promulgación de la Ley del Patrimonio Histórico Español, se comenzó a superar la tradicional idea por la cual la protección sólo pertenece a la historia o al arte para incorporar una nueva perspectiva —la técnica— que facilitó que el patrimonio industrial pudiera protegerse empleando no solo criterios artísticos más o menos restrictivos, sino también etnográficos, científicos o técnicos. En definitiva, se trata de unir cultura y territorio más allá de la descontextualización de la fábrica como meros objetos museísticos.
España cuenta con un patrimonio industrial rico y variado que debe ponerse en valor de cara a una futura recuperación. Lo dicho para los molinos de viento sirve también para referirnos a las antiguas industrias mineras, batanes, molinos de aceite, palomares, etc.
La intervención sobre este patrimonio se justifica por la necesidad de asegurar la conservación de la herencia industrial y popular a nivel nacional, comenzando por la elaboración de un inventario general al que tienen que seguir estudios para el conocimiento de los bienes inventariados y la realización de planes directores que den paso a la redacción de proyectos de intervención para su restauración y conservación.
No puede ser obstáculo en esta lucha ni el gran número de elementos dignos de ser recuperados, más del 80% del patrimonio aragonés se encuentra en poblaciones de menos de 10.000 habitantes, ni el elevado coste de intervención y posterior mantenimiento, ya que, según la Fundación Tarazona Monumental, de cada euro invertido se recuperan 6 de manera directa.
En este mundo globalizado que tantas nuevas oportunidades nos presenta cada día en todos los ámbitos, no podemos quedarnos atrás lamentando una actuación de la administración que, raras veces se produce. Es preciso explorar otros cauces como el mecenazgo que permita, mediante desgravaciones fiscales, llegar a personas de todo el mundo. La gestión del patrimonio cultural en los núcleos rurales requiere conocimientos, paciencia e ilusión pero también ingenio y buenas dotes de persuasión. De todo ello depende el futuro de muchos municipios amenazados por la despoblación.
Molinos de viento: El Toboso. Carlos de Haes, 1865. Fondos del Museo del Prado
Desde 1983 hicimos nuestra en Malanquilla la propuesta de celebrar cada 23 de Abril el Día Mundial de los Molinos de Viento, coincidiendo con el aniversario de la muerte de D. Miguel de Cervantes, quien los elevó a la inmortalidad.
En numerosas ocasiones nos hemos asomado a través de los medios de comunicación para festejar esta conmemoración oficiosa. Ahora pretendemos que tome carácter oficial.
Molinos alineados en Consuegra formando “la crestería más bella del mundo”
Para que esta iniciativa se materialice y se convierta en una gozosa realidad, necesito tu firma y apelo a tu sensibilidad como amante de la cultura y la belleza.
Somos muchos los que creemos que un molino de viento es mucho más que un artilugio de desarrollo económico desfasado. Don Quijote se fijó en ellos e incluso libró su más famosa batalla resultando devastado por el feroz zarpazo de sus aspas.
En aquélla ocasión no fueron gigantes malvados sino molinos y dieron con el insigne caballero en el suelo. Pero cuántas veces se tornan gigantes ante nuestro miedo y desconcierto privándonos de una victoria.
Así vio los molinos de viento Salvador Dalí
Ayúdanos con tu firma a devolver su perdido esplendor a los molinos que aún yacen maltrechos sobre los altozanos y a expandir la figura de los que ya han recuperado su vieja fisonomía. Todo ello sería posible si los molinos de viento tuvieran dedicado, de manera oficial, un Día Mundial, con lo que esto significa en cuanto a su divulgación y protección.
Que lo consigamos o no en nada va a cambiar tu vida pero puede detener el inexorable deterioro y la ruina de tantos molinos desarbolados que coronan nuestros cerros.
En un mundo donde sólo parecen movernos intereses materiales, ésta iniciativa, por la sagrada utilidad de la belleza, debe constituir un latido de ilusión y de esperanza capaz de influir hasta en los más cerrados corazones. Salvemos a los molinos de viento!!.
Malanquilla, pionera en tantas cosas, puede sentirse legítimamente orgullosa de haber creado la denominación, hoy ya comúnmente aceptada, de «La Mancha Aragonesa».
Cuando nadie conocía la existencia de molinos de viento en Aragón, más allá del existente en Bujaraloz, dibujado por Pier María Baldí en 1668, en Malanquilla nos empeñamos en identificar primero y restaurar después, su molino de viento.
Molino de viento de Aguilón
Después vinieron no pocos estudios que nos fueron poniendo en la pista de la existencia de otros ejemplares en suelo aragonés, repartidos por todo el territorio de la Comunidad.
Fue una tarea ardua porque tuvimos que desmontar creencias extendidas que identificaban estos restos con antiguos torreones de fortalezas extinguidas. Hasta el mismo Guitar Aparicio, de reconocido prestigio, confundió el de Malanquilla con un torreón del castillo.
Poco a poco fuimos demostrando que sí eran molinos. Viajamos a los pueblos donde los habíamos identificado y hablamos con sus alcaldes tratando de sembrar en ellos esa semilla molinera que les hiciera florecer un día devolviéndoles el esplendor perdido.
Y así se fue construyendo La Mancha Aragonesa que hoy empieza a ser una realidad. Tabuenca restauró el suyo Ojos Negros, en Teruel, pronto se sumó a la iniciativa y asistimos a su inauguración. Recientemente anuncia obras de reconstrucción el de Sestrica https://www.elperiodicodearagon.com/noticias/aragon/sestrica-restaurara-2021-molino-viento_1444607.html y a buen seguro que otros seguirán ese camino que empezamos en Malanquilla.
Molino de viento de Luna
Para quienes piensen que no tiene sentido invertir en estos viejos y demochados artilugios, baste el ejemplo de Malanquilla que no sólo ha reconstruido el suyo sino que lo mima y lo cuida sabedor del potencial que atesora.
Los molinos de viento en La Mancha y fuera de ella son exponentes de un tipo de arquitectura industrial que entronca con las más auténticas raíces del pueblo. No en vano constituían buena parte de su sustento.
Además, son elementos que han pasado a la inmortalidad gracias al genio de Cervantes y por si fuera poco, en el orden paisajístico, brillan con luz propia. Pocas cosas nos identifican más como nación que los bellos molinos de viento coronando un cerro o un conjunto de ellos sobre una crestería como la de Consuegra.
Molino de viento de Sestrica
Afortunadamente en Zaragoza se valora cuanto significan y la próxima realidad de la Mancha Aragonesa puede convertirse en un revulsivo turístico de primer orden a medio plazo.
Molino de viento de Used
Por aquéllos años 80 en que comenzábamos nuestra particular batalla en Malanquilla nuestro lema era: Por la sagrada utilidad de la belleza salvemos nuestros molinos de viento. Pues eso, años después reivindicamos la idealización de los molinos como elementos espirituales, del paisaje, de la belleza y de la épica industrial.
Nos cabe el honor de ser los aragoneses, posiblemente, los primeros en nuestro país en construir molinos de viento, merced al privilegio otorgado en 1200 por el rey Pedro II a Pedro de Vilanova, a quien concede su construcción en exclusiva con la obligación de entregar al soberano la décima parte de los ingresos.
Razones no nos faltan. Ahora hay que ponerse manos a la obra para lograr que todos los que se alzan en suelo aragones vuelvan a recobrar la vida que tuvieron.
En la imagen que ilustra el proyecto se representa un tronco del que renace un brote nuevo. El perfil del tronco coincide con el de una fotografía del molino de viento antes de su restauración en recuerdo al grupo de Misión Rescate creado en 1976, impulsores de la revitalización de Malanquilla.
Me complace presentar hoy a mis colegas cronistas de España y del mundo, que siguen nuestras actividades a través de la web de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales y a la sociedad en general y a la malanquillana en particular, el innovador proyecto que desde hace unos meses se viene incubando en Malanquilla y que tendrá su puesta de largo el próximo sábado día 11 de julio, a las 18,00 hs, en la iglesia parroquial.
Se trata de canalizar las iniciativas que, con motivo del reverdecimiento que ya es palpable en la localidad y que surgen por cada rincón, aglutinándolas en un proyecto esperanzador destinado a impulsar la actividad socio-cultural con vistas a frenar la despoblación del municipio, mal del que está seriamente afectado, como tantos otros pueblos de España.
Como muy bien se explica en el proyecto, aprobado por el Ayuntamiento Pleno, “rechitar” es una palabra aragonesa que define la acción natural de brotar, volver a salir pequeños tallos y hojas de una planta ya existente. En paralelismo con la palabra rechitar, el objetivo de este proyecto es devolver la vida a una localidad cuya historia se remonta al menos, diez siglos atrás y que podría encontrarse en una de las situaciones más complicadas de su existencia.
Este rebrote, de ahí la importancia del término, no es un brote nuevo en una planta nueva, sino que hinca sus raíces en un árbol con vida, languideciente eso sí, pero vivo aún, del que todavía cuelgan hojas verdes, fruto de aquel “renacer” que supuso la gran aventura iniciada en 1976 con la creación del grupo de Misión Rescate que, tan sólo un año después, se alzó con el Trofeo de Oro de la organización, suponiendo un verdadero revulsivo para la localidad.
Aquel movimiento, comparable a nivel local a lo que sería en Madrid “la movida”, está viviendo un nuevo amanecer, adaptado a las nuevas formas de comunicación y presentación que imponen los tiempos.
Malanquilla ilusiona años después de asistir impotentes a un lento pero inexorable resquebrajamiento de su corteza y ramas.
Por eso no ha podido ser más acertado el logo identificativo que se ha escogido para esta proyecto aglutinador, plural y abierto. Nada menos que la silueta del antiguo molino de viento, en ruinas, símbolo del renacer cultural de Malanquilla y de su capacidad integradora para acometer nuevos retos, al que se ha querido dar forma de tronco del que asoma un brote verde esperanza que rezuma ilusión y entusiasmo.
Como no podía ser de otra manera, este cronista se enorgullece de éste y de cuantas iniciativas se están abanderando en Malanquilla, convirtiendo al municipio en un auténtico paraíso para la “lluvia de ideas” de la que tan necesitados están los pequeños pueblos de nuestra geografía.
Desde el agradecimiento a una corporación, formada por representantes de Ciudadanos y el PSOE, pero que han entendido que sólo unidos es posible caminar y que ahora auspicia este nuevo proyecto, me pongo a disposición de sus promotores para colaborar, aunando esfuerzos y remando juntos en la misma dirección. Si hay alguna posibilidad de prolongar la vida de Malanquilla, es ésa. Todo lo demás resultará baldío. La supervivencia de un pueblo está en juego. Si nos dejamos llevar por la apatía y la desgana, si nos da miedo el compromiso, a ver cómo les contamos mañana a nuestros descendientes que hubo un pueblo en el que están ancladas nuestras raíces y que desapareció porque no fuimos capaces de frenar su despoblación. Al menos debemos intentarlo.
Histórica fotografía del molino de viento en ruinas, en 1976. (Foto ASM, archivo del cronista)
Malanquilla (Zaragoza) invita a transportarse a La Mancha con su molino de viento.
La localidad zaragozana de Malanquilla invita a sus visitantes a transportarse a La Mancha, y recordar las aventuras de Don Quijote, gracias a su molino de viento, una construcción completamente reformada y que visitan cada año turistas y alumnos de colegios aragoneses.
El alcalde de este municipio situado en la comarca Comunidad de Calatayud, Raúl Sánchez, ha indicado que las personas interesadas en visitar el molino sólo tienen que acercarse al municipio y solicitarlo, ya que aunque el molino no se queda abierto, las llaves se prestan a quien lo desee.
Un panel informativo recibe a los visitantes para explicar la historia de este molino, que data del siglo XVI, y en su interior se puede observar maquinaria «totalmente nueva» y que podría entrar en funcionamiento y «moler con normalidad», a pesar de que el molino «está parado» en estos momentos, ha apuntado el alcalde, para desear que pueda ponerse en funcionamiento esta pieza casi única en Aragón.
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En declaraciones a Europa Press, Sánchez ha recordado que recuperar este edificio, una construcción septentrional y de tipo manchego, «costó bastante tiempo y dinero» y, de hecho, en una de las últimas actuaciones de renovación, hace dos años, se invirtieron «130.000 euros».
Hasta Malanquilla, atraídos por esta singular construcción, llega cada año «mucha gente» y numerosos colegios interesados en conocer cómo funciona un molino. «Durante el año casi es raro el día en que no hay visitantes, sobre todo los días festivos», ha comentado el alcalde.
Por otra parte, el municipio está centrado ahora en la renovación de sus calles, ha apuntado Sánchez, al explicar que están ejecutando la última fase de obras en la calle La Portaza, donde los vecinos «se quejan por la pérdida de agua». En estos trabajos se invertirán 32.000 euros procedentes del Plan de Obras y Servicios de la Diputación Provincial de Zaragoza.